En el acervo criminal de la humanidad figuran personajes que han sembrado miedo y horror en la vida de los ciudadanos. Jack el Destripador, la Dalia Negra y el Asesino del Zodiaco son algunos de los asesinos que terminaron convertidos en leyenda por la literatura y el cine gracias a su habilidad para aterrar a la población y escapar de la justicia. Sin embargo, existen asesinos que prefieren mantener el anonimato y su astucia para lograrlo es impresionante.
Una oscura historia familiar.
Un sujeto llamado Jack Follman relató la historia sobre un crimen sucedido muchas décadas antes en el que estuvo involucrada su propia familia. Y aunque su hallazgo no llegó a ocupar los titulares, ciertamente sembró un montón de incertidumbre en todos aquellos que llegaron a saber de esto. Jack Follman, oriundo de Los Angeles, se encontraba en Instagram sumergido en una serie de fotografías sobre crímenes célebres acaecidos en su ciudad de origen durante las últimas décadas. Tras finalizar la serie sobre la familia Manson, el hombre estaba listo para ir a dormir.
Sin embargo, cuando estaba a punto de apagar el teléfono y caer en los brazos de Morfeo, una fotografía en el carrusel de los asesinatos más famosos de Los Angeles llamó poderosamente su atención. Vio una casa que le resultaba familiar y, al inspeccionarla más detenidamente, quedó boquiabierto. Era una antigua fotografía de la casa de su abuela. Pensó que se trataba de un error pues, hasta donde sabía, la propiedad jamás fue escena de un homicidio. Jack conocía algunas anécdotas del mundo hollywoodense que habían sucedido en la casa de su abuela, pero nada siniestro.
Ahora, al hombre le resultaba imposible evitar preguntarse si su familia le había ocultado algún secreto oscuro. De hecho, un pequeño párrafo adjunto a la imagen le confirmó la sospecha de que su familia protagonizó un caso criminal bastante serio a mediados del siglo XX. “Esta propiedad en el numero 3918 de la calle North Luker fue escenario de los misteriosos asesinatos de LA Gatsby en 1947”, decía la descripción de la fotografía.
La impostora y el crimen perfecto.
Follman jamás había escuchado sobre los asesinatos de L.A. Gatsby, pero no cabía duda que aquella era la casa de su abuela. Así, profundizó en la investigación sobre este episodio criminal de Los Angeles. Resulta que el 31 de octubre de 1947, la señora Abigail Hanover (abuela de Jack) fue anfitriona de una fiesta en su mansión de Los Angeles. Recibió aproximadamente 50 invitados, incluidas personas a las que la señora Hanover supuestamente no conocía muy bien, lo que terminó convirtiéndose en un problema.
Cuando la anfitriona decidió retirarse a su habitación, en la propiedad aún quedaba un reducido grupo de invitados. Sin embargo, a la mañana siguiente encontró que todos se habían retirado menos cuatro individuos. Los encontró muertos en su sala de estar. La policía identificó a una mujer y tres hombres que habían muerto envenenados, aunque jamás encontraron la sustancia que los mató. Entre los muertos, la mujer dedicada a la prostitución de nombre Jessica Lucas se convirtió en el centro de atención del incidente.
Como la policía eximió a Abigail de toda irregularidad o vínculo con el crimen, a los medios no se les permitió publicar documentos que sugirieran lo contrario. Sin embargo, un periodista de The Times condujo su propia investigación privada, y lo que descubrió en el transcurso de una década fue algo verdaderamente enfermo.
Resulta que Abigail Hanover fue demandada por sus sobrinos tras la muerte del hermano. Los hijos del fallecido la acusaban de ser una impostora. Argumentaban que la prostituta Jessica Lucas suministró el veneno a los tres hombres y a la auténtica Abigail. Cuando la policía llegó a la escena del crimen, Lucas se presentaría como la señora Hanover.
La historia y el crimen tenían sentido, pues Abigail era una mujer muy rica y Jessica quería apoderarse de la fortuna. Además, Abigail Hanover tenía relaciones con otras mujeres en secreto, muchas de las cuales eran prostitutas. Probablemente, Jessica Lucas era una de sus amantes. Para empeorar la situación, las mujeres tenían un parecido asombroso.
Confrontando a una asesina.
Pese a las acusaciones, la justicia se puso del lado de Abigail (quien realmente podría haber sido Jessica). Al poco tiempo contrajo matrimonio y tuvo un hijo, el padre de Jack, pero la mujer siguió viviendo en la mansión incluso tras la muerte de su esposo. Tras procesar toda esta información, Jack no sabía qué hacer. ¿Era su abuela una asesina e impostora? Hablamos de una anciana de 92 años que sería confrontada por su nieto sobre un pasado muy lejano y oscuro.
Jack Follman se presentó en la vieja mansión de la calle North Luker lleno de dudas.Como era usual, la abuela Abigail lo recibió con una sonrisa y un abrazo; sin embargo, aquellas muestras de afecto no se sentían igual que antes. Algo en la cabeza de Jack lo hacía creer que estaba frente a una asesina.
Durante la cena, Jack confrontó a su abuela sobre lo que acababa de descubrir. Sin embargo, la anciana se limitó a responder que la policía se había equivocado de dirección, pues las muertes realmente sucedieron algunas propiedades más allá. Evidentemente, Jack no creyó nada. Posteriormente, alrededor de la una de la mañana, Jack se despertó por el sonido de la silla eléctrica en la que solía desplazarse su abuela. Siguió el sonido a oscuras dentro de la casa hasta que eventualmente llegó al final del pasillo, a una habitación donde nunca había estado.
Sigilosamente, Jack ingresó al lugar. Encontró la silla dispuesta en la parte trasera de aquella pequeña habitación. Y antes de que pudiera explorar el lugar más a fondo, su abuela lo sorprendió desde atrás. Debido a la impresión quedó momentáneamente paralizado. Tras una pequeña discusión, su abuela regresó a la cama. Por otro lado, Jack decidió irse de la mansión, pero, justo antes de subir a su auto, la abuela le confesó por teléfono algo que le heló la sangre.
“Ya sabes, en ocasiones es mejor dejar que los secretos mientan cuando funcionan a tu favor”, confesó. Jack no supo que decir. Simplemente colgó el teléfono, se subió al auto y fue directamente a su casa lo más rápido que pudo. A la mañana siguiente, su madre le llamó para notificarle que su abuela acababa de fallecer. La historia es algo totalmente surrealista. Mientras se arreglaba para ir con la familia y declarar ante la policía, sintió algo extraño en el bolsillo de su sudadera.
Se trataba de un peine dorado con dos letras cursivas gravadas: “JL”. Jack se preguntó si tenía sentido sacar la historia a la luz después que su abuela muriera. Tras pensarlo un poco, decidió permitir que los secretos siguieran mintiendo.