El puerto de Progreso, en el estado de Yucatán, México, es el lugar donde podrás encontrar el muelle más largo del planeta. Se trata de una estructura de concreto reforzado de 6.5 km de largo que se adentra en las aguas del Golfo de México, que desde la costa parece más un puente hacia tierras lejanas. Dada la poca profundidad del puerto, el proyecto tuvo que extenderse mar adentro para permitir que las embarcaciones de gran calado pudieran atracar en esta costa de Yucatán.
Originalmente, el muelle contaba con una extensión de 2.1 kilómetros cuando reemplazó a un viejo muelle de madera en 1941. Sin embargo, en 1988 se añadieron cuatro kilómetros más a la estructura para incrementar la capacidad de recepción de buques cargueros así como el número de contenedores sobre el muelle.
Además, el muelle de Progreso fue la primera construcción de concreto reforzada con acero inoxidable niquelado. Aunque la calidad del concreto que se utilizó para la construcción es relativamente baja, el muelle ha resistido el duro ambiente marino durante casi ocho décadas sin ninguna reparación mayor más allá del mantenimiento rutinario. De hecho, a tan solo 200 metros del muelle de Progreso es posible observar otro muelle veinte años más joven cuyas columnas están profundamente deterioradas y la estructura a punto de desaparecer, y es que este muelle se reforzó con un entramado de acero al carbono.
En el ámbito de la ingeniería estructural el muelle de Progreso es una referencia constante sobre las diferencias de utilizar diversos materiales en una construcción, así como la importancia de elegir, además del concreto, el material correcto para las varillas de refuerzo.