En 1986, entre el 25 y 26 de abril 31 personas perdieron la vida tras el accidente en la central nuclear de Chernóbil, a casi 150 km de Kiev, ciudad capital de Ucrania. Además de las fatalidades, 350 mil habitantes en la ciudad de Prípiat tuvieron que evacuar para evitar la nube radiactiva. Sin embargo, pocos saben que el modelo de reactor involucrado en el accidente, el RBMK-1000, no sólo operaba en la central de Chernóbil.
En entrevista para Live Science, Edwin Lyman, director de un proyecto de seguridad nuclear promovido por la Union of Concerned Scientists, argumentó que “existen diversas clases de reactores en varios países del mundo con problemas de seguridad en los que los ingenieros han trabajado para atenuarlos”.
Modelos de reactores.
El modelo más común en el mundo es el reactor de agua a presión (PWR, por sus siglas en inglés), que opera con un contenedor del material nuclear enfriado por una reserva de agua que fluye gracias a la energía liberada durante la fisión nuclear, proceso en el que un átomo se rompe liberando neutrones y calor.
El reactor en Chernóbil no era un PWR pues la tecnología que empleaba fue desarrollada en la Unión Soviética. Si bien es cierto que en el funcionamiento de un RBMK-1000 interviene un suministro de agua para el enfriamiento, esta no funciona como moderadora de la fisión. Esta última función era delegada a unos bloques de grafito, y la fisión se incrementaba a medida que el agua se evaporaba.
Cuando ocurrió el accidente, los operadores en Chernóbil llevaban a cabo una prueba que implicaba hacer funcionar el sistema con poca energía. Cuando desaceleraron las turbinas, el reactor número cuatro dejó de funcionar y provocó un calentamiento que acumuló vapor de agua hasta que se produjo la gran explosión. La cúpula del reactor, con un peso aproximado de 1,000 toneladas, quedó reducida a escombros y la radiación escapó.
Peligro latente.
Tras el incidente, casi una veintena de reactores similares al RBMK-1000 sufrieron modificaciones importantes. Tres reactores similares al de Chernóbil se mantuvieron en operación hasta la década del 2000 en Rusia, pero hoy están inactivos, así como otras dos instalaciones en territorio lituano, que cesaron operaciones cuando la nación se integró a la Unión Europea.
“Tienen aspectos fundamentales en el diseño que no pueden repararse sin importar lo que hagan. De ninguna forma diría que lograron aumentar la seguridad de los reactores hasta el estándar que se espera de un reactor de agua a presión estilo occidental”, acusó Lars-Erik De Geer, del Instituto Sueco de Investigaciones para la Defensa.