La Segunda Guerra Mundial resultó particularmente traumática para los británicos. Pero, recién empezada la guerra y ante la inminente escasez de alimentos, el gobierno recomendó a los ciudadanos matar a sus perros y gatos para racionar suministros. Es un episodio horrendo que casi se pierde en el entramado histórico, una masacre previa a las sanguinarias batallas entre los Aliados y las fuerzas del Eje. En el Reino Unido, cientos de miles de mascotas murieron antes siquiera de que pereciera el primer soldado.
Es uno de los episodios de guerra más extraños, y que casi se olvida ante todo el sufrimiento humano. En 1939, el gobierno británico integró el National Air Raid Precautions Animals Committee (NARPAC), un comité que decidió lo que debía hacerse con las mascotas ante el estallido de la guerra. El gobierno tenía muy claro que debían racionarse los bienes. Situación ya que formaba parte del plan de guerra.
La masacre de mascotas en el Reino Unido.
Temía que los ciudadanos desperdiciaran comida alimentando a los animales o que los dejaran morir de inanición. Las autoridades consideraron que ninguno de estos escenarios era ideal, por lo que iniciaron una campaña para convencer a los dueños de sacrificarlos lo más rápido posible. Mediante un simple panfleto, instaban a los ciudadanos con mascotas a llevarlas a zonas rurales. Pero, en caso de que no pudieran dejarlas al resguardo de algún conocido, la “opción más amable era exterminarlas”.
La sugerencia inicial de que les encontraran un nuevo hogar quedaba socavada por un anuncio en la segunda página. Allí se anunciaba un dispositivo que vendieron como el mejor instrumento para “exterminar dignamente” a las mascotas domésticas: el perno cautivo. Los británicos obedecieron a ciegas la solicitud del gobierno y se desató un frenesí por sacrificar a los animales.
Tan solo en la primera semana, más de 400 000 perros y gatos murieron por voluntad de sus propios dueños. 1 de cada 4 mascotas en Londres dejó de existir en esos días de 1939. “Los responsables técnicos convocados para este fin nunca olvidarán aquella tragedia”, reveló en su momento el fundador de un matadero de animales enfermos.
El gran sacrificio.
En algunos refugios de animales llegaron a formarse filas kilométricas. Y los crematorios no se daban abasto con todos los cuerpos de perros y gatos sacrificados. Especialmente porque les prohibían trabajar de noche. Como no existían cementerios para este fin, medio millón de mascotas terminaron sepultadas en una sola fosa común.
Se estima que más de 750 000 animales fueron asesinados durante esta campaña. Aunque los británicos creyeron que hacían lo correcto, este lamentable episodio trae a flote un problema que sigue vigente en la sociedad. El hábito de sacrificar animales cuando resultan inconvenientes para los dueños.
Cortesia de Escoria24 el mataperros
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