Fanta, el popular refresco de naranja de la Coca-Cola, fue desarrollado durante el Tercer Reich como solución a un problema que enfrentaba la refresquera en Alemania. Durante el siglo XX, el país destacaba entre las principales potencias empresariales e industrializadas, por lo que muchas empresas extranjeras establecieron sedes en territorio alemán. Entre estas se encontraba Coca-Cola, que se vio en un verdadero problema tras el inicio de la Segunda Guerra Mundial.
Hecho en Alemania.
El temor a que los nazis terminaran cerrando las empresas de Coca-Cola, provocó que socios e inversores de la compañía buscaran alternativas viables para mantener la empresa a flote. Entre las opciones más relistas figuraba la de buscar una nueva fórmula que les permitiera fabricar un producto con materia prima local, de forma que pudieran sostener las ventas mientras no fuera posible transportar las cargas de jarabe de cola por Europa.
Max Keith, jefe de producción de Coca-Cola en Alemania, fue responsable por buscar las materias primas y administrar el proceso que posibilitara el lanzamiento de un nuevo producto. La empresa requería acciones inmediatas para evitar que se detuvieran los trabajos en las fábricas, y bajo estas condiciones otorgó el aval para los experimentos. Aquí, la tarea fue del químico principal, el Dr. Schetelig, quien rápidamente encontró una fórmula hecha a base de jugo de manzana, un líquido de color amarillo.
Posteriormente, para elegir el nombre del producto la fábrica organizó un concurso de creatividad entre el personal. De todas las propuestas, terminaron eligiendo la del vendedor Joe Knipp: “Fanta! Knipp”, con un fragmento de la palabra en alemán “Phantastischen”, cuyo significado en español es “fantástico”, y posteriormente redujeron el término para facilitar la pronunciación y crear más sonoridad. De acuerdo con los responsables del nombre, el término era accesible no sólo en alemán sino también en otros idiomas: en inglés “fantastic”, en español y portugués “fantástico”, en francés “fantastique” y en italiano fantastico).
Fanta por el mundo.
Con toda la problemática de la guerra, la producción de la nueva Fanta fue sumamente precaria. Se empleaban apenas los productos disponibles, obligando a la empresa a emplear las cascaras de manzana que sobraban de la industria de la sidra e incluso el suero de leche que restaba en la producción del queso. Debido a la falta de personalidad del refresco y el sabor tan inconsistente, la Fanta no tuvo buena aceptación entre los consumidores.
Sin embargo, la infalible máquina de propaganda nazi extendió sus tentáculos y creó en el público un interés renovado por el producto. En poco tiempo, los alemanes apreciaron la Fanta y las ventas se volvieron rentables. Durante más de una década el nuevo refresco de la Coca-Cola fue ajeno a otras latitudes.
En 1955, una fábrica de Coca-Cola en Nápoles, Italia, modificó la fórmula original agregando una mezcla de malta y extracto de naranja, proporcionando a la Fanta el distintivo sabor que conocemos en la actualidad. Tres años después, la fórmula renovada se lanzó en el mercado japonés haciendo que las ventas se dispararan y la marca creciera en la región. Tras todo el éxito cosechado en el Viejo Mundo, la Fanta finalmente llegó a México en 1956, a Estados Unidos en 1959 y Argentina en 1961.