En algunos lugares del mundo, por diversos motivos, los propietarios toman la decisión de mudarse y trasladar la casa entera hacia un nuevo destino. Generalmente, esta clase de mudanza tan compleja se reserva para propiedades históricas en riesgo de ser demolidas o quedar anegadas. Las empresas especializadas en esta clase de mudanza cavan en la tierra alrededor de la casa para dejar al descubierto los cimientos, emplean poderosos gatos hidráulicos para elevar la construcción completa y después la desplazan por calles o carreteras hasta su nuevo destino, a unos cientos de metros o pocos kilómetros, como máximo.
De Warwickshire a Virginia.
Sin embargo, cuando la ubicación y ruta lo permiten las reubicaciones se hacen a mayor distancia, desmantelando la propiedad pieza por pieza, trasladando todo al nuevo destino y volviendo a poner las cosas en su lugar. Este método permite trasladar casas enteras por todo el país a través de cientos de kilómetros. ¿Pero, imaginas el reto logístico que representa mudar una casa entera a más de siete mil kilómetros de distancia y de un continente a otro? Peor aún: hay que atravesar el Océano Atlántico. Pues en la década de 1920, un admirable grupo de transportistas logró la titánica tarea no una, sino dos veces.
En las proximidades del río James, en el vecindario Windsor Farms de Richmond, Virginia, Estados Unidos, sobre la ladera de una colina se levanta Virginia House, una casa señorial originalmente construida en Warwickshire, Inglaterra, a 7,400 kilómetros de distancia. En 1536, un reconocido político inglés llamado Thomas Hawkins adquirió el terreno y poco después inició la construcción. Originalmente, la residencia fue apodada “Hawk’s Nest” y se sabe que Hawkins recibió en esta propiedad a la crema y nata de la sociedad inglesa de aquella época, incluida la propia reina Elizabeth I.
Casi cuatrocientos años después, en 1925, el entonces propietario de la residencia, Lloyds Bank, decidió subastarla. En el folleto publicitario de la subasta se especificaba que la propiedad era una “venta en demolición de alto valor sin reservas”, y ofertaba diversos artículos como “una gran cantidad de duela, antiguas puertas de roble, una enorme cantidad de piedra, arenisca y viejas vigas de roble”.
La polémica adquisición.
Antes de que la subasta tuviera lugar, un acaudalado diplomático estadounidense llamado Alexander W. Weddell y su esposa, Virginia Chase Steedman, adquirieron la propiedad. La adquisición de esta vieja casa por parte de una pareja estadounidense no fue bien vista por los ingleses, y la prensa se dedicó a criticar fuertemente a los Weddell. Divulgaron el rumor de que los nuevos propietarios pretendían demoler la construcción.
Sin embargo, cuando se hicieron públicas las condiciones de venta de esta propiedad, un miembro del Parlamento llegó a escribir una carta a Weddell a manera de disculpa. “De no ser por su intervención en la adquisición de los materiales de la estructura parcialmente demolida, se habrían perdido para siempre, pero ahora serán reutilizados para construir un nuevo edificio”.
Virginia House.
Tras una inspección preliminar, la compañía contratada para para desmantelar, transportar y reconstruir la casa determinó que las piedras que conformaban la estructura no se mantendrían integras si intentaban desmontarlas. De hecho, sugirieron a Weddell que la forma más rápida y fácil de hacer el trabajo era demoliendo la casa de una sola vez y recuperar solo las piedras que resultaran intactas de la explosión. Por fortuna, la mayoría de las piedras lograron recuperarse. Cada una de las piezas útiles fue empacada, cargada y trasladada por el Océano Atlántico.
Para ser justos, cuando la casa finalmente se reconstruyó en Virginia no se trataba de una réplica idéntica a la original, sino más bien una combinación de diversos estilos de arquitectura. El ala oeste de la residencia se inspiró en una casa señorial de menor tamaño ubicada en Northamptonshire construida por Lawrence Washington, medio hermano de George Washington. Mientras el ala este de la casa se inspiró en la famosa finca de Althorp. Solo la parte central de la propiedad es una réplica original de la casa de Warwickshire. Además, los Weddells equiparon la residencia con comodidades modernas, como calefacción y baños.
Al final, la reubicación y construcción de Virginia House costó a los Weddell aproximadamente US$ 250,000, una verdadera fortuna para aquella época.
Agecroft Hall.
En la misma época en que los Weddell levantaban su casa en Richmond, un proyecto similar se desarrollaba a tan solo 60 metros de distancia. Un rico empresario de Virginia llamado Thomas Williams Jr. daba los toques finales a su propia casa señorial llamada “Agecroft Hall”. De hecho, Williams había gastado una pequeña fortuna en trasladar una casa del siglo XV de estilo Tudor desde Irwell Valley, en Lancashire, al noroeste de Inglaterra, hasta la exclusiva zona de Richmond.
Al igual que los Weddell, Williams Jr. no construyó una réplica exacta de la propiedad original. La idea era que Agecroft Hall se convirtiera en una mansión cómoda y funcional que evocara a su antecesora. Esta casa se terminó en 1928, un año antes que la propiedad de los Weddell. Thomas Williams Jr. murió un año después y, según su deseos, tras la muerte de su viuda la propiedad de convirtió en un museo.