jueves, 14 de febrero de 2019

4 Parejas asesinas que te harán valorar la soltería

Dicen que el amor es capaz de superar cualquier obstáculo, especialmente cuando hablamos de parejas asesinas. Los cónyuges que te presentamos a continuación fueron capaces de llevar a cabo las cosas más horrorosas con tal de mantenerse unidos. Mientras para muchos un ramo de flores figura como detalle ideal para la persona amada, otros prefieren momificar el cadáver de su musa. ¿Quién necesita un Día de San Valentín cuando se puede festejar el amor todos los días en el infierno? Desde los famosos “asesinatos de los páramos” a los infames “asesinos del Niagara”, estas perturbadoras historias donde se mezcla crimen y pasión provocarán que empieces a valorar tu soltería.

parejas asesinas portada

Paul Bernardo y Karla Homolka, los “asesinos del Niagara”.

Esta pareja criminal oriunda de Canadá pasó a la historia con el mote de “los asesinos del Niagara”, aunque también son referidos como “Barbie y Ken”. Llegaron a perpetrar al menos tres homicidios y protagonizaron múltiples casos de violación. Paul Bernardo y Karla Homolka figuran entre las parejas asesinas más extrañas de la historia. Cuando Bernardo y Homolka se conocieron, fue amor a primera vista, y al poco tiempo descubrirían que ambos eran partidarios del sadomasoquismo.
Durante toda la relación, Bernardo jamás ocultó su profundo odio por las mujeres, especialmente por aquellas que habían sido víctimas de violación. Homolka se convirtió en una especie de títere al que, supuestamente, Bernardo manipulaba para cometer los crímenes. De hecho, durante su declaración a la policía aseguró que el abuso del cónyuge fue lo que la orilló a cometer actos tan violentos, aunque la veracidad de estas afirmaciones no está del todo clara.

Frenesí asesino.

Después de contraer matrimonio, Bernardo se llenó de ira por no haber sido el primer hombre en estar con Homolka, y como una forma de compensarlo ella ofreció la castidad de su hermana Tammy, de apenas 15 años. Ambos drogaron y ultrajaron a la joven, para después dejarla ahogarse en su propio vómito hasta morir. Lograron que aquello pareciera un accidente, pero el atroz crimen despertó en la pareja un deseo incontrolable por matar y violar. Con total complicidad, ambos organizaron cacerías de jóvenes a las que ultrajaban y, a veces, terminaban matando. Era toda una tradición que se filmaran cometiendo sus crímenes.
Paul Bernardo and Karla Homolka
Bernardo fue capturado cuando una muestra de ADN recuperada de una joven asesinada terminó coincidiendo con el suyo, motivo por el que lo condenaron a prisión perpetua. Sin embargo, Homolka llegó a un acuerdo con la justicia canadiense por su colaboración para implicar a Bernardo que, en este punto, la abusaba y maltrataba constantemente. Desafortunadamente para las víctimas, Homolka fue condenada a tan sólo doce años por cargos de homicidio involuntario, por lo que las filmaciones de sus crímenes no se hicieron públicas hasta el acuerdo con el fiscal. Actualmente está libre y goza de una vida completamente normal en Montreal.

Myra Hindley y Ian Brady.

Esta pareja llevó a cabo una serie de homicidios que pasó a la historia como los asesinatos de los páramos (Moors Murders), mote que hace referencia a la ubicación en Inglaterra donde fueron encontrados los cuerpos de las víctimas. La historia de esta pareja asesina es un enigma incluso para los más experimentados criminalistas. Ian Brady, un sujeto solitario que vivía obsesionado con los nazis, cortejó a la malhumorada Myra Hindley y ella cayó rendida a sus pies. Brady no tuvo reparo en presentar a Hindley los ideales del nazismo y la idea del “crimen perfecto”.

Moors Murders.

Para 1963, perpetraron su primer homicidio con una chica de 16 años vecina de Hindley. Desde entonces, su actividad criminal entró en frenesí. Brady se encargaba de elegir a las víctimas, Hindley las atraía a su automóvil y, finalmente, él se encargaba de abusarlas y asesinarlas. Cada una de las víctimas fue sepultada en el páramo Saddleworth, en las inmediaciones del condado Gran Mánchester, en Inglaterra. Brady jamás proporcionó la ubicación exacta de las tumbas, ni siquiera después de su captura. Una vez que la pareja fuera delatada por un cuñado de Hindley, se negaron a decir una sola palabra en el tribunal.
Myra Hindley and Ian Brady
Tras ser sentenciados a cadena perpetua, siguieron comunicándose por correspondencia, hasta que Hindley aseguró que había sido coaccionada para participar en los crímenes. Sin embargo, las investigaciones apuntaban a que Hindley era la mente maestra y era tan culpable como su cónyuge. Durante el juicio, el juez llegó a declarar que ambos no eran más que “dos asesinos sádicos y extremadamente depravados”.

Fred y Rosemary West.

Rosemary conoció a Fred a la tierna edad de 15 años y, al principio, rechazó todos los intentos por conquistarla. La historia de estos personajes habría sido muy diferente si ella se hubiera alejado de él. Sin embargo, Rose y Fred se convirtieron en cómplices de algunos de los crímenes más depravados documentados hasta la fecha. Entre 1967 y 1987, esta pareja habría matado a una docena de personas, incluidos sus hijos. Rose ofrecía servicios de prostitución en su propia casa mientras Fred observaba todo por una mirilla. La mujer llegó a concebir varios hijos, de Fred y de los clientes con que tenía relaciones.
fred and Rosemary West
Cada uno de estos pequeños pasó por un auténtico infierno de abusos y torturas, y dos terminaron sepultados en la propia casa de esta “familia”. La pareja fue detenida cuando una de las hijas relató a sus compañeras la forma en que su padre abusaba de ella. La mayoría de los pequeños estaban profundamente traumatizados, y habían desarrollado tal miedo contra sus progenitores que se negaron a declarar. Sin embargo, la hija mayor de Fred, que había tenido con su anterior esposa, ofreció detalles horripilantes sobre las depravaciones a las fueron sometidos los pequeños West.
Tras la detención, Fred terminó ahorcándose en prisión, mientras Rose recibió cadena perpetua. Rosemary West aún sostiene que es inocente, pero los testigos de sus crímenes dicen todo lo contrario.

David Parker Ray y Cindy Hendy.

David Parker Ray, también conocido con el alias de “Toy Box Killer”, llegó a asesinar entre 40 y 60 personas por su cuenta, pero ocasionalmente disfrutaba realizar sus fantasías más perversas con un poco de ayuda. En el año de 1999, Parker Ray llevó a una prostituta llamada Cynthia Vigil hasta su remolque, donde le mostró una placa de policía falsa y le comunicó que estaba bajo arresto. A continuación, la novia de Ray, Cindy Hendy, apareció entre unas cortinas y esposó a Vigil.
David ray and cindy hendy
Entonces, la pareja llevó a Cindy a su casa donde la retuvieron durante tres días. En ese lapso, Vigil fue víctima de numerosos daños corporales, tortura y violación. Todo el tiempo la mantuvieron atada a una cama, sin ropa, en una habitación donde la pareja solía sentarse a ver televisión mientras la victima pedía ayuda. Vigil se las arregló para escapar e inmediatamente acudió a la policía. Ray y Hendy fueron arrestados poco después.
Este caso dio pie a una investigación sobre David Parker Ray que reveló muchos otros crímenes. La policía incluso reveló la existencia de otra mujer que había escapado del asesino. Cuando Kelli Garrett hizo la denuncia, ni la policía ni su esposo creyeron la versión de que un hombre la había drogado, secuestrado, encadenado y violado en repetidas ocasiones. Ray fue condenado a 224 años en prisión, mientras Hendy lleva casi 18 años tras las rejas por su participación en los crímenes.

Dr. Carl Tanzler y Maria Elena de Hoyos (Bonus).

Es difícil encontrar en la historia de la humanidad una relación tan extraña como la que protagonizó el Dr. Carl Tanzler, un hombre de 55 años residente de Cayo Hueso, y su paciente María Elena de Hoyos, una joven moribunda de 19 años. Si esto ya te parece extraño, sigue leyendo que se pone mejor. Tanzler siempre soñó con casarse con una mujer bella de cabello negro, características que definían perfectamente la apariencia de María Elena. Pese a que la mujer estaba casada y no mostraba interés alguno por el médico, Tanzler no estaba preocupado al respecto.
Cuando Elena pereció a consecuencia de la tuberculosis, la obsesión de Tanzler por esta mujer alcanzó niveles perturbadores, al punto que llegó a robar su cadáver en descomposición. Aunque Elena había rechazado las propuestas indecorosas de Tanzler en vida, el médico sintió que finalmente podría hacerla suya en la muerte. Llegó a decir que Elena había aceptado su propuesta, y que habían contraído matrimonio.
Carl Tanzler and Maria Elena de Hoyos

Amor enfermizo.

Pese a que el cuerpo de Elena estaba muy deteriorado, Tanzler conservó sus huesos uniéndolos con alambre, fabricó una peluca con su propio cabello y le puso ojos de cristal. Además, rellenó el cuerpo con diversas prendas y ocasionalmente le rociaba perfume para disimular el hedor de la carne podrida. Sin embargo, lo más terrible son los rumores de que Tanzler ultrajó los restos de Elena una y otra vez. La enfermiza obsesión de Carl Tanzler llegó a su fin cuando una hermana de Elena descubrió el cuerpo momificado en la casa del médico.

Tanzler fue a prisión y el cuerpo de Elena recuperado para llevarlo a un nuevo lugar de descanso. Sin embargo, el médico salió en poco tiempo y rápidamente se fabricó otra réplica del cuerpo de su amada. Aunque los restos de la mujer fueron sepultados en un segundo funeral, se dice que Tanzler intentó recuperarlo en múltiples ocasiones. El médico murió en 1952, montado en una réplica de cera de tamaño natural de Elena.