“Doce reglas de la espada” es el nombre de un texto samurái traducido recientemente. Lo escribió la escuela de combate con espadas “Un Corte”, detallando los secretos de una técnica que, aparentemente, proporcionaba poderes sobre-humanos a los guerreros japoneses. La obra escrita en el siglo XVII es un compendio del conocimiento que transmitió el samurái Itō Ittsai, quien salió victorioso de 33 duelos celebrados en tierras niponas.
Aunque algunos registros señalan que Ittsai habría nacido en torno al año 1560, se desconoce la fecha exacta de su muerte. Algunos historiadores sospechan que el hombre llegó a vivir más de 90 años. Ittsai no participó en la escritura del texto en cuestión pero, esencialmente, en “Doce reglas de la espada” se sintetiza el conocimiento que el samurái transmitió oralmente a sus alumnos de “Un Corte”.
Habrían sido los descendientes de estos pupilos responsables de plasmar las reglas por escrito mucho tiempo después.
Preparado para el combate.
En el texto, traducido por Eric Shahan, se repasan las normas y técnicas que deben emplearse para derrotar a un oponente. Además, presenta un par de conjuros místicos que tendrían como finalidad mejorar el espíritu y proporcionar claridad mental al samurái.
Los conjuros traducidos no tienen estructura y su comprensión es mínima. En uno se dice que el samurái debe dibujar una serie de caracteres sánscritos sobre las palmas de sus manos, entre estos uno que representa al demonio Oni. A continuación debe unir las palmas, recitar una oración y girar las manos mientras grita fuerte y alto “un”. Finalmente, debe golpear y frotarse las palmas de las manos.
En una regla titulada “ojos del corazón” se dice que el samurái no debe observar al oponente con los ojos, sino con el espíritu. Y es que observar con los ojos abre la posibilidad a las distracciones, pero cuando se mira con la mente se permanece concentrado.
Ver con el espíritu.
Según Shahan, los japoneses que vivieron en aquella época y llegaron a ver a un samurái aplicando la regla de “ojos del corazón” seguramente fueron impresionados. “En el siglo XVII, parecía que quienes llegaban a dominar la técnica habían adquirido poderes sobrenaturales”, menciona el investigador. Sin embargo, la ciencia moderna podría explicar cómo fue que los samurái lograban ver al oponente con su “mente” y “espíritu”, en lugar de los ojos.
De acuerdo con el traductor, “la explicación sería que los humanos reaccionamos más rápido a las cosas que se desplazan sobre nuestra visión periférica, a diferencia de lo que sucede al centro de nuestro enfoque visual. Observar directamente la espada de un oponente, procesando conscientemente sus movimientos e intentando responderlos, no es la mejor opción en un duelo de espadas”.
Además, permitir que el oponente se ubique dentro de nuestro campo de visión sin concentrarnos específicamente en una parte permite que nuestra visión periférica reaccione mucho más rápido a cualquier ataque o movimiento. Las reacciones serían mucho más rápidas que si viéramos directamente al oponente.
Probablemente, estos conjuros funcionaban como un auto hipnosis o ritual de meditación previo al combate. Es indiscutible que un guerrero tiene mayor posibilidad de salir victorioso cuando ingresa al combate con la mente despejada. Entonces, seguramente existía un vínculo entre la meditación y la regla de los “ojos del corazón”, en el sentido de que los guerreros debían permitir que su cerebro reaccionara de forma libre e inconsciente a los ataques del oponente.
Los peligros de la cautela en exceso.
Una regla llamada “corazón de zorro” advierte a los guerreros que la cautela en exceso puede resultar contraproducente. El fragmento menciona que los zorros son animales naturalmente cautelosos y desconfiados, comportamientos que pueden llegar a costarles la vida. “En lugar de huir en cierta dirección, se detienen aquí y allá para observar lo que las está persiguiendo. En uno de estos atrasos, el cazador avanza y mata al zorro. La lección es que el exceso de cautela lleva a la muerte del animal”.
Si un samurái se detiene a pensar en lo que debe hacer y vacila, “el contrincante aprovechará el momento para lanzar su ataque”, señala la regla. “Por eso, es importante depurar cualquier duda de la técnica. Se debe entrenar con vigor hasta quedar completamente vacío de dudas”.
Las Doce reglas de la espada incluyen otras recomendaciones: en “pino al viento” se instruye al samurái para que no se deje llevar por el ritmo del adversario. En una regla que lleva por título “cortar” se habla sobre dominar las acciones a nivel de fracciones de segundo y “evitar cualquier pensamiento ajeno”.
Los guerreros instruidos en la escuela Un Corte entrenaban toda la vida el dominio de la espada hasta que las técnicas eran asimiladas automáticamente por sus cuerpos. Se requería de cierta fortaleza mental para permitir que su cuerpo respondiera lo más rápido posible.