Algunas teorías postulan que las cejas podrían haber otorgado una ventaja evolutiva a los humanos. Y algo parecido habría sucedido con los perros: la mirada tierna de estos animales domesticados es producto de un par de músculos que no están presentes en los lobos. Características anatómicas que, aparentemente, humanizan las expresiones de los caninos. Detrás de esa mirada encantadora se oculta la historia sobre los motivos que nos llevaron a domesticar perros, pero también sobre el comportamiento humano. Y es que esta mirada inocente persistió en el flujo evolutivo precisamente para ablandarnos el corazón.
Es imposible resistirse a la mirada encantadora de un cachorro: dos ojos enormes y brillantes que, gracias a las cejas levantadas, transmiten un sentimiento casi de compasión. Se trata de dos músculos faciales que los hacen parecer más grandes y lindos (parecidos a los bebés). Estas habilidades anatómicas serían la evidencia biológica de que los perros domesticados desarrollaron una habilidad única para comunicarse con los humanos, según lo publicado el pasado 17 de junio en la revista PNAS.
La señal más clara de que la evolución intervino rápidamente para alterar las expresiones de los perros, de forma que fueran más similares a las de los humanos, es que los lobos carecen de estas particularidades anatómicas. Evidentemente, algo así trajo muchos beneficios a la subespecie. En primer lugar, despertaron en los humanos fuertes instintos de cuidado y protección. Pero, además del cariño, tenían un suministro regular de comida que les permitía sobrevivir con mayor facilidad.
RAOL y LAOM.
Los músculos responsables por la expresión de ternura en los perros fueron llamados RAOL y LAOM. Establecen una conexión entre los músculos en torno a los ojos y cada punta de las cejas. Para tener una mejor comprensión de las estructuras musculares, los investigadores analizaron la anatomía del lobo común, el animal del que habría derivado la subespecie de los perros hace más de 30 mil años.
En ninguno de los animales estudiados se encontró el RAOL o LAOM. Sin embargo, cuando pasaron a analizar a los perros las cosas cambiaron drásticamente: cinco de las seis razas analizadas presentaban los músculos. La única raza que no tiene esta particularidad anatómica es el husky siberiano, la raza más antigua de todas.
Además, el grupo de investigación determinó en qué forma estos músculos influyen tanto al organismo de los perros como de los humanos. En ambos se observó un incremento en la liberación de oxitocina, la popular hormona del amor, cuando un perro observaba a su dueño (y viceversa).
Después de todo, el estudio es la confirmación de la sabiduría popular: la relación que los humanos han construido con los perros está basada en el compañerismo, el cariño y el amor, aunque parezca un poco exagerado. Por algo se refiere al perro como el mejor amigo del hombre.