El café abandonaría su natal Etiopía en torno al siglo XV, pero los humanos ya se las arreglaban para contrarrestar el sueño incluso antes de que aparecieran las bebidas estimulantes. De hecho, el hombre ha venido recurriendo a estas sustancias para socializar desde hace miles de años: el registro más antiguo sobre consumo de té data del año 2737 a.C., en Asía.
Otra bebida estimulante usada en la antigüedad tal vez fue la infusión preparada con hojas de coca, pues así lo sugieren los vestigios de la planta encontrados en momias egipcias que datan del 1070 a.C. Sin embargo, es preciso aclarar que si bien la bebida pudo utilizarse con fines recreativos, también es posible que la hayan destinado a propósitos médicos, como anestésico.
Los estimulantes efecto del café.
Sin embargo, el café tiene el mérito de ser el primer producto vendido y anunciado como un estimulante. La bebida habría sido descubierta en el año 800 a.C. en la actual Etiopía, en una época donde se le consideraba una bebida “peligrosa” cuyo efecto principal era que los consumidores se mostraban dispuestos a opinar y discutir. Varios siglos después, el éxito y empuje del té en Europa terminaron arrastrando también al café.
Alrededor del 1300, una bebida muy popular en Oriente a la que llamaban té fue “descubierta” por los portugueses y, al poco tiempo, los neerlandeses empezaron a comercializarla. Una década después, el café también empezó a exportarse desde la actual Turquía, región donde era ampliamente consumido. Irónicamente, en el siglo XIV Turquía prohibió el consumo de café, con una pena de hasta seis meses en prisión para quien fuera sorprendido consumiendo la bebida.
Bendito café.
En siglo XVI, viendo que era la bebida favorita de los musulmanes, los italianos llegaron al extremo de solicitar al papa Clemente VIII que el café fuera declarado “la bebida del diablo”. Sin embargo, tras probarla por primera vez y encontrarla totalmente deliciosa, el papa tomó la decisión de bautizar el café para engañar al demonio. Así, Clemente VIII se convirtió en un fanático de la bebida.
La costumbre de consumir café “para despertar” o “aguantar el sueño” es relativamente nueva pue surgió en el siglo XVIII. Antes de esto, los europeos solían despertarse con el crepúsculo matutino y no contaban con una bebida específica para espabilar. Antes de conocer el café, los más acaudalados bebían leche recién ordeñada o vino por las mañanas. Los pobres se conformaban con agua o algo de cerveza, bebida que incluso era consumida por los niños.