La 55ª edición del Wildlife Photographer of the Year ya está en marcha y la competencia es reñida entre las mejores imágenes de vida salvaje. Más de 48 mil fotógrafos de cien países concursan en una de las premiaciones internacionales con mayor prestigio en el ámbito de la fotografía de naturaleza. El próximo 15 de octubre, en el Museo de Historia Natural de Londres, se llevará a cabo el evento de premiación.
Las fotografías ganadoras serán exhibidas desde el 18 de octubre hasta el 31 de mayo de 2020. Échale un vistazo a algunas capturas que participan en la competencia de este año.
If penguins could fly (“si los pingüinos pudieran volar”).
El fotógrafo Eduardo Del Álamo capturó a un pingüino juanito (Pygoscelis papua) emprendiendo la huida para librarse de las fauces de un leopardo marino (Hydrurga leptonyx) en aguas de la Antártida. No se trató de una toma espontánea, pues el fotógrafo había divisado a la foca acechando y al pingüino descansando sobre el tempano de hielo.
Instantes después, la foca emergió del agua con la boca completamente abierta y el pingüino logró salir ileso. El leopardo marino es un depredador excepcional que suele perseguir a su presa por más de 15 minutos antes de comerla. La escena tuvo lugar cerca de la isla de Cavelier.
Lucky break (“golpe de suerte”).
En una granja de Saskatchewan, una provincia al oeste de Canadá, el fotógrafo Jason Bantle capturó a un mapache hembra (Procyon lotor) asomando la cabeza por el parabrisas roto de un Ford Pinto modelo 1970.
La fotografía se titula “golpe de suerte” pues el fotógrafo la planeó con varios años de antelación. Tras descubrir el automóvil en este lugar, lo visitó durante varios veranos hasta que logró capturar la fotografía perfecta. En el asiento trasero del Pinto encontró a cinco crías de mapache.
Jelly baby (“medusa bebé”).
Fabien Michenet capturó esta maravillosa imagen de un lucio europeo (Esox lucius) que usa a una pequeña medusa como escudo contra los depredadores. La fotografía se tomó a 20 metros de profundidad en aguas de Taití, la isla más grande de la Polinesia Francesa.
Beach waste (“basura en la playa”).
Durante un patrullaje de rutina que hacía con personal del Refugio Nacional de Vida Silvestre en Bon Secour, en el estado de Alabama, el fotógrafo Matthew Ware encontró una escena inesperada y cruel. Se trataba de una tortuga marina (Lepidochelys) atada con una cuerda a una silla de playa.
Esta clase de tortuga tiene un tamaño promedio de 65 centímetros de largo y es una de las especies marinas más devasta por los humanos en las últimas cinco décadas. Además de la basura y el equipo de pesca descartado en los océanos, la tortuga ha sido diezmada por la actividad predatoria humana, donde se incluye el consumo de su carne, huevos y aceite.
Last gasp (“el último suspiro”).
Adrian Hirschi capturó el trágico momento en que una cría de hipopótamo es atacada por un macho adulto de la misma especie en el Lago Kariba, Zimbabue. Atrás, la madre sólo puede observar mientras su bebé es masacrado.
Touching trust (“toque de confianza”).
En Laguna San Ignacio, México, el fotógrafo Thomas Peschak capturó el preciso instante en que un turista a bordo de un barco mete la mano al agua mientras una ballena gris (Eschrichtius robustus) se aproxima. Durante la época invernal, cuando las ballenas llegan a este lugar para completar el ciclo reproductivo, es común que los turistas interactúen con las ballenas adultas y sus crías.
El periodo reproductivo de la ballena gris se extiende por 12 meses, y las hembras adultas pueden alcanzar los 15 metros de longitud. Las crías tienen un tamaño promedio de 4.5 metros.
Canopy hangout (“pasando el rato en las copas”).
El fotógrafo Carlos Pérez Naval capturó a un perezoso bayo (Bradypus variegatus) durante un paseo familiar en el Parque nacional Soberanía, en Panamá. El macho descansa sobre la rama de un árbol nativo de Brasil que figura entre las peores especies invasoras del planeta.
Cool drink (“bebida helada”).
En la isla japonesa de Hokkaido, la fotógrafa Diana Rebman observó a varios pájaros lamiendo la punta de un colgante de hielo a medida que el calor del Sol lo derretía. Sorprendida por el hecho de que cada ave se turnaba para beber, capturó a un mito (Aegithalos caudatus) deleitándose con el agua helada. Poco después de la foto, el hielo se desprendió y se hizo pedazos en el suelo.
The climbing dead (“el escalador muerto”).
Durante un trabajo de campo en una región del Amazonas perteneciente a Perú, Frank Deschandol capturó a un gorgojo (Curculionoidea) en un estado aterrador. El animal estaba prácticamente muerto, pero como si se tratara de un zombi una especie de hongo que sobresalía de su tórax lo controlaba.
Mientras el gorgojo está con vida, este hongo lo parasita tomando el control de sus músculos. Cuando el animal finalmente muere, la estructuras que creó el hongo funcionan como puntos de contaminación desde donde las esporas invaden a otros animales.
Sleeping like a Weddell (“durmiendo como una Weddell”).
Esta foca de Weddell (Leptonychotes weddellii) duerme plácidamente mientras el fotógrafo Ralf Schneider captura la escena. Se encontraba en la Bahía Larsen, un estrecho de las Islas Georgias del Sur, en el Atlántico.
Estas focas pueden alcanzar los 3.5 metros de largo y son capaces de sumergirse hasta medio kilómetro en aguas heladas. La foca de Weddell es capaz de mantenerse bajo el agua por más de una hora gracias a las reservas de mioglobina que tienen en los músculos.
The wall of shame (“el muro de la vergüenza”).
Esta fotografía, obra de Jo-Anne McArthur, muestra los restos de varias víboras de cascabel (Crotalus durissus) entre huellas de sangre hechas por las personas que retiraron la piel de los animales. Los animales murieron a manos de un grupo de cazadores durante un festival en Sweetwater, Texas, Estados Unidos.
En ese lugar, las serpientes son encerradas en jaulas en condiciones deplorables. Después, los cazadores usan gasolina para poder sacarlas de su encierro.
The hair-net cocoon (“el capullo en la redecilla”).
Al sur de China, en el bosque Xishuangbann, el fotógrafo Minghui Yuan encontró este delicado capullo de polilla (Cynamoth). En la imagen se observa una jaula construida por el mismo animal. La estructura, de apenas cuatro centímetros, sirve como protección contra los depredadores, aunque no resulta efectiva contra el ataque de avispas. Para mantenerse suspendido al interior, el animal fabrica una red casi invisible a su alrededor.