John Ssebunya estaba por cumplir tres años de edad cuando se perdió en el bosque, y en ese momento su vida cambió radicalmente. El pequeño ugandés atestiguó una traumática experiencia en la que su padre asesinaba a su madre. Se desconoce la fecha exacta del fatídico evento, pero es el parteaguas de esta historia.
Adoptado por macacos.
En aquella década de 1980, John Ssebunya vivía en la región de Bombo, Uganda. Temiendo que su padre también lo asesinara, el pequeño John simplemente escapó. Tuvo tan mala suerte en la huida que terminó en un lugar inhóspito y aterrador para cualquier niño de esa edad: el bosque.
Durante esos primeros años de vida, el pequeño forjó lazos profundos con los macacos. En un reportaje publicado por The Guardian, John Ssebunya relató sus vagos recuerdos de aquel primer contacto con los primates. Sucedió cuando un pequeño grupo se le acercó para ofrecerle nueces y raíces.
Al comienzo, los macacos se mostraron cautelosos ante la presencia del niño. Sin embargo, en el transcurso de unas cuantas semanas le enseñaron a trepar árboles y buscar comida. Lo criaron como uno de los suyos hasta que cumplió seis años de edad.
El rescate de John Ssebunya.
Corría el año de 1991 cuando Millie, una habitante del lugar, recorría el bosque y observó algo extraño en un grupo de macacos. Uno de sus miembros no tenía cola como el resto. Y al observarlo más detalladamente, la mujer se sorprendió: se trataba de un niño.
Inmediatamente, Millie solicitó ayuda. Cuando los humanos llegaron al bosque, los compañeros primates de John se volvieron locos, arrojando piedras y gritando en un intento por ahuyentar a los intrusos. Sin embargo, el pequeño no mostraba la misma resistencia que los animales y fue rescatado. Posteriormente, lo instalaron en un orfanato.
Como su organismo no estaba acostumbrado a la clase de alimento proporcionada por los cuidadores, el pequeño John Ssebunya pasó varios días enfermo. Mientras tanto, el equipo médico lo desparasitaba y retiraba algunas larvas de gusano instaladas en la espalda. El informe señala que algunos de estos parásitos alcanzaban el metro de longitud. El niño también presentaba múltiples cicatrices y heridas.
Volviendo a la civilización.
Paul y Molly, los encargados del orfanato, recibieron la ardua tarea de rehabilitar a John Ssebunya para reintegrarlo a la civilización. El niño ni siquiera podía caminar erguido, y mucho menos expresarse con palabras. «Era un completo salvaje», recordó Paul. «Tenía el cabello muy largo, lo que aparentemente es algo común en niños ferales. Como se apoyaba sobre las rodillas, se habían vuelto casi blancas. Sus uñas crecieron mucho, hasta el punto de enrollarse».
Poco a poco, John Ssebunya aprendió a hablar y se integró al coro infantil de Pearl of Africa, una ONG en Uganda. En 1999, la experiencia del niño se hizo famosa a nivel mundial gracias a un documental producido por la BBC.
Durante una entrevista para ese documental, la dentista Hillary Cook, que también ayudó en la organización del coro en el que participó John, mencionó que el niño era muy distinto al resto y poseía características únicas. «Es un niño tímido que habla con dificultad, pero cuando canta su voz es maravillosa», señaló la dama.
El niño feral: John Ssebunya.
Afortunadamente, el padre de John Ssebunya jamás reclamó la patria potestad. De hecho, se cree que murió en el conflicto civil que estalló en Uganda a principios de la década de 1990. En la orfandad y tras salir del bosque, quedó al cuidado de Paul y Molly.
A los 14 años, en compañía de los cuidadores adoptivos, el joven confesó que se sentía muy agradecido con los macacos, pues su protección también le permitió ser amado por humanos. En 2012, la antropóloga Mary-Ann Ochota aseguró que la historia de John Ssebunya era auténtica: «No se trata de otra leyenda, es un caso real que investigamos», escribió.