La línea cronológica sobre la evolución del humano podría incluir una nueva especie de homínido pequeño que todavía andaba sobre los árboles: el Homo luzonensis. A medida que la ciencia y tecnología avanzan, el árbol cronológico de nuestros ancestros no hace más que crecer. Hace unos días, un equipo conformado por investigadores de Francia, Australia y Filipinas publicó detalles, en un artículo de la revista Nature, sobre la existencia de una nueva especie de humanos.
Homo luzonensis.
De acuerdo con los investigadores del Museo de Historia Natural de Paris, los vestigios en cuestión habrían pertenecido a tres individuos: un niño y dos adultos. Aunque no se trata de un esqueleto completo, durante la excavación lograron recuperar un hueso de la región femoral, siete piezas dentales, tres huesos del pie y dos huesos de las manos. Parece poco, pero los huesos son suficientes para determinar características físicas generales del Homo luzonensis. Por ejemplo, basados en el reducido tamaño de los dientes, determinaron que su estatura rondaba los 1.2 metros, probablemente más pequeños que el Homo floresiensis, otra especie encontrada en el Sudeste Asiático a la que apodaron “hobbit”.
Sin embargo, uno de los hallazgos más interesantes es la existencia de una curvatura en los huesos de los pies, configuración anatómica que nos remite a especies mucho más antiguas, como el Australopithecus, encontrado recientemente en África y ubicado entre los 2 y 3 millones de años en el pasado. El formato del hueso sugiere que esta especia llevaba un estilo de vida mixto: podía andar sobre las dos extremidades inferiores pero también tenía capacidad de trepar a los árboles, como lo hacen los grandes simios en la actualidad.
Estos hallazgos pueden revolucionar la teoría de la evolución humana. Hasta hoy, la teoría oficial señala que hace 1.5 millones de años, el primer homínido en salir de África fue el Homo erectus. Y todas las otras especies fuera del continente habrían descendido de él.
Hipótesis sobre el origen de la especie.
Pero, el Homo luzonensis y el Homo floresiensis no presentan características anatómicas que permitan relacionarlos con el Homo erectus. La conclusión más probable es que hubo dispersiones anteriores a la de África, mismas que habrían dado lugar a una nueva rama de homínidos.
Otra de las hipótesis es que estas especies fueron descendientes del H. erectus, y redujeron su tamaño al mismo tiempo que desarrollaban otras características anatómicas. En este caso, se dice que ciertos rasgos primitivos (como los pies curvos) reaparecieron cuando las dos especies quedaron aisladas en la isla. “Quizá su forma de desplazarse era distinta”, argumenta Florent Détroit, autor del estudio. “Es algo que planeamos investigar a futuro”.
Pero todavía queda resolver el misterio de la ruta que tomó el Homo luzonensis para llegar a Luzón. Y es que durante el Pleistoceno (periodo en que estuvo habitada por la especie), esta isla nunca estuvo conectada a la región continental por una franja de tierra. Es posible que aquellos primeros humanos se aventuraran al mar en una especie de balsa, pero también que fueran arrastrados hasta este lugar, en números considerables, por catástrofes naturales de gran magnitud, como los tsunamis.
Independientemente de cómo llegaron, la presencia del Homo luzonensis en las Filipinas demuestras que la evolución humana es mucho más compleja de lo que se pensaba.