La vida de Tubman, a quien llamaban la «Moisés de su pueblo» en el Ferrocarril Subterráneo, estuvo marcada por una crueldad impresionante y una valentía suprema.
Figura entre los estadounidenses más famosos de la historia: una mujer tan valiente que intentó escapar de la esclavitud en dos ocasiones y con tanta determinación que inspiró a muchos más esclavos a huir. Admirada por algunas de las mentes más influyentes de su época y con apodos como «Moisés» y «General», trajo esperanza a generaciones de estadounidenses, tanto esclavizados como libres. Ella era Harriet Tubman y su vida estuvo marcada por una crueldad impresionante y un éxito improbable.
Nació como Araminta «Minty» Ross en Maryland en torno al año 1820, con padres esclavizados. De niña, su amo fue el esclavista Edward Brodess. Cuando tenía 13 años, un supervisor le lanzó una pesa de metal a un hombre esclavizado para que volviera a trabajar, pero acabó dándole a ella y provocándole un traumatismo craneoencefálico. Empezó a tener sueños vívidos y síntomas similares a la epilepsia del lóbulo temporal; interpretaba las visiones como símbolos divinos y adquirió un profundo sentimiento religioso.
Siendo una mujer joven, se casó con John Tubman y se cambió el nombre. John era libre, pero su categoría no era suficiente como para proteger a su mujer, ahora llamada Harriet, de que la vendieran de forma arbitraria. En 1849, Brodess intentó venderla pero no encontró comprador debido al estado de salud de Harriet. Cuando Brodess murió, parecía seguro que la separarían del resto de su familia. Así que Harriet huyó por primera vez junto a sus hermanos. La huida fracasó cuando sus hermanos regresaron a la finca de los Brodess. Poco después, decidió marcharse sola.
Tubman llegó a Pensilvania desde Maryland con la ayuda del Ferrocarril Subterráneo. Una vez allí, intentó liberar a otros miembros de su familia de la esclavitud. Volvería a Maryland en 13 ocasiones para rescatarlos. Por el camino, proporcionó información a otros esclavos para ayudarlos en su propia lucha. Armada con un revólver y con su fe, condujo a hasta 70 esclavos a la libertad.
Aunque era analfabeta y carecía de formación oficial, utilizó sus experiencias en la esclavitud para ayudar a la causa abolicionista. Trabó amistad con prominentes abolicionistas e intelectuales, blancos y negros, y aprovechó estos vínculos favorables para conseguir apoyo financiero para su causa. Como «maquinista» más famosa del Ferrocarril Subterráneo, la apodaron Moisés en referencia al personaje bíblico que sacó a su pueblo de la esclavitud. Durante la guerra de Secesión, ayudó a los esclavos huidos en los campamentos unionistas y trabajó para el ejército unionista como exploradora y espía. En 1836, dirigió una expedición armada en territorio confederado.
Tras la guerra de Secesión, Tubman continuó su activismo, luchando por el sufragio femenino y defendiendo a los afroamericanos libres. Aunque era pobre y no gozaba de buena salud en sus últimos años, nunca abandonó el activismo. En 1896, compró una propiedad de 10 hectáreas en el norte del estado de Nueva York que más adelante se convertiría en una residencia para la gente anciana e indigente de color. Falleció allí en 1913.
Gran parte de la historia de Tubman está rodeada de mitos, pero aún la veneran por la valentía que no solo la ayudó a huir, sino a ayudar a otros mientras intentaba no ser capturada. Durante un tiempo, incluso iba a figurar en la divisa estadounidense en un diseño planificado para remplazar la cara de Andrew Jackson por la suya en los billetes de 20 dólares. Ahora, esos planes están suspendidos, bloqueados por el cambio de gobierno y supuestos problemas técnicos. Quizá Harriet Tumban no llegue a recibir ese guiño simbólico, pero sigue siendo una de las figuras históricas estadounidenses más conocidas.
Nota Cortesía de Pato
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