Al igual que muchas otras palabras del español, “propina” es resultado de múltiples cambios y adaptaciones al significado original del término. En la Antigua Grecia, “propinein” (de pro, “antes”, y pinein, “beber”) refería una costumbre muy común en los banquetes: un brindis que reforzaba lazos entre amigos y familiares. El ritual solía desarrollarse en tres etapas.
Por ejemplo, en una ceremonia de bodas el suegro se encargaba de llenar con vino una copa especial, generalmente de mucho valor, y a continuación le daba unos tragos. Hacía un brindis a salud del yerno y le cedía la copa. Como señal de confianza y forma de establecer un vínculo incorruptible de parentesco, el joven esposo bebía de la misma copa que el suegro.
De Grecia a Roma.
Pero, en la Antigua Roma propinare dejó de emplearse para referir a esta costumbre, y hacía referencia al acto de “invitar a alguien a beber”. Después, los romanos emplearon el término para el acto de “servir, abastecer o proporcionar” bebida a cualquier persona. Con este sentido la palabra quedó plasmada en un ritual de exorcismo del siglo XIX, en un fragmento donde el sacerdote ordena a Satanás: “Cesse decipere humanas creaturas, eisque aeterna perditionis venenum propinare”.
En una traducción vernácula, la sentencia sería algo como “deja de engañar a las creaturas humanas y administrarles el veneno de la perdición eterna”. De hecho, el verbo “propinar” logró conservar su significado hasta nuestros días.
Recompensa por eficiencia en el servicio.
Sin embargo, a partir del siglo XVIII el término “propina” se empleó para referir a la bebida con que se pagaba a una persona por un buen servicio prestado, una práctica que al paso del tiempo quedó simplificada por la oferta de cierta cantidad monetaria. En el español, se mantuvo el sentido del término: llamamos propina al dinero que se entrega al mesero, botones de hotel o “viene viene” por su eficiencia y buena voluntad al prestar el servicio.
Sin embargo, en el portugués de Brasil siguió evolucionando y “propina” es un término casi exclusivo para referir al dinero que el brasileño entrega por anticipado a una autoridad corrupta para obtener algún tipo de beneficio. Dado que se trata de un acto de corrupción, no denunciable, los funcionarios corruptos tienen la precaución de cobrar antes para evitar el incumplimiento del “cliente”. Para referir a la gratificación monetaria que se entrega a un prestador de servicios por su eficiencia, los brasileños emplean la palabra “gorjeta”.
Otro aspecto curioso del término propina es que en el portugués de Portugal adquirió un significado completamente distinto al del latín, español y el portugués brasileño. En este país, “propina” define a la colegiatura anual que cobran las instituciones educativas públicas y privadas.