En la Edad Media, el interés que se produjo en torno a los restos mortales, vestimenta y otros artículos relacionados a Jesús, María y los santos promovió la enorme (y muchas veces fraudulenta) industria de las reliquias. En sitios tan distantes como Armenia y Alemania aseguraban la posesión de la lanza que perforó el tórax de Jesús en la crucifixión. Algunos de estos artefactos se convirtieron en íconos tan poderosos que a muchos les resulta imposible aceptar que se perdieron para siempre, o que tal vez jamás fueron reales.
7 – El arca de Noé.
A finales del siglo XIX y comienzos del XX en la zona montañosa del noreste de Turquía, principalmente en la región del monte Ararat, se desató una auténtica fiebre por la búsqueda de la gigantesca embarcación que, según la Biblia, Noé utilizó para salvar a los animales del diluvio universal, una inundación a nivel mundial que habría sucedido en torno al año 4000 a.C. Estos emprendimientos en territorio turco jamás lograron localizar pista alguna sobre la existencia del arca.
6 – Corona de espinas.
Los primeros registros sobre la Corona de espinas datan del siglo V, época en que algunas iglesias de Jerusalén exhibían la codiciada reliquia. Sin embargo, con la llegada de los cruzados a Medio Oriente en el siglo XI, la reliquia se retiró de esta región y terminó en París, Francia. La Corona de espinas estaba en exhibición en la Catedral de Notre Dame durante el incendio pero, afortunadamente, lograron rescatarla junto con otras reliquias importantes.
5 – La huella de Mahoma.
Situado en Estambul, Turquía, el Palacio de Topkapi alberga un museo con una amplia colección de reliquias musulmanas. Entre diversos artículos relacionados a personajes bíblicos podemos encontrar una peculiar huella que, según el museo, la hizo el pie de Mahoma, auténtico fundador del islam.
4 – La Vera Cruz.
Elena de Constantinopla, también conocida como santa Elena, fue la madre del primer emperador romano seguidor del cristianismo: Constantino I. Según los registros históricos, esta mujer hizo un viaje a Palestina alrededor del año 312 para desenterrar un trozo de la cruz donde Jesús fue crucificado. Con el paso de los siglos, la Vera Cruz («Verdadera Cruz») fue desmantelada en trozos más pequeños que actualmente “se encuentran” en diversas regiones del mundo.
3 – El Arca de la Alianza.
Además de poseer poderes misteriosos, esta caja de madera chapada en oro resguardaba, según la Biblia, las tablas de piedra donde se escribieron originalmente los Diez Mandamientos. La historia oficial dice que el Arca de la Alianza desapareció (o la destruyeron) en el año 586 a.C., con la caída de Jerusalén. Sin embargo, una iglesia en Etiopia afirma poseer la reliquia, aunque nadie puede verla.
2 – Los restos de los tres reyes magos.
En la catedral de Colonia, Alemania, podemos encontrar un lujosísimo sarcófago triple que, según la leyenda, alberga los restos mortales de los Tres Reyes Magos que se presentaron en el nacimiento de Jesús. Como las osamentas llegaron a este lugar de Alemania en el año de 1164, resulta muy poco probable que realmente pertenecieran a los personajes bíblicos.
1 – El Santo Sudario.
La tela de lino que habría envuelto el cuerpo de Jesús durante su sepultura es motivo de un amplio debate. En 2017, un grupo de investigadores practicó un análisis micrográfico, prácticamente a nivel atómico, al Sudario de Turín. La conclusión fue que las partículas en el objeto son evidencia de un escenario de gran sufrimiento, cuyo protagonista fue envuelto en la dichosa mortaja.
La evidencia respalda la autenticidad de esta reliquia tan importante para el catolicismo; sin embargo, no es determinante para una polémica que se ha extendido durante más de setecientos años.