Muchos suponen que el fenómeno de los asesinos seriales es contemporáneo; sin embargo, estos depredadores han acompañado a la humanidad desde sus inicios. De hecho, resulta muy probable que los asesinatos en el pasado fueran mucho peores, sobre todo cuando el asesino pertenecía a la nobleza y las víctimas surgían de la clase más desfavorecida. Aunado a este inconveniente tenemos la total falta de investigación y aplicación de justicia, por lo que ese pasado pudo ser tierra fértil para las más oscuras aberraciones humanas.
10 – Gilles de Rais, Francia – 200 víctimas.
Gilles de Montmorency-Laval, barón de Rais, fue un noble y asesino en serie francés que peleó codo a codo con Juana de Arco en la guerra de los Cien Años. Quedó en total ruina tras invertir su fortuna en una extravagante pieza teatral. Para recuperar sus riquezas, llevó a cabo numerosos rituales nigrománticos y alquímicos en veneración al demonio Barron.
Como el demonio que proveía fortuna no le respondió, “Barba Azul” empezó a sacrificar niños y mujeres jóvenes en su nombre. Gilles de Rais pagó a la justicia del hombre por sus abominables actos. Después de ahorcarlo, lo descuartizaron y finalmente incineraron sus restos.
9 – H.H. Holmes, Estados Unidos – 230 víctimas.
El sadismo de Herman Webster Mudgett, también llamado “Dr. Holmes”, llegó a tal punto que construyó un hotel diseñado específicamente para los asesinatos. El infame Castillo de la Muerteera una oda al sufrimiento y la depravación: muchas de las habitaciones solo podían abrir por fuera, algunas estaban conectas a tuberías de gas y existía un recinto especial a través del cual sólo se podía acceder por una diminuta trampilla en el techo.
En el hotel también disponía de un gran baúl donde sofocaba a las víctimas, una sala de ahorcamiento y, obviamente, un elevador para transportar los cadáveres. Y, como todo hombre de negocios, sacaba provecho de su inmundo pasatiempo vendiendo los huesos de las víctimas a las universidades.
8 – Harold Shipman, Inglaterra – 250 víctimas.
En la categoría “ángel de la muerte” o “doctores muerte”, Shipman figura como el más prolífico de todos los tiempos. Su modus operandi era muy particular pues asesinaba aplicando sobredosis de diamorfina (popularmente conocida como heroína) bajo el pretexto de un tratamiento radical para el dolor.
Harold Shipman solía falsificar los registros médicos de sus pacientes para sugerir que estaban enfermos de gravedad antes de matarlos. Generalmente, elegía a mujeres de la tercera edad para saciar sus bajos instintos. Entre todas sus víctimas, la más joven tenía 41 años de edad.
7 – Luis Garavito, Colombia – 300 víctimas.
Colombia figuró por primera vez en esta lista gracias a Luis Garavito, apodado “La Bestia” o “Tribilín”, un asesino en serie que se mantuvo impune durante muchos años, principalmente porque sus víctimas eran indigentes o campesinos, a los que enganchaba con promesas de trabajo y dinero. Cuando lo atrapó la justicia colombiana, la prensa lo popularizó como el “asesino en serie más prolífico de todos los tiempos”, pero Garavito se quedó muy lejos de ese título.
6 – John Johnson, Estados Unidos – 300 víctimas.
Después que un grupo de indios de la etnia Apsáalooke (El Cuervo) asesinara a su esposa, John Johnson juró venganza. Por eso, asesinó, despellejó y comió el hígado de cientos de nativos americanos (el canibalismo era un extra, pues los indios creían que nadie podía llegar al paraíso sin dicho órgano). Su temible conducta le valió el apodo de “Johnson come hígados”, y su castigo por tan despiadados actos fue… trabajar como sheriff. Así de crudo era el Viejo Oeste.
5 – Pedro López, Colombia – 350 víctimas.
El colombiano Pedro López, apodado el Monstruo de los Andes, asesinó al menos en tres naciones: Colombia, Perú y Ecuador. Lo irónico en la historia de este asesino serial es que alguna vez fue atrapado por un grupo de indígenas que tenían conocimiento de sus crímenes y pretendían lincharlo para hacer justicia. Sin embargo, un misionero estadounidense intervino en la situación logrando salvarle la vida y, después, sería dejado en libertad por la policía.
En 1983, lo volvieron a capturar y lo declararon loco. Tras pasar más de quince años recluido, las autoridades determinaron que se había “curado” y lo dejaron en libertad, pero Pedro López siguió sumando víctimas a su carta de muertes.
4 – Amelia Dyer, Inglaterra – 400 víctimas.
La posición número cuatro de los peores asesinos seriales es para una mujer cuyas víctimas fueron, en su mayoría, niños pequeños. En la época victoriana, tener un hijo siendo madre soltera implicaba un gran estigma para las mujeres, por lo que muchas tomaban la decisión pagar a una “familia” para que adoptaran a sus hijos o les facilitaran el proceso de adopción.
Esta práctica se conocía como baby farming y, obviamente, el pago de las madres que entregaban a sus hijos no era suficiente para mantenerlos durante toda una vida. Sin embargo, Amelia Dyer no se preocupaba mucho por la manutención de los pequeños que recibía, pues los mataba.
3 – Erzebeth Bathory, Hungría – 650 víctimas.
La “Condesa sangrienta” tuvo una historia digna de novela de terror. Bathory vivía obsesionada con la juventud, y llegó al extremo de darse baños en sangre pasa conservarla. Cientos de testigos la acusaron de los actos más crueles: secuestros, torturas y asesinatos de jóvenes adolescentes al interior de su castillo.
Como mencionamos al principio, raras ocasiones la nobleza pagaba sus crímenes y esta no fue la excepción. Como el rey de Hungría tenía préstamos pendientes con los Bathory, simplemente la condenaron a prisión domiciliaria.
2 – Thug Behram, India – 931 víctimas.
Durante más de cuatro siglos, una pandilla de asesinos apodada los “Thuggee” aterrorizó a los viajeros por toda India. El grupo también conformaba una secta de seguidores de Kali, la diosa de la muerte. Solían hacerse pasar por buenas personas uniéndose a las caravanas o entablando amistad con los viajeros, y cuando se presentaba la oportunidad los asesinaban para despojarlos de todas sus pertenencias.
Lo consideraban un oficio que podía pasar de padre a hijo. Thug Behram era apodado “el rey de los thuggees” y el número de asesinatos que cometió es apenas un estimado, pudiendo ser incluso mayor. Curiosamente, el término “Thug” (matón, en inglés) se deriva del nombre que recibieron estos criminales.
1 – Catherine La Voisin, Francia – 2,500 víctimas.
Catherine La Voisin podría considerarse la personificación del mal: hizo algunos estudios sobre alquimia y aprovechó sus conocimientos para fabricar venenos por pedido, aunque también solía participar en misas negras y conducir sacrificios humanos. El negocio de La Voisin era la muerte.
Su cartera de clientes estaba integrada por nobles franceses, incluida Madame de Montespan, una duquesa amante del rey Luis XIV. Como servía a estas personas poderosas, después que la ejecutaron en la hoguera se ordenó el cese de todas las investigaciones. El número de las 2,500 víctimas es una aproximación moderna, y algunas fuentes afirman que, como mínimo, fue responsable (directa o indirectamente), por la muerte de 1,000 personas, lo que todavía la convierte en la auténtica campeona de los asesinos seriales.