“Limbus” es un proyecto fotográfico de Gustavo Gusmão que, durante dos años, visitó diversos cementerios en las Filipinas. El resultado es una especie de expedición antropológica, una etnografía visual donde se retrata la inusual convivencia entre el mundo de los vivos y el de los muertos.
Mientras recorría las calles de Manila, el brasileño fue invadido por el caos urbano que tanto distingue a la capital del archipiélago: sobrepoblación, violencia, ruido y tráfico. Sin embargo, mientras pasaba por un cementerio se sorprendió al observar un reflejo de esta realidad y comprender que generaciones enteras de familias habitaban un recinto que, generalmente, se destina para recordar a los muertos.
La vida sobre los muertos.
Por eso, el fotógrafo empezó a frecuentar los cementerios públicos de Manila North y Navotas tres veces a la semana durante varios meses para entender la dinámica social en estos lugares. Y es que al interior de los cementerios en Filipinas se puede encontrar pequeñas tiendas, sistemas de transporte e incluso una escuela. Se trata de ciudades extraoficiales dentro de la propia ciudad que cuentan incluso con una economía propia.
Las personas que viven aquí no solo ocupan las tumbas y mausoleos, sino que idean métodos de subsistencia entre sí u ofertan servicios a las personas que llegan a visitar estos lugares. En el cementerio de Manila subsisten al menos mil personas, mientras en Navotas hay 800.
Gusmão dice que hay una cultura por cuidar las tumbas y los monumentos fúnebres que datan desde finales del siglo XIX en las Filipinas, pero el éxodo rural que propició la dictadura de Ferdinando Marcos provocó un crecimiento irracional de la población en las grandes ciudades. La necesidad de vivienda y la migración obligaron a estas personas a invadir los cementerios.
Entre las situaciones que más llamaron la atención del fotógrafo figura la convivencia de los habitantes con los entierros u otros acontecimientos de estos lugares que se han vuelto parte cotidiana de la vida en este lugar. Tan solo en Manila se producen hasta nueve sepelios al día, situación rutinaria para los que viven encima de estas lápidas.
“El proyecto no tiene la intención de mostrar belleza alguna, su intención en la denuncia. Pese a esto, incluso entre huesos fui testigo de la vida, amor, relaciones humanas, solidaridad y me di cuenta que no todo era desgracia. Como dicen… hasta en la basura nacen las flores. Limbus es el camino entre la vida y la muerte”. Puedes seguir el trabajo del fotógrafo en Instagram.