«El porno distorsionó mi percepción de la realidad, me alejó de ella, empecé a buscar una perfección física irreal, las personas reales no eran suficientes, buscaba físicos como los que aparecen en el porno, cuerpos perfectos».
Lo cuenta Juan (nombre ficticio) un exadicto a la pornografía que no ha querido desvelar su identidad. Este joven tiene ahora 27 años recibió ayuda de «Dale una vuelta», una organización que lucha contra la adicción a la pornografía formada por psicólogos, sexólogos, expertos en comunicación y padres.
Juan comenzó a consumir pornografía con tan solo 13 años y lo hizo durante más de una década. «El ordenador de la casa estaba en mi habitación y ya con 13 años buscaba imágenes de contenido sexual en Internet. Con el paso del tiempo, los vídeos pornográficos se convirtieron en una costumbre, todos los días antes de dormir me ponía estás imágenes y me masturbaba. Así pasaron muchos años en los que no era consciente de que esto era dañino», cuenta Juan. Su vida empezó a cambiar. Mirar porno por las noches hizo que sus relaciones empezaran a deteriorarse. Juan tuvo su primera novia y sus primeras relaciones sexuales con 19 años. «Al principio las cosas iban bien, tenía relaciones con mi novia pero seguía con mis hábitos, de hecho, consumía pornografía con ella. Pero las cosas empezaron a fallar». Juan consifiesa que la pornografía modificó de tal manera su manera de ver el mundo que empezó a sentir indiferencia por los cuerpos y las relaciones reales.
No solo se vio perjudicado su relación con el entorno, también él mismo empezó a sentirse mal. «empecé a tener problemas de autoestima pero lo peor fue mi capacidad para combinar mi adicción con una vida normal y eso fue uno de mis mayores problemas. Me costó muchos años darme cuenta de que tenía una adicción, hasta los 24 años no caí en la cuenta de que lo que hacía no era normal, ni sano».
«Autodestructivo»
Para salir, Juan confesó el problema a sus amigos, concretamente a un psicólogo que lo puso en contacto con otro especializado en estos temas. «Le conté mi historia y él me hizo ver cómo este consumo compulsivo afectaba mi vida. A partir de ese momento me propuse solucionarlo y después de un viaje en el que conseguí no ver nada simplemente dejé de hacerlo. En verdad, es así de sencillo: dejar de hacerlo».
Juan confiesa que la pornografía ha sido para él autodestructiva y que la gestión de su tiempo y el deporte le ayudaron mucho a salir de ese pozo