En el marco de la guerra civil española, una de las peores masacres tuvo lugar el 26 de abril de 1937. El fatídico día las tropas fascistas del general Franco bombardearon la pequeña localidad de Guernica, al norte del territorio español. Esta tragedia sirvió de inspiración a Pablo Picasso, quien en la época trabajó frenéticamente en la creación de un mural titulado “Guernica”. ¿Por qué se le considera una obra maestra contra la guerra, y cuál es la mejor forma de interpretar esta obra tan deprimente?
Hoy, el Guernica se consideraba una poderosa obra de oposición política y documentación histórica. Y, aunque resulta evidente la naturaleza que imprimió Pablo Picasso a su intención artística, el simbolismo contenido en el cuadro es tan caótico como la propia tragedia. El monumental lienzo supone un reto a primera vista pues está dominado por el cubismo abstracto que caracterizó a Picasso.
Este movimiento artístico, surgido en 1907, aplanaba los objetos pintados para sacar provecho a la bidimensionalidad del lienzo. La técnica permitía al espectador apreciar el mismo objeto desde múltiples perspectivas muchas veces consideradas imposibles. Para muchos, el estilo resultaba impactante incluso en las obras más tranquilas de Picasso.
Pero tratándose de la guerra, el cubismo proporcionaba una perspectiva profunda sobre las víctimas, el grado de violencia y la destrucción. Las diversas perspectivas intensificaban el terror que pretendía comunicar el artista, de forma que los ojos que exploraban el cuadro no encontraran un solo rincón de paz.
Análisis visual del Guernica.
A la izquierda del cuadro observamos a una mujer sosteniendo en brazos a su hijo sin vida, lanzando un grito vehemente. Más abajo yace un soldado, incapaz de defender a la mujer y al pequeño pues su cuerpo está hecho pedazos. Su brazo sostiene una espada fracturada en señal de derrota.
La espada apunta a una mujer que, aparentemente, intenta escapar del desastre. Sin embargo, su pierna izquierda parece atrapada en el lugar, pese a que intenta liberarla con todas sus fuerzas. Otra de las víctimas se encuentra justo detrás de esta mujer, está siendo devorada por las llamas y en su rostro no queda ni un ápice de esperanza.
El simbolismo.
Todos los personajes que delimitan la pintura se encuentran atrapados, lo que proporciona una profunda sensación de claustrofobia a la escena. Se esperaría que el tamaño del lienzo fuera una válvula de escape para esta aprehensión, pero las dimensiones solo resaltan las atrocidades allí ilustradas a una escala casi real.
Un pequeño alivio al espectador se produce al observar a la mujer que se asoma por una ventana mientras sostiene un candil. Sin embargo, ¿realmente el brillo de la esperanza de este candil ilumina la escena? ¿O la lámpara (una representación de la tecnología moderna empleada en la guerra) es lo que le permite observar lo que sucede allá abajo?
El brazo de esta mujer que se asoma por la ventana guía al observador a la batalla, al símbolo más controversial de la pintura: los animales atrapados en una vorágine de destrucción. ¿El grito del caballo encarna al despiadado nacionalismo militar de Franco? ¿O la lanza que lo atraviesa pretende comunicar su condición de víctima? ¿Acaso el toro blanco es una representación de España, tierra de matadores, que sirve como hilo conductor en la obra de Picasso? ¿O es otro símbolo de la brutalidad presente en la guerra?
Las verdaderas víctimas.
En esta escena, los animales generan más preguntas que respuestas. Los símbolos ocultos en todo el cuadro proporcionan aún más secretos para el observador atento. En la parte superior del cuadro hay un ave desesperada intentado huir de la carnicería. Quizá la presencia de animales en la obra sea una alusión a la fecha del bombardeo, un día de mercado en que la ciudad estaba llena de persona y animales.
Al igual que el bombardeo en Guernica, la obra de Picasso está repleta de destrucción. Sin embargo, entre toda esta confusión se ocultan algunos símbolos dispuestos con entusiasmo que convierten a la pintura en una manifestación auténtica contra el fascismo. El paso del tiempo no ha impedido que el Guernica impresione a los espectadores y genere profundos debates.
Miles de observadores han intentado descifrar estas crueles imágenes, el devastador simbolismo y la compleja crítica política. Pero incluso ante la falta de una comprensión detallada, la obra de Picasso es un recuerdo latente de las verdaderas víctimas de la guerra.