viernes, 26 de febrero de 2021

La Prostitución en la antigua Roma.

 


La prostitución era considerada como un bien social.

Tras la poda (puta), con las ramas de los árboles, las mujeres que deseaban quedarse embarazadas eran azotadas ritualmente, las sacerdotisas ejercían la prostitución sagrada en honor a la diosa. Con el paso del tiempo el nombre de la diosa paso a denominar a al mujer que ejercía la prostitución.

El verbo fornicar proviene de la denominada fornices, que eran las celdas donde las prostitutas recibían a sus clientes.

El Leno era el encargado de mantener el orden y cobraba una comisión del servicio de la prostituta.

Para los romanos había tres tipos de prostituta: la prostituta (que esta dispuesta) era la que entregaba su cuerpo a quien ella quería. La pala (sin elección) aceptaba a cualquiera que pudiera pagar el precio demandado y la meretrix ( la que gana) era la que se ganaba la vida por si misma.

Cada prostituta a la entrada de su celda tenia un dibujo con el que hacia referencia a su especialidad o trabajo a realizar.

Las prostitutas consideraban la felación (fellatio) como el vicio más repugnante, que un cliente podría solicitar. Era el servicio más caro y se supone que era por la falta de higiene de algunos clientes.

Las prostitutas y mujeres de costumbres licenciosas, eran obligadas a vestir con una túnica corta y oscura para diferenciarlas del resto de mujeres.

Las malas lenguas decían que Mesalina tenia una celda alquilada a su nombre y ejercía la prostitución para saciar su apetito sexual bajo el seudónimo de Lycisca; al acabar la jornada pagaba su comisión al Leno y se iba a palacio. Comentan que por una apuesta con otra prostituta se trabajo en una jornada a una centuria.

Las statio cunnulingiorum, eran los lugares donde los protitutos se ofrecían para practicar sexo oral a sus clientas.

Las mujeres romanas, para evitar quedarse embarazadas, buscaban amantes espadones, es decir, castrados en edad adulta y que no tenían por tanto rasgos de eunuco.

La menta era considerada como un gran afrodisíaco. En tiempo de guerra se prohibió su cultivo y las infusiones de esta planta , para no debilitar a los soldados.

Se comenta que donde había un campamento romano o si estaban acampados por cierto tiempo, no tardaba mucho en aparecer un prostíbulo para contentar a la tropa.

No existía una palabra para definir la homosexualidad, solo se preguntaba si se prefería una mujer o un hombre.

La mujer pasaba del poder paterno al del marido, y si se quedaba viuda al de su hijo mayor.

El peor crimen que podía cometer una mujer era el adulterio, el paterfamilias (cabeza de familia), podía repudiarla si la sorprendía cometiendo adulterio y hacerla ejecutar tras un juicio ante el tribunal familiar.

Las mujeres liberta o esclavas que no pertenecían a ningún grupo religioso, disponían de su cuerpo libremente.

Las mujeres y en especial las matronas pagaban sumas desorbitadas por pasar la noche con un gladiador o atleta musculoso, e incluso algunas ponían como condición que no se lavaran después de la lucha o la competición.

La esposa en la noche de bodas, si su marido no era capaz de «desflorar la rosa», esta consumaría el coito con una imagen de madera del dios Priapo. Este dios era representado sentado con un enorme falo erecto.

Para que en la noche de bodas al novio no le faltara energía, las madres de las muchachas colocaban una jarra de miel junto al lecho.

Cuando una novia se disponía a atravesar el umbral de la casa del novio, adornado con una alfombra de ramas, esta era levantada por el novio, en recuerdo al rapto de las sabinas.

las mujeres romanas consideraban bello que las cejas estuvieran unidas sobre su nariz, para conseguir tal efecto utilizan una mezcla de huevos de hormiga machacados con moscas secas.



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