Cuando vives leyendo historias cada vez más aterradoras, inevitablemente llega un punto donde supones que nada es capaz de volver a despertar esa sensación tan primitiva de miedo. Pero no se puede estar más equivocado, pues siempre existirán historias frescas de terror dispuestas para explorar nuestros miedos más profundos. ¿Planeabas tener una agradable noche de sueño? Cuidado, después de leer esta compilación de relatos el más mínimo ruido te hará pensar en todo aquello que se oculta entre las sombras.
El zapato en el lecho del río.
Hace algunos años, el escritor de este relato pasaba por un estresante proceso de divorcio con quien había sido su compañera desde la secundaria. Su mejor amigo buscó distraerlo invitándolo a realizar viajes largos. Cierta mañana, ambos se dirigían a Carlsbad, en Nuevo México, cuando decidieron parar junto a una presa. Tras beber algo de sidra y consumir algunos bocadillos, ambos decidieron explorar un poco el lecho seco de aquel río. Como no observaron huellas de personas o animales en la superficie, resultaba obvio que eran los primeros en caminar por aquel lugar.
Recuerdan que, al poco tiempo, fueron invadidos por una extraña sensación de que alguien los observaba. El amigo llamó la atención del escritor y éste fue de inmediato hasta el lugar. Sobre el lecho del río encontraron un hueso enorme que, supusieron, era la medula espinal de alguna vaca o cerdo. Continuaron examinando el lecho del río hasta que se toparon con una extraña roca color óxido que sobresalía entre la arena. Al acercarse, también encontraron el zapato de una niña parcialmente sepultado.
Nuestro escritor retrocedió un poco y tomó vuelo para patear el zapato. De la nada, escuchó la voz de una pequeña que decía “¡No! ¡No, por favor!”. Observó alrededor pero no encontró a nadie más que su compañero. Cuando su amigo le preguntó por qué se había detenido, le contestó: “¿no escuchaste a la pequeña?”. Completamente confundidos, ambos dejaron pasar el incidente y continuaron con su camino. Sin embargo, la sensación de que alguien los vigilaba se hacía cada vez más fuerte. Varios minutos después, se toparon con otro hueso.
Solo entonces, el miedo se manifestó en forma de un escalofrió que les recorrió la espalda. Evidentemente, aquel hueso era humano. El amigo llamó a la policía de Carlsbad y reportaron los hallazgos.
Varios días después, su amigo lo llamó para contarle que la policía había constatado que los huesos eran humanos. Durante la investigación, ambos fueron interrogados y se les informó que aquella roca color óxido que sobresalía en el lecho del río era, de hecho, la cabina de una camioneta que había desaparecido con tres integrantes de una familia: el papá, la mamá y una hija. Aquello hizo que nuestro escritor recordara ese zapato que sobresalía entre la arena y la voz que escuchó. ¿Se trataba de la pequeña muerta comunicándose directamente con él?
Algo atormenta a mi familia.
El escritor de esta historia, relata que hace un par de semanas su hermana menor empezó a escuchar voces. La niña mencionó que se trata de una voz masculina muy profunda que suele llamarla durante las noches para invitarla a salir. Aparentemente, proviene del patio exterior.
Un día, sus padres tuvieron que salir y nuestro escritor, acompañado por sus dos hermanas menores y sus amigos, se quedaron solos en casa. Cuando llegó la noche, observaron que algo se movía entre una pequeña parcela de árboles en el patio trasero. Les dijo a sus hermanas que se mantuvieran dentro y salió con sus amigos a investigar, pero no encontraron nada. Al regresar, una fuerza invisible los levantó aproximadamente metro y medio en el aire. Tras aterrizar, inmediatamente se levantaron y corrieron a la casa, dejando un zapato atrás. Tras resguardarse unos minutos en el interior, decidió ir por el zapato pues lo necesitaba para ir al trabajo al día siguiente. Por eso, decidió aventurarse una vez más en el terreno trasero.
Aunque en esta ocasión decidió ir preparado llevando a su perro para que lo protegiera, pero el animal se negó a salir al patio trasero. Tan rápido como le fue posible, corrió y tomó el zapato para regresar al interior. Una vez dentro, le dijo a la más grande de sus hermanas que revisara su espalda pues sentía como si se estuviera quemando. Al levantarse la camisa, la joven gritó. Nuestro escritor tenía múltiples rasguños que se extendían por toda su espalda.
Todos decidieron dirigirse al porche de enfrente, pero uno de los amigos tuvo que regresar al interior pues olvidó algo, y unos segundos después regresó afirmando que alguien estaba observando por la ventana trasera. El único inconveniente, es que dicha ventana se ubica a más de dos metros sobre el suelo. Completamente aterrados, decidieron mantenerse en el porche hasta que uno de los padres llegara.
Minutos después, escucharon pasos dirigiéndose al patio delantero por un pasillo lateral que se extiende al frente de la casa. La grava volaba como si la estuvieran pateando, pero no había absolutamente nadie allí. Regresaron a casa y se quedaron dentro hasta que su madre regresó. La mujer llevó un sacerdote para que bendijera el patio trasero donde nuestro escritor fue atacado así como el cuerpo y espíritu de su hermana menor.
Lo que haya sido, aparentemente era incapaz de ingresar a la casa. La familia cree que este ente malvado sigue rondado su casa hasta el día de hoy.
Perseguido por las muñecas de su hermana.
Desde que nuestro escritor empezó a conocer la historia de Chucky por lo que contaban sus amigos en la escuela, vivió con un profundo terror hacía las muñecas. Afortunadamente, la única muñeca que tenían en casa era una Barbie normal. Sin embargo, una Navidad su hermana recibió como regalo un par de muñecas de porcelana y una enorme muñeca de trapo.
Por algún extraño motivo, desde el principio estas muñecas aterraban al escritor. Desarrolló el hábito de girar las muñecas hacia la pared cada vez que entraba a la habitación de su hermana para no tener que verlas. Al poco tiempo, una serie de sucesos espeluznantes tuvo lugar. Sin ninguna explicación, nuestro escritor se despertaba con cortes y rasguños en manos y rodillas. Una mañana al despertarse encontró múltiples rasguños por toda su espalda, aunque no recordaba dolor alguno o comezón que lo hubiera llevado a rascarse.
Y lo más aterrador sucedía cuando se quedaba solo en casa. Solía ir a la habitación de su hermana para jugar Dreamcast. Al entrar, y automáticamente girar todas las muñecas contra la pared, escuchó la risa de una niña. La muñeca de trapo que se encontraba girada hacia la pared sobre la cama de su hermana lentamente se giró hacia él. Corrió y se encerró en su cuarto hasta que su madre y hermana regresaron. Nadie le creyó, y su hermana estaba realmente molesta porque su muñeca de trapo estaba en el suelo.
Al día siguiente, nuestro escritor arrojó esa muñeca de trapo al contenedor de basura y jamás la volvió a ver.