Si hoy emprendiéramos una reforestación global con los árboles adecuados en zonas geográficas estratégicas, lograríamos extraer del ambiente hasta dos terceras partes del dióxido de carbono emitido desde la Revolución Industrial. La idea está muy bien arraigada en la conciencia colectiva, sabemos sobremanera que plantar árboles es benéfico para el planeta. Sin embargo, ahora tenemos un amplio estudio científico cuyas estimaciones ofrecen números realistas.
Este nuevo bosque sería capaz de absorber de la atmósfera unos 205 gigatones de dióxido de carbono a lo largo de los próximos 40 a 100 años. “La reforestación es, por mucho, la solución planetaria más poderosa hasta la fecha”, apunta Tom Crowther, un profesor de ecología de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich y autor del estudio que se publicó la semana pasada en la revista Science.
Un almacén para CO2.
La investigación consistió en tomar más de 80 mil fotografías satelitales con bosques de todo el mundo y combinar las mediciones con enormes bases de datos en las que se incluyeron parámetros como el tipo de suelo y clima, haciendo evaluaciones hectárea por hectárea. El resultado fue un mapa detallado sobre la densidad de árboles que podría soportar naturalmente nuestro planeta, es decir, las regiones donde actualmente existen bosques y donde podrían crecer, excluyendo áreas desérticas o de sabana que no proveen condiciones propicias para los bosques.
A continuación excluyeron los bosques existentes, tierras empleadas para la agricultura y zonas urbanas. Al final, estimaron que el planeta posee 900 millones de hectáreas que podrían reforestarse si así nos lo propusiéramos. Si estas áreas fueran cubiertas con árboles que florecen en las cercanías, el nuevo bosque tendría capacidad para albergar hasta 205 gigatones (205 000 000 000 toneladas) de dióxido de carbono para cuando alcance la madurez, un periodo de entre 40 y 100 años.
Evidentemente, la tasa de almacenamiento del gas de efecto invernadero tendería a estabilizarse a medida que el bosque deje de crecer; sin embargo, los investigadores estiman que el almacenaje se mantendrá estable a medida que los árboles viejos mueran y nuevos crezcan en su lugar. Crowther dice que “tendríamos un almacén para el exceso de dióxido de carbono que ya no estaría en la atmósfera”.
Reforestación.
Por si fuera poco, el equipo elaboró un proyecto web donde ofrece los mapas de reforestación, de forma que personas y organizaciones locales puedan planear mejor sus proyectos de esta clase para tener un mayor impacto.Crowther estimó que reforestar las 900 millones de hectáreas costaría alrededor de US$ 300 mil millones.
Además del beneficio que supone contra el calentamiento global, el nuevo bosque también contribuiría a restaurar la biodiversidad, algo sumamente necesario debido a la acelerada desaparición de plantas y animales por todo el mundo. De hecho, Crowther empezó a estudiar los procesos de reforestación buscando formas de detener la extinción de especies. Más allá de la extracción del dióxido de carbono, “hablamos de múltiples beneficios como alimento, medicinas, agua limpia y toda clase de elementos para los humanos”, señala el científico.