Tybee es como un Kraken que descansa en la costa de los Estados Unidos, aguardando el día que alguien tenga la osadía de despertarlo. Sin embargo, Tybee no es un monstruo de la mitología de hecho es un dispositivo de aniquilación atómica de segunda generación, parte del arsenal termonuclear que desarrolló Estados Unidos en 1952, apenas siete años después de lo sucedido en Hiroshima tras la explosión de la bomba atómica Little Boy.
Para que nos hagamos una idea clara sobre la eficiencia de estas bombas, recordemos que la Bomba del Zar, la bomba de hidrogeno más poderosa jamás creada, poseía una capacidad de 50 megatones, lo que equivaldría a 3,800 Little Boy cuya potencia era de “apenas” 13 kilotones.
Extraviando una bomba de hidrogeno.
El 5 de febrero de 1958, en un incidente ocurrido en Savannah, estado de Georgia, la Fuerza Aérea de los Estados Unidos simplemente “extravió” una bomba de hidrógeno de tres toneladas y media. Más de seis décadas después, la increíble historia sobre la desaparición de esta bomba de hidrógeno es una especie de tema tabú para el gobierno estadounidense, sobre todo cuando abordan los riesgos a los que estaría expuesta la población de la zona en caso de una activación del artefacto.
La bomba fue arrojada por un bombardero B-47 en la costa de Estados Unidos, específicamente sobre isla Tybee, tras colisionar en vuelo con un avión de combate F-86 durante una sesión de práctica. El artefacto, con un peso aproximado de 180 kilogramos en explosivos y una cantidad indeterminada de uranio, presenta destino desconocido por las autoridades de aquel país.
Aunque el B-47 logró mantener el vuelo, el choque terminó dañándolo seriamente. Por eso, la opción más viable para el piloto Howard Richardson era liberar la carga, que de otra forma podría tener un final trágico durante el aterrizaje de emergencia, y buscar espacio en la base aérea Hunter, cerca de Savannah. La bomba clase Mark 15 con cuatro metros de longitud se eyectó sobre la isla Tybee, y después el piloto recibió la orden tardía de liberarla a unos 30 kilómetros del lugar.
La infructuosa búsqueda.
Equipos de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos emprendieron una búsqueda minuciosa del artefacto en un área de ocho kilómetros cuadrados durante más de dos meses, hasta que finalmente concluyeron que la bomba estaba “irremediablemente” perdida. En septiembre de 2004 organizaron una nueva búsqueda tras la noticia de que se había detectado una gran cantidad de radiación en la zona donde cayó la bomba. Finalmente, en junio de 2005 la Fuerza Aérea emitió un comunicado donde aseguraba que la fuente de radiactividad era natural y, por lo tanto, la bomba de hidrógeno se mantenía con estatus de desaparecida.
La bomba Mark 15 estaba diseñada para explotar con una potencia 253 veces superior a la Little Boy de Hiroshima. Si llegara a explotar hoy, incluso en el lecho marino, todo ser viviente en un radio de dos kilómetros sería automáticamente vaporizado, mientras que aquellos situados a veinte kilómetros a la redonda presentarían quemaduras de tercer grado. Estamos hablando de que el casi medio millón de personas que habita en las inmediaciones de Savanah, Georgia, podría desparecer en unos cuantos segundos.
Aprovechando el tema, les recomiendo este manga autobiográfico de Keiji Nakazawa, al minuto 29:30 aparece una de las escenas más dramáticas.