¡Niños, tengan cuidado! Si se portan mal, William “Minnie” Dean vendrá por ustedes. La cruel baby farmer escocesa se convertiría en la única mujer en ser ejecutada en la historia de Nueva Zelanda. Un siglo después de su muerte, la leyenda sobre su infamia se popularizó a través de libros, obras de teatro y la canción The Ballad of Minnie Dean, de la cantante neozelandesa Helen Henderson.
Minnie Dean, la baby farmer.
Minnie Dean solía ganarse la vida criando bebés en Winton, Southland, Nueva Zelanda. Sin embargo, en 1895 murió en la horca tras asesinar a varios niños. Con 50 años a cuestas, Minnie Dean y su esposo administraban una especie de orfanato rural en la localidad de Winton, una pequeña población al sur del territorio neozelandés. Una práctica que en la época se conocía como “baby farming”, y consistía en cuidar niños a cambio de dinero.
Los Dean eran pobres, y este trabajo les aseguraba ingresos para subsistir. Aceptaban hijos de madres solteras, o mujeres que ya tenían demasiados hijos y no podían criar a más. En una época donde convertirse en madre soltera era un flagelo social, el término “baby farming” transmite el descontento de las clases altas con estas mujeres. En la región corría fuerte el rumor de que los niños a cargo de Minnie Dean sufrían un maltrato sistemático.
Sospechas de maltrato infantil.
En 1891, Minnie Dean visitó a un médico para tratar a un bebé de apenas seis semanas con un grave cuadro de desnutrición. El pequeño murió ese mismo día a causa de complicaciones cardíacas y pulmonares. La mujer enfrentó un juicio por negligencia, pero terminó absuelta. Sin embargo, el médico externó su preocupación por las condiciones de la vivienda en que se “cuidaba” a los pequeños. Desde entonces, la baby farmer quedó en la mira de la policía.
Macabro hallazgo en Winton.
Cuatro años después, Minnie Dean terminó en prisión acusada del asesinato de Dorothy Edith Carter, una pequeña de tan sólo 1 año de edad. Supuestamente, en un viaje entre Southland y South Otago mató a un niño y ocultó su cuerpo en una caja, que descartó en el camino. De regreso recibió a otro pequeño en Clinton, a quien también asesinó, colocó en una caja y descartó en el viaje de vuelta a Winton. Sin embargo, la búsqueda a lo largo de las vías férreas resultó infructuosa. Pero, la investigación descubriría cosas peores.
“Esta mañana, la policía de Winton inició las excavaciones en el jardín [de los Dean]. Localizaron los cadáveres de dos niñas. Como los cuerpos aún estaban frescos, se supone que las sepultaron recientemente”, publicó The New Zealand Herald el 11 de mayo de 1895.
Posteriormente, en la granja de Minnie Dean se localizó el cuerpo de un pequeño de cuatro años. Dorothy Edith Carter murió envenenada con una sobredosis de láudano. En esa época, la preparación a base de opio se empleaba como medicamento para tranquilizar a los niños hiperactivos. El otro infante murió asfixiado.
El juicio de Minnie Dean.
Alfred Hanlon, el abogado de Minnie Dean, defendió a su cliente argumentando que todas las muertes eran accidentales. Supuestamente, el único error de Minnie Dean fue sepultar a los niños y ocultar sus muertes pues no quería publicidad negativa para su negocio de baby farming. El 21 de junio de 1895, el jurado encontró culpable a Minnie Dean por el asesinato de Dorothy Edith Carter y la sentenciaron a muerte. En los meses posteriores la mujer alcanzaría a redactar su historia de vida.
En el documento mencionaba que cuidó a 28 niños a los que crio como a hijos. De esos, cinco gozaban de buena salud cuando la policía irrumpió en su granja, seis murieron mientras los cuidaba y sólo uno regresó con sus padres. Además de dos jovencitas a las que adoptó como hijas, jamás se supo del paradero de los otros 14 pequeños.
Ejecución en la horca.
Minnie Dean jamás aceptó la culpa. Tom Long, el verdugo oficial de Nueva Zelanda, la ejecutó en la horca de Invercargill. Cuando estaba en la trampilla lista para morir, se le preguntó si tenía unas últimas palabras: “No. Sólo que soy inocente”, respondió la mujer.
En Nueva Zelanda, Minnie Dean se integró al folclore local tras su muerte. Existen muchas leyendas en torno a este personaje: algunos afirman que alrededor de su tumba no crecen plantas o viven animales. También surgió la historia de que asesinó a los niños perforando las cajas donde los metía con ganchos de tejer. O que los desaparecidos sirvieron como alimento para los cerdos de su esposo.
“Minnie era el coco de nuestra ciudad cuando yo era niña. Si desobedecías a tus padres o te portabas mal, la advertencia era la misma: ‘será mejor que te comportes o te enviaré a la granja de Minnie Dean y jamás volverán a saber de ti’”, señaló la cantante Helen Henderson, que escribió una canción sobre Minnie Dean en 1999 tras pasar su infancia en Southland. La letra captura la macabra fascinación por el caso.
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