jueves, 4 de julio de 2019

¿Devolverías una cartera perdida?

En un artículo titulado “Honestidad cívica alrededor del mundo” publicado por la revista Science, se concluyó que la mayoría de humanos están dispuestos a devolver una cartera extraviada. El estudio consistió en extraviar a propósito 17,303 carteras en 355 grandes ciudades de 40 países diferentes. Como garantía de que todos los artículos se encontrarían, el equipo instruyó a un grupo de voluntarios para que entregaran las carteras a empleados de bancos, museos, teatros, servicios postales, hoteles, delegaciones de policía, etc.
cartera llena de dolares

Así, los voluntarios abordaron a los empleados con excusas del tipo: “disculpe, encontré esta cartera aquí cerca. Seguramente alguien la extravió. Llevo demasiada prisa. ¿Podría devolverla a su dueño?”. De hecho, realmente se trataba de tarjeteros translucidos que, a primera vista, revelaban el contenido: tres tarjetas de crédito con el nombre del “dueño”, una lista de compras y una llave. Aunque algunas no contenían dinero, otras tenían entre US$ 13 y US$ 95, obviamente ajustados al tipo de cambio de cada país en el momento que se realizó el experimento.

Devolviendo carteras extraviadas.

El resultado más sorprendente para el equipo de investigación fue que entre mayor era el monto de dinero extraviado, más alto era el “porcentaje de devoluciones”, logrando llegar hasta un 72%. Evidentemente, hubo excepciones. En Perú y México sucedió todo lo contrario.
En una entrevista para el periódico The Guardian, el principal autor del estudio Alain Cohn señaló: “estamos falsamente convencidos de que nuestros semejantes son egoístas. Sin embargo, verse a uno mismo como un individuo honesto resulta más importante que una ganancia monetaria a corto plazo”. Y es que sólo 4 de cada 10 personas que recibieron una cartera vacía buscaron devolver al artículo, comparado con las devoluciones que realizaron los que tenían una cartera con la cantidad mínima de dinero, que fue de 5 de cada 10.
carteras de piel a granel
Además, se observó que el porcentaje de devoluciones podía variar mucho entre un país y otro. En Nueva Zelanda, Dinamarca y Suecia se observaron los ciudadanos más honestos cuando las carteras portaban la cantidad máxima de efectivo. En Perú, China, Kenia y Kazajistán entre el 8 y 20% de las pertenencias entregadas a los empleados nunca se devolvieron. Parecerá irónico, pero una de las carteras no devueltas “se extravió” en el Vaticano. Peor aún, dos de estas carteras se entregaron a empleados de organizaciones contra la corrupción.
indice de honestidad mundial
Las pequeñas esferas en color naranja muestran el porcentaje de devoluciones de aquellas carteras sin dinero. Por otro lado, las rojas indican las que tenían algo de efectivo.

¿Altruismo y honestidad o dilema psicológico?

La honestidad, además de ser un factor que rige la forma en que funciona nuestra sociedad en prácticamente todos los ámbitos, también es importante para el desarrollo económico de una región. Pese a esto, los economistas no consideran que el estudio sea una prueba real de que los individuos son más altruistas de lo que se cree.
chica con camiseta de corazon
De hecho, la devolución de estos artículos tendría que ver más con una actitud de preocupación relacionada a la autopercepción. Michel Maréchal, otro colaborador de la investigación, señala que “las personas desean verse como individuos honestos, no como ladrones. Mantener la cartera implicaría alterar la imagen propia, algo que tiene costos psicológicos”.
Además, Maréchal argumentó que quedarse con una cantidad alta de dinero generaría un sentimiento de culpabilidad equiparable al “robo”, y por esto es que las carteras con más dinero presentaron los mayores porcentajes de devolución. “Las fuerzas psicológicas podrían ser más poderosas que las financieras”.
Sin embargo, es imposible negar el altruismo presente en el estudio. Más allá del argumento sobre la autopercepción, está el hecho de que cuando la cartera olvidada contenía una llave, mayor era el número de personas que buscaban entregarla al dueño, hecho que demostraría la generosidad de los empleados, pues una llave no sirve de nada a alguien que no pertenece.