Indonesia es un territorio integrado por más de 17,000 islas y una población que supera los 255 millones de habitantes. Con esta diversidad geográfica y poblacional, ya podemos ir imaginando lo rica que resulta la mezcla de sus culturas. Por ejemplo, ¿sabías que el 87% de la población profesa el Islam?, ¿que de las casi 3,000 universidades del país tan solo 3% son públicas?, ¿o que los habitantes de Yakarta invierten un promedio de 9 horas al día en sus teléfonos y tablets?
Piel blanca como la leche.
En Indonesia, muchas mujeres jóvenes suelen huir del sol como huye un vampiro. En aquella región, aún sigue vigente la idea medieval de que la piel blanca es mucho más bella. Bajo la premisa de aclarar la piel, en Indonesia se comercializa una gran cantidad de productos, muchos de los cuales son nocivos para el organismo.
El muerto del árbol.
En la villa de Trunyan, en Bali, descendientes de los habitantes nativos de la zona conservan una extraña tradición en la que evitan sepultar a sus muertos. En lugar de esto, dejan que el tiempo y los elementos se encarguen de descomponerlos bajo los banianos, un árbol sagrado al que refieren como “taru menyan”. Cuando solo restan los huesos, los organizan cuidadosamente en las inmediaciones del bosque.
El remedio de la abuela.
Tanto en Java como en Bali existe un remedio artesanal muy popular hecho a base de cúrcuma llamado Jamu. En lugar de comer esta planta, los indonesios la preparan en forma de elixir con otras raíces, flores, hojas, semillas, frutas, jalea real, miel, leche e incluso huevos (la receta varia de una comunidad a otra). Y lo utilizan para muchas cosas, pero especialmente para aliviar los síntomas de la gripe.
La unión hace la fuerza.
El trabajo comunitario es una práctica muy frecuente en Indonesia, sobre todo porque su cultura cree que los seres humanos dependemos unos de los otros, y que determinados objetivos solo pueden lograrse a través del trabajo en equipo. Es más, la tradición de los indonesios para ayudarse mutuamente incluso tiene un nombre: “Gotong Royong”.
Aldea multicolor.
La Kampung Warna-Warni (“villa de los colores”) era un pueblo más en Indonesia con una economía algo precaria y poco atractivo turístico. Sin embargo, la economía tuvo un cambio radical después que los habitantes acordaran pintar sus viviendas con toda clase de colores en tonos vibrantes.
Amor por el arroz.
Un dicho muy popular en Indonesia dice que “no comiste bien si no comiste arroz”. El cereal es un alimento tan básico y esencial para los indonesios que pueden llegar a consumirlo en el desayuno, comida y cena.
Sustos que dan gusto.
La cueva que aparece en la imagen se llama Goa Gajah, y pareciera el sitio ideal para practicar sacrificios humanos sobre todo por la aterradora figura esculpida sobre la roca. Sin embargo, el interior del recinto, ubicado en las inmediaciones de la ciudad de Ubud, se usa para rituales de meditación y relajamiento.
Leyes fuera de lugar.
En la localidad de Purbalingga, todos aquellos que deseen portar joyería deben utilizar piedras preciosas de la región. Por otro lado, los empleados gubernamentales de Gorontalo que están casados se las ven muy negras cada quincena, pues una ley los obliga a depositar inmediatamente el salario completo a sus esposas para “evitar peleas”.