Lise Meitner nació en 1878 en Viena, en el seno de una familia de origen judío que había abrazado el protestantismo. Su amor por la química y la física la llevaron a estudiar en la Universidad de Viena, donde se doctoró en 1907 y en la de Berlín, donde siguió las clases de Max Planck. Trabajó durante casi 30 años con Otto Hahn a pesar de que al principio su condición de mujer hacía que no cobrase ningún sueldo y tuviera que entrar por una puerta escusada a un pequeño laboratorio del sótano, estándole vetada la entrada a las aulas y los laboratorios.
Su valor fue reconocido y fue profesora del Instituto Kaise Wilhelm y de la Universidad de Berlín entre 1926 y 1933. A partir de ese momento y tras la anexión de Austria a Alemania le fueron aplicadas las Leyes de Nuremberg, hecho que desembocó en que en 1938 sus compañeros la ayudaron a escapar hacia Suecia. Allí se unió al grupo de investigación atómica del Instituto de Manne Siegbahn en la Universidad de Estocolmo.
Durante su colaboración con Otto Hahn formó parte del equipo que descubrió la fisión nuclear e incluso fue su interpretación de lo ocurrido en la investigación lo que hizo avanzar el proyecto. Sin embargo, cuando le dieron el Premio Nobel a Otto Hahn y a pesar de que, incluso tras el exilio, seguían colaborando, ni siquiera la mencionó. Su caso se considera uno de los más flagrantes de descubrimientos realizados por mujeres científicas y que el comité del Premio Nobel pasó por alto en favor de sus compañeros varones.
Lise Meitner fue despreciada por su doble condición de mujer y judía. A pesar de eso se la considera la «madre de la fisión nuclear». Lise Meitner fue nominada un total de 48 veces para el Premio Nobel por diversas instituciones y compañeros científicos, pero se le negó el premio, aunque a lo largo de su vida recibió otros muchos galardones por sus grandes contribuciones a la química y la física. Murió en Cambridge, Reino Unido, en 1968. Afortunadamente, hoy en día se están reconociendo los méritos de esta extraordinaria científica.
Cuando se descubrió la fisión y la energía que se generaba en ella, se empezó a hablar de crear una bomba de fisión de uranio en los dos bandos que se enfrentaron en la Segunda Guerra Mundial. Lise Meitner amaba su trabajo por encima de todo, pero rechazó colaborar en el Proyecto Manhattan ya que no quería tener nada que ver con la fabricación de una bomba. Fue la única física nuclear que no aceptó. Se oponía completamente a las armas nucleares y abogaba por el uso de la energía nuclear para fines pacíficos.
Tras las bomba de Hiroshima hizo un manifiesto pidiendo que los científicos reflexionasen sobre las consecuencias morales de sus logros. En su epitafio su sobrino, el científico Otto Frisch, dejó escrito: «Lise Meitner, una física que nunca perdió su humanidad».
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