Para el consumidor responsable, algo tan simple como hacer las compras en el supermercado puede ser todo un desafío. Tras analizar multitud de etiquetas y evadir toda clase de productos “engañosos”, generalmente se decide por aquellos de origen orgánico, principalmente cuando se trata de frutas y vegetales. El precio de estos productos es, por lo menos, del doble de sus contrapartes. Sin embargo, el consumidor los adquiere gustoso al pensar que resultarán benéficos para su salud al mismo tiempo que contribuye con la conservación del medio ambiente.
¿Qué significa “orgánico”?
No existe una definición global para identificar a los productos como orgánicos, y es que tanto los marcos como las reglas difieren de un país a otro. Además, no todos los alimentos con la denominación “orgánico” son 100% orgánicos. Por ejemplo, para los canadienses si una etiqueta señala “orgánico” significa que, como mínimo, el 90% de los ingredientes son orgánicos. Y las cosas cambian radicalmente cuando la etiqueta señala “hecho con ingredientes orgánicos”, pues en este caso el porcentaje mínimo de ingredientes orgánicos es del 70%. Son completamente orgánicos únicamente aquellos productos cuya etiqueta señala “100% orgánico”.
Esto también es un truco. La mayoría de consumidores, al ver la etiqueta “orgánico”, automáticamente da por hecho que está comprando algo totalmente orgánico. Muchos mercadólogos se valen de esta artimaña para disparar los precios de productos que realmente son semi-orgánicos.
De forma general, existe cierto consenso en que los alimentos orgánicos son aquellos que se cosechan sin utilizar semillas genéticamente modificadas (o transgénicas). Además, que en los cultivos no se emplee fertilizante sintético ni pesticidas. Un cultivo orgánico emplea técnicas más rudimentarias y convencionales, como la rotación de cultivos y el uso de fertilizantes como el estiércol de vaca o la composta, considerados “orgánicos”. Nadie critica las nobles razones que tienen los consumidores para adquirir productos orgánicos pero, ¿es algo realmente benéfico o no pasa de una moda exagerada sumamente costosa?
¿Son más saludables los alimentos orgánicos?
Cuando se trata de alimentos orgánicos, la idea principal es que al cultivarse de “forma natural” se obtiene un producto más saludable. De hecho, no faltan investigaciones donde se concluye que el porcentaje de sustancias antioxidantes es muy superior en los alimentos orgánicos. Y es que estos antioxidantes resultan del mecanismo de defensa que emplea la planta para protegerse de los depredadores. De hecho, varias de estas sustancias funcionan como un pesticida.
La existencia de una mayor cantidad de antioxidantes en plantas orgánicas se debe al entorno adverso en que se desarrollan pues, a diferencia de los vegetales o plantas no orgánicas, no reciben la protección de pesticidas sintéticos. Aunque se sabe que los antioxidantes resultan benéficos para el organismo humano, la comunidad científica todavía debate su verdadera utilidad y eficacia.
El aspecto nutricional de los alimentos orgánicos.
La evidencia científica es variada a la hora de evaluar las propiedades nutricionales de los alimentos orgánicos. Algunas investigaciones concluyeron que esta clase de alimento presenta cantidades ligeramente superiores de vitamina C y ácidos grasos omega-3. Sin embargo, la mayoría de estudios concluye que las diferencias no son tan significantes como para producir cambios en los resultados.
Es más, en uno de los estudios se vigiló la dieta de un grupo compuesto por diez niños que fueron alimentados con una dieta completamente orgánica. Al analizar la orina de los participantes, los investigadores encontraron una concentración irregularmente alta de organofosfatos. A menudo, los altos niveles de estas sustancias en el organismo están vinculados con problemas neurológicos, aunque afortunadamente en este caso la concentración de organofosfatos no era tan elevada como para desencadenar algún daño clínico.
En general, los estudios científicos que han profundizado en el tema concluyen que los alimentos de origen orgánico no parecen tener beneficios nutricionales significativos y consistentes sobre los alimentos producidos de forma tradicional. Independientemente de la técnica de cultivo, la ingesta de frutas y verduras resulta benéfica para la salud, aunque muchos consumidores parecen pasar por alto esta verdad absoluta.
¿Los alimentos orgánicos son más “naturales”?
Otro de los motivos por los que el consumidor opta por alimentos orgánicos es la falta de toxinas en los mismo, algo que supuestamente deriva en un beneficio extra para la nutrición. La creencia es que esta clase de productos no son tratados con pesticidas o fertilizantes de origen artificial. Y sí, los estudios confirman que en alimentos orgánicos la presencia residual de pesticidas o fertilizantes artificiales es baja, aunque no nula. Es precisamente aquí donde las cosas se complican.
Supuestamente, pesticidas y fertilizantes artificiales no son compatibles con la agricultura orgánica, aunque no están expresamente prohibidos. Por ejemplo, el aceite vegetal o el jabón de ceniza se utilizan como alternativa natural a los pesticidas artificiales, pero estas sustancias, hasta cierto punto, también resultan tóxicas. Tóxico es tóxico, independientemente si salió de un laboratorio o directamente de la naturaleza. De hecho, los pesticidas que se utilizan en el cultivo orgánico de manzanas pueden provocar que los frutos sean más tóxicos que las manzanas provenientes de cultivos tradicionales. Una sustancia es tóxica no por la fuente, sino por su concentración y el nivel de exposición que tengamos a ella.
Por supuesto, esto no significa que debamos entrar en pánico por la presencia de residuos tóxicos en los alimentos que consumimos, aunque sean orgánicos. De hecho, lo que más nos convendría es exigir una estricta regulación y estandarización en la producción de alimentos a los órganos gubernamentales responsables. En los países desarrollados de Europa y Norteamérica, los alimentos son revisados minuciosamente antes de salir al mercado. La mayoría de alimentos en venta tiene residuos insignificantes de pesticidas.
Un riesgo mayor aparece cuando se habla de contaminación por bacterias y hongos. En este sentido, el riesgo es igual tanto para alimentos orgánicos como los provenientes de cultivos tradicionales.
¿Y el medio ambiente?
Para comprender mejor el impacto que tienen los productos orgánicos en el medio ambiente, los ecólogos David Tilman y Michael Clark analizaron las diferencias entre el cultivo de alimento regular y orgánico, publicando sus resultados en el Environmental Research Letters. Determinaron el impacto ambiental de los cultivos en base a tres parámetros: requerimientos de la tierra, emisión de gases de efecto invernadero y consumo de energía.
Se observó que aunque las granjas orgánicas consumen menos energía, la emisión de gases de efecto invernadero resultaba casi idéntica a la de granjas tradicionales. Por otro lado, aunque requerían menos pesticida, el consumo de tierra en las granjas orgánicas fue mucho mayor, llevando a un uso poco racional de los recursos de la tierra. A fin de cuentas, el estudio no logró concluir cuál método era mejor para el medio ambiente.
En resumen, tenemos un gran problema con el estereotipo de que lo orgánico es benéfico y lo tradicional (no orgánico) es perjudicial. Es un sesgo injusto que parece generarse a causa de la forma en que nuestro cerebro procesa la toma lógica de decisiones. De hecho, parece que nuestra mejor opción es rescatar lo mejor de ambos métodos para obtener alimentos más saludables de la forma más eficiente.