La historia de amor entre Albert Einstein y Mileva Marić inició en 1896. Durante una clase de física y matemáticas que compartían mientras estudiaban en la Universidad Politécnica de Zúrich, en Suiza. De los cinco alumnos inscritos en aquella clase, Marić era la única mujer. Podría decirse que se trató de una relación explosiva, donde ambos se engancharon de inmediato. Cursaron el ciclo escolar juntos y, cuando llegó el verano, siguieron frecuentándose por correspondencia.
Para el 1900, Einstein estaba tan enamorado de Mileva que se animó a escribirle un poema. Eventualmente, le hizo llegar un boceto de su pie para que le tejiera unos calcetines. ¡Vaya detalles!, ¿no? Aunque toda esa pasión término esfumándose. En 1914, el físico alemán redactaba una peculiar lista para Mileva. Para ese entonces, la pareja ya vivía en matrimonio.
Condiciones:
Te corresponde estar al tanto de que:
- Mi ropa esté siempre limpia y ordenada.
- Reciba mis tres comidas al horario indicado en mis aposentos.
- Mi habitación y oficina se encuentren siempre bien ordenadas y, sobre todo, que el escritorio lo use solo yo.
Te abstendrás de cualquier tipo de relación personal conmigo, a menos que resulte absolutamente necesaria por razones sociales. Especialmente, tendrás que prescindir de:
- Mi compañía en el hogar.
- Salir o viajar conmigo.
Aceptarás los siguientes puntos en nuestra relación:
- No esperarás ninguna clase de intimidad de mi parte, y tampoco me reprocharás por eso.
- Cuando así te lo indique, dejarás de hablar conmigo.
- Cuando te lo pida, saldrás de mi habitación u oficina inmediatamente sin objeciones.
Te comprometes a no menospreciarme, con actos o palabras, frente a nuestros hijos.
Las cartas de Einstein a Mileva Marić.
Este y otros documentos se encontraban en una caja de seguridad al interior de un banco en Berkeley, Estados Unidos. Pero, tras una subasta en 1986 vieron la luz. Los textos revelaron información inédita sobre la vida académica y, sobre todo, personal de Albert Einstein.
Independientemente de lo abusivas e inesperadas que resultan las condiciones descritas en esta carta, queda claro que el matrimonio entre Albert Einstein y Mileva Marić solo existía para guardar las apariencias. La pareja terminó por separarse ese mismo año, aunque el divorcio se oficializó hasta 1919. Pero, ¿cómo un amor de universidad se transformó en algo tan ruin?
Mileva Marić nació en 1875 en el seno de una familia acaudalada de Serbia. A muy temprana edad manifestó su pasión por el estudio. Poseía una personalidad reservada, y quienes llegaron a tratarla la describieron como alguien “brillante, pero callada”. En 1892, Miloš Marić, su padre, tramitó un permiso especial en el Ministerio de Educación de Serbia para que su hija asistiera al curso de física. En esa época, solo a los hombres se les permitía estudiar.
A su paso por la Universidad Mileva obtuvo excelentes calificaciones, mejores incluso que las de Einstein. En 1900, a punto de titularse, pasó todos los exámenes menos la prueba oral. El docente a cargo de este examen aprobó a todos los alumnos varones, pero a Mileva la dejó con una calificación reprobatoria. Un año después volvió a intentarlo, pero reprobó nuevamente. Jamás pudo obtener su diploma.
La mujer que colaboró al éxito de Einstein.
Sin embargo, esto no detuvo su carrera en la ciencia. Mileva Marić asistía a Einstein con su trabajo. Además de revisar cálculos, buscaba evidencia científica y escuchaba atentamente las propuestas del físico. Más tarde, el trabajo de la pareja daría lugar a las famosas teorías. La primera esposa de Albert Einstein, según consta en documentos históricos y biografías de Mileva, resultó pieza clave en el desarrollo científico del alemán.
Pese a la desaprobación de la familia de Einstein, él mantuvo su relación con Mileva al terminar la Universidad. Pauline Koch, la madre del físico, veía con muy malos ojos esta relación. Para empezar, Mileva no era alemana y mucho menos judía. Era cuatro años mayor que él y cojeaba de un pie. Por si fuera poco, provenía de una familia con menor riqueza que la de ellos.
Lieserl: la primera hija de la familia Einstein.
A inicios del siglo XX, Albert Einstein y Mileva Marić llegaron a publicar un artículo científico en colaboración. Pero, al final solo Einstein lo firmó. Para 1902 tuvieron a su primera hija, Lieserl. Mientras la mujer daba a luz en Serbia, Einstein se encontraba en Suiza. Peor aún: poco se sabe sobre Lieserl. De no ser porque las cartas del científico vieron la luz en 1986, hasta la fecha nadie sabría sobre existencia de la primera hija del matrimonio.
En este momento ni siquiera estaban oficialmente casados. Además, vivían en una sociedad conservadora donde una hija “ilegítima” era vista con malos ojos. Probablemente, Mileva entregó a la pequeña Lieserl en adopción o la dejó al cuidado de su familia en Serbia. Trágicamente, la niña murió a los dos años de edad tras contagiarse de escarlatina.
Increíblemente, esto no fue lo que mermó la relación de la pareja. En 1903 oficializaron su matrimonio y, un año después, tuvieron a su segundo hijo: Hans Albert. En esa época llevaban una vida como cualquier otra pareja. Mientras Einstein se ganaba la vida en la Oficina de Patentes de Berna, en Suiza, Mileva se dedicaba al hogar y a cuidar al pequeño Hans. Por las noches, ella ayudaba a su esposo revisando las teorías. Para 1905, Einstein publica cinco de los artículos más importantes para la física del siglo XX. En uno de ellos se detalló la Teoría de la relatividad, y en otro el efecto fotoeléctrico que le valió el premio Nobel en 1921.
El fin del matrimonio entre Albert Einstein y Mileva Marić.
Hasta el año de 1911 todo transcurrió con aparente normalidad, según las cariñosas cartas que Einstein hacía llegar a su amada esposa. De hecho, en 1910 tuvieron a su segundo hijo, Eduard. La relación empezó a derrumbarse en 1912, año en que Albert Einstein empezó una aventura con su prima, Elsa Löwenthal, a la que conoció durante una visita a su familia en Berlín. Durante dos años, los tortolos se enviaron correspondencia en secreto. Para 1914, el físico empezó a trabajar en Berlín para estar más cerca de su nuevo amor.
En la correspondencia que intercambió con Elsa, Einstein no tuvo reparo en proporcionar escabrosos detalles sobre su matrimonio. Siempre enfatizaba su desprecio por Mileva. En cierta ocasión describió a la madre de sus hijos como un “ser hostil y carente de humor”. Otra vez dijo que era “una empleada a la que no puedo despedir”. Dada la lista de condiciones que aparece al principio de esta publicación, es evidente que la situación era irreconciliable.
El divorcio.
Einstein y Mileva terminaron separándose en 1914. Albert pasó años implorando a su ex esposa que firmara la solicitud de divorcio. Incluso le prometió que, si llegaba a ganar un Nobel, le entregaría la totalidad del premio. En 1919 el divorcio se oficializó y tres años después el científico cumplió su promesa. Todo el dinero que recibió por el premio Nobel terminó en la cuenta de Mileva. Aunque esto no le aseguró una vida sin preocupaciones.
Ella siguió dando clases particulares para completar los gastos derivados del cuidado de los hijos. A Einstein nunca se le dio bien eso de cumplir con la pensión. En 1933, a Eduard le diagnostican esquizofrenia y la situación económica de la familia empeora gravemente. Su madre tuvo que internarlo en un hospital psiquiátrico en Suiza. Eventualmente, el joven regresó a su hogar al cuidado de su madre.
Mileva Marić murió a los 72 años, en 1948. Para ese entonces, Einstein estaba más que asentado en los Estados Unidos. Y aunque intercambiaba correspondencia con su ex esposa, no pudo hacerse cargo de Eduard, pues Estados Unidos prohibió su ingreso al país por el trastorno mental que padecía. Albert Einstein murió siete años después, en 1955.
Cortesia de Beto y Anne 💘
No hay comentarios:
Publicar un comentario