Cuando los bebés empiezan a hablar manifiestan un comportamiento denominado “balbuceo”. Esta creación de sonidos aleatorios eventualmente evoluciona a una “ecolalia”, donde repiten automáticamente los sonidos del entorno. “Mamá” es una palabra casi universal en el lenguaje humano por dos simples razones: es un sonido muy básico y la enunciación asemeja el movimiento de la boca al succionar el pecho de la madre.
Para los lingüistas, el habla humana está categorizada en función de la parte bucal que se involucra para expresarse. Entre las formas más simples de una enunciación sonora encontramos las “labiales” y los “sonidos vocales amplios”.
Como su nombre lo sugiere, las formas labiales son aquellas que se producen con los labios: “bu”, “mu”, “pu”. Como los labios humanos poseen una gran cantidad de terminaciones nerviosas, los bebés acostumbran a frotarlos entre sí pues les resulta estimulante. Y los “sonidos vocales amplios” también los encontramos en bebés por un motivo similar: no son más que sonidos crudos como “ahh” y “uhh”, lo que los vuelve sonidos extremadamente simples y satisfactorios a la hora de jugar.
Sin embargo, comprender realmente porque “mamá” es una palabra tan universal requiere que nos centremos en la pronunciación de la palabra. Si en este momento dices “mamá” en voz alta, empezarás presionando los labios, a continuación, la palabra empieza a resonar en tu garganta y luego se mantiene al abrir abruptamente la boca.
Este movimiento es una imitación exacta del que hace un bebé para succionar el pecho de su madre, lo que lo convierte en el sonido y movimiento más natural asociado con la maternidad. Siguiendo esta lógica, las primeras palabras de los humanos tienen más que ver con la necesidad de alimentarse que con un llamado a su madre.