La primicia principal de un nuevo campo de estudio denominado “neurobiología vegetal” es que las plantas son mucho más complejas de lo que aparentan. Aunque no tengan capacidad de expresar emociones o sentimientos, sí llegan a manifestar comportamientos mucho más complejos de lo que se cree. Por esta razón, los científicos vienen argumentando que las plantas están dotadas de inteligencia y, tal vez, conciencia.
La investigación de Cleve Backster.
Los antecedentes de esta postura se remontan a 1966, año en que Cleve Backster, un especialista en polígrafo de la agencia de inteligencia estadunidense, realizó experimentos en torno a la posibilidad de que las plantas pudieran poseer conciencia. A su vez, el estudio de Backster se inspiró en los experimentos del botánico bangladesí Jagadish Chandra Bose, quien sugirió que el crecimiento de las plantas podía acelerarse al recibir diversos estilos de música.
Backster se valió de un galvanómetro (instrumento especializado que detecta señales eléctricas de muy baja intensidad) para realizar una serie de experimentos donde descubrió que las plantas reaccionan a pensamientos positivos y negativos.
Uno de los experimentos consistía en que un voluntario pisoteara una planta hasta matarla dentro de una habitación con otras plantas cerca. Después, mediante el polígrafo Backster encontró que esas mismas plantas reaccionaban de forma especifica a la presencia del “asesino”, como si lo reconocieran mediante un brote de actividad eléctrica cuando el voluntario se les acercaba.
Sin embargo, la investigación de Backster llegó al punto de resultar poco creíble cuando sugirió que las plantas podían comunicarse telepáticamente.
Las nuevas propuestas.
Durante todas estas décadas el área de estudio se abordó muy pocas veces. Pero, en los últimos años ha surgido un renovado interés por desentrañar la naturaleza existencial de las plantas. En 2006, mediante un artículo publicado en Trends in Plant Science un grupo de biólogos sugirió que los comportamientos de las plantas van mucho más allá de simples procesos bioquímicos o genéticos.
Estos investigadores acuñaron el término “neurobiología vegetal” en un intento por comprender la forma en que las plantas procesan la información que obtienen del medio ambiente para un desarrollo, diseminación y reproducción más eficientes. Las observaciones revelaron una serie de comportamientos coordinados a través de alguna clase de “sistema integrado de comunicación, señalización y respuesta” en cada planta.
Este sistema sería capaz de procesar numerosas variables del medio ambiente como la luz solar, agua, microorganismos, temperatura, toxinas, componentes del suelo e incluso gravedad. Por si fuera poco, las plantas emplean señales eléctricas para producir químicos parecidos a los que generan las neuronas en los animales, comunicándose con otras plantas. Aunque no dispongan de un órgano parecido al cerebro, todo esto sugiere que disponen de alguna clase de inteligencia.
¿Las plantas son inteligentes?
Algunos estudios señalan que las plantas han logrado evolucionar entre 15 y 29 sentidos diferentes, similares a los sentidos del humano. Stefano Mancuso, especialista en fisiología de plantas que participó en el estudio de 2006, cree que las plantas también tienen pensamientos, ligeramente distintos a los nuestros. Esto les permite recopilar información del ambiente y reaccionar de la forma que mejor beneficie al organismo como un todo. También se comunican entre sí con un repertorio de 3 mil sustancias químicas diferentes.
Si bien es cierto que las plantas podrían disponer de una especie de inteligencia que les permite reaccionar al medioambiente, otros biólogos rechazan la posibilidad de que tengan cualquier sistema mínimamente parecido a un sistema neurológico, incluso de que posean un ápice de conciencia.
Lincoln Taiz, experto en fisiología de las plantas de la Universidad de California en Santa Cruz, piensa que la polémica generada por el concepto de neurobiología vegetal subyace en la posibilidad de que las plantas puedan experimentar emociones como el dolor o la felicidad, tomar decisiones con determinado fin e incluso tener conciencia.
“Las posibilidades de que esto sea verdadero son inexistentes, pues las plantas ni siquiera necesitan de una conciencia”, señaló Taiz en una publicación de la revista Trends in Plant Science. Un comportamiento sofisticado no está vinculado a un sistema nervioso y, debido a la demanda de energía que algo de esta clase implicaría, resultaría contradictorio con su existencia orientada al Sol.
Cambiando paradigmas.
Taiz también dice que sería horroroso para una planta gozar de conciencia y sentir dolor. ¿Imaginas lo que significaría algo así en los grandes incendios? Por otro lado, si a muchos seres humanos les resulta incómodo pensar en los animales que mueren para alimentarnos, sería mejor que las plantas no tuvieran idea de su existencia.
Aunque no existe un acervo sólido de investigaciones que respalde la idea de inteligencia y conciencia en las plantas, el campo general de la neurobiología vegetal ha empezado a mermar la comprensión tan supremacista que tenemos de la naturaleza.