miércoles, 26 de diciembre de 2018

La importancia de dormir bien para vivir más

Una de las principales fuentes de salud y juventud reside en algo tan común para los humanos como el sueño. De acuerdo con un estudio conducido en 2007 por el Brain-Work Institute, del Instituto Finlandés de Salud Ocupacional (FIOH), dormir poco o dormir en exceso son hábitos que pueden terminar acortando la vida. Durante 22 años, el experimento dio seguimiento a veinte mil gemelos: según las conclusiones, dormir menos de siete horas por noche se traduce en un incremento en el riesgo de morir tanto en hombres como en mujeres, 26% y 21% respectivamente.
mujer dormida entre las flores

Peor aún, dormir más de ocho horas al día se tradujo en una reducción de la longevidad del 24% para los varones y 17% para las damas. Sin embargo, los peores resultados se observaron en aquellos individuos que consumían fármacos para dormir: el 31% de los hombres y el 39% de las mujeres murieron a edades más tempranas. El seguimiento de estos voluntarios se hizo entre el año 1982 y 2003.

Dormir es más que descansar.

Un sueño de entre siete y ocho horas por noche no sólo es la clave para tener una vida más larga, sino también para experimentar dicha vida con mayor interés e inteligencia. Por ejemplo, tras una buena noche de sueño, sobre todo cuando nos despertamos tras haber alcanzado la fase REM(Rapid Eye Movement, un término utilizado por el movimiento rápido que presentan los globos oculares), se ven intensificados aspectos como la creatividad. La fase REM es la más profunda en el ciclo del sueño y precisamente donde acontecen los sueños más vívidos.
el ciclo del sueño
De acuerdo con los resultados de un estudio de la Escuela de Medicina de Harvard, despertar una vez culminada esta fase aumenta nuestra habilidad para resolver crucigramas por la mañana hasta en un 30%.
En inglés, el término “let’s sleep on it” es un dicho popular parecido al “consultarlo con la almohada”, donde se sugiere dormir para ofrecer una mejor solución a determinado problema. Pero más allá del argot populacho, algunos estudios sugieren que dormir, de hecho, ayuda en la resolución de problemas complejos. Entre los investigadores, está muy consolidada la idea de que un buen descanso es esencial para el aprendizaje, el desarrollo del lenguaje e incluso para la consolidación de la memoria.

El sueño entre hombres y mujeres no es igual.

Según la ciencia, las mujeres requieren un mayor tiempo de sueño que los hombres.

Complicada: el cerebro de una mujer tiene mayor habilidad para pensar de forma global y completa, aspecto conocido como pensamiento lateral, además de la capacidad superior para llevar a cabo multitareas.
Cinco minutos más: como hablamos de un cerebro más exigido durante el día, las mujeres requieren un promedio de 20 minutos más de sueño que un hombre.
La hecatombe: si se les priva tan solo de 10 minutos de sueño, las mujeres pueden mostrar comportamientos hostiles, depresivos y agresivos, un fenómeno que no es tan perceptible en los hombres.
la trinidas de la salud
La trinidad de la buena salud: dormir, ejercitarse y comer bien.
Hombres: algunos también pueden requerir dosis extras de sueño, especialmente si están encargados de tomar decisiones en sus empleos, lo que requiere de más pensamiento lateral.
Un hallazgo: el Centro de Investigación del Sueño de la Universidad de Loughborough, en Inglaterra, descubrió que a una mayor complejidad en la actividad cerebral, más tiempo de regeneración se requiere.

Terapia contra la realidad y el sufrimiento.

Imagina si cada vez que recordaras un evento importante en tu vida, como la noticia sobre la muerte de un ser querido, experimentaras la misma emoción original. ¿Terminaríamos enloqueciendo, no? Esto no sucede por una sola razón: por que dormimos.
paisaje relajante frente al mar

Matthew Walker, de la Universidad Berkeley, demostró que la memoria se procesa en aquellas fases más profundas del sueño y, en ese lapso, los acontecimientos se desvinculan de las emociones más traumáticas. Si experimentamos una mala noche de sueño podríamos estar impidiendo esa separación, y la memoria sin procesar saldría a flote nuevamente, como un desorden no ordenado de nuestro sistema.
Cuando ese desorden llega a persistir más de una semana a causa de noches mal dormidas, el recuerdo podría almacenarse incluso corrompido. Posiblemente es a través de este proceso que se gesta el estrés postraumático. Y los daños a la salud mental no se detienen ahí, pues también afectan nuestra capacidad para interactuar con las personas: los individuos cansados tienen menor disposición a participar en las relaciones sociales, además de mostrar comportamientos como la depresión, irritabilidad y ansiedad.