Mariam Nabatanzi es una mujer de Uganda que dio a luz a 44 hijos hasta sus 36 años de edad. En resumen, se ha embarazado en cuatro ocasiones de gemelos, cinco veces de trillizos y cinco de cuatrillizos. Actualmente le sobreviven 38 hijos y, desafortunadamente, la infancia de Mariam estuvo llena de carencias. Por eso, todo lo que quiere es que sus hijos se alimenten bien, vayan a la escuela y ayuden en casa.
Y la familia de Nabatanzi hubiera seguido creciendo, pues todavía se encontraba en edad fértil cuando médicos locales le practicaron una cirugía para evitar que volviera a embarazarse. Algunos medios la han apodado «la mujer más fértil del mundo», aunque ese mote oculta una tragedia: la vendieron para que se casara cuando todavía era una niña. Contrajo matrimonio a los 12 años de edad con un hombre de 40 años y, nueve meses después, daba a luz a su primer hijo.
Para empeorar las cosas, hace cuatro años el irresponsable esposo dejó a Nabatanzi y sus 38 hijos sobrevivientes a su suerte. Se dice que los médicos tomaron la decisión de operarla para evitar que siguiera teniendo hijos cuando supieron que su padre había procreado a 45 hijos en su vida, incluida ella.
La enorme familia de la mujer súper fértil.
Desde entonces, se supo que padece una extraña condición genética en la que produce una cantidad elevada de óvulos. Un médico local le advirtió que ingerir píldoras anticonceptivas podía acarrearles serios problemas a sus ovarios de tamaño inusual. Así, después que llegó la primera tanda de gemelos, Nabatanzi seguía trayendo bebés al mundo como una fábrica. Sin embargo, pasar de concebir unos gemelos a criar 44 niños, seis de los cuales están muertos, ha sido una experiencia poco satisfactoria para la mujer.
La fértil ugandesa, que ahora tiene 40 años, hace toda clase de trabajos en un pequeño pueblo cerca de Kampala, la ciudad de capital de Uganda. Nabatanzi ha incursionado en la venta de medicina herbal, trabaja como peluquera, vende chatarra e incluso ayuda en la decoración de eventos locales. La admirable madre habita con todos sus hijos en cuatro pequeñas construcciones hechas de ladrillo y cemento en una zona rural cafetalera.
Aunque el promedio de integrantes de una familia ugandesa definitivamente es mucho mayor al de otros países (5.6 niños por familia), el esfuerzo que tiene que hacer Nabatanzi para sacar adelante a su familia está directamente relacionado con su padecimiento genético. A los 23 años de edad ya debía hacerse cargo de 25 hijos. En ese entonces, suplicó a su médico que pusiera fin al problema a como diera lugar.
A prueba de adversidades.
Sin embargo, la mujer siguió dando a luz hasta hace tres años. Desafortunadamente, en ese último parto uno de los bebés murió. Fue entonces cuando su esposo, cuyo nombre está prohibido para siempre en la casa de Nabatanzi, la abandonó.
«He crecido llorando, mi esposo me hizo sufrir demasiado», dijo. «Toda mi vida la he dedicado a cuidar a mis hijos y trabajar para ganar algo de dinero». Afortunadamente, el último embarazo también contribuyó a que Nabatanzi recibiera la ayuda médica que tanto había buscado.
«Su caso involucra una predisposición genética a la hiper ovulación, donde se liberan múltiples óvulos en un mismo ciclo, lo que incrementa de forma significativa la posibilidad de un embarazo múltiple. Se trata de algo genético», mencionó el Dr. Charles Kiggundu, ginecólogo del Hospital Mulago en Kampala.
Nabatanzi dice que el Dr. Kiggundu «cortó su útero desde adentro» para evitar que siguiera teniendo hijos. Pese a esto, sus hijos son muy conscientes del esfuerzo que hace su madre para proporcionarles una vida digna. «He tratado de educarlos lo mejor que he podido», dijo Nabatanzi. «Mi sueño es que asistan a la escuela. Podrán tener otras carencias, pero deben ir a la escuela».
Marcada por la tragedia.
En la pared de su vivienda, la madre exhibe con orgullo las fotografías de las graduaciones escolares de sus hijos. Sin embargo, su hijo Ivan Kibuka, de 23 años, tuvo que abandonar los estudios para ayudar a su madre. «Mamá está rebasada, el trabajo la está acabando y ayudamos con lo que podemos, como cocinar y lavar, pero aún lleva toda la carga de la familia», mencionó Kibuka.
Si comparamos la actitud que tuvieron los padres de Nabatanzi, esta mujer es una auténtica bendición para sus hijos.
Cuando la madre biológica de Nabatanzi se marchó cuando apenas era una niña, su padre volvió a casarse. La madrastra asesinó a sus cinco hermanos mayores al mezclar pedazos de vidrio en la comida. La pequeña Nabatanzi sobrevivió solamente porque en ese momento estaba visitando a un pariente.
«Tenía siete años, era muy pequeña para comprender el significado de la muerte», dijo. «Otros familiares me contaron lo que había sucedido».
Cómo criar a 38 hijos.
Esencialmente, la rutina de esta mujer consiste en hacer trabajos ocasionales y cocinar para su enorme familia. Una docena de sus hijos duermen en literas metálicas y colchonetas, mientras los otros deben compartir colchones en el piso, o dormir en el suelo.
Todos los días, Nabatanzi cocina 25 kg de maíz y, muy rara vez, agrega a la comida proteínas como carne o pescado. Sin embargo, todos deben ayudar a cocinar y limpiar.
«Asumí responsabilidades de un adulto a una edad temprana», recordó la mujer. «Creo que, desde que nací, nunca me he sentido alegre».