viernes, 20 de agosto de 2021

Los Soldados Irlandeses de México



20 de Agosto, conmemoración de la Batalla de Churubusco. Durante la invasión norteamericana a México, ocurrida entre 1846 y 1848, una compañía de soldados voluntarios irlandeses, conocidos como “los San Patricios”, se distinguió por su valor en el campo de batalla. Llegados a México como parte del ejército invasor, pasaron a las filas mexicanas por simpatía de ideales y religión. Formarían dos batallones en su mayoría irlandeses con miembros de nacionalidad alemanes, polacos, algunos ingleses e inclusive un  pequeño número de norteamericanos que vivían ya en México. 

Ellos participaron hombro con hombro junto a los mexicanos en la defensa del territorio. Tras hacer gala de incomparable bravura, fueron derrotados en Churubusco por avasalladora superioridad numérica del enemigo y la falta de municiones. 

El ataque apenas había empezado poco después de la once de la mañana y para las dos de la tarde se había tornado en la batalla mas sangrienta de la Guerra, pero aun no terminaba. Cada intento de rodear el convento fortificado había sido rechazado por los Batallones Bravo e Independencia . 

Los San Patricio, cuyo estandarte verde y plata ondeaba con orgullo, vertía un fuego mortífero y seguro desde lo alto. Los artilleros trabaron un duelo con su batería con tanto éxito que el comandante norteamericano tuvo que retirar sus cañones después de perder 24 hombres y 14 caballos . Otros patricios disparando rifles, apuntaban cuidadosamente hacia los norteamericanos que cargaban sobre el parapeto.

La explosión fortuita de un parque de municiones y granadas vendría a complicar la situación de los mexicanos. Muchos de los tiradores carecían ya de municiones. El General Rincón había ya enviado dos mensajes a Santa Anna pidiendo por pertechos. Cuando finalmente fueron recibidos se descubriría que eran de calibre equivocado para los mosquetes mexicanos pero no así para los mosquetes de los patricios. Riley formaría dos líneas de fuego sobre el campo abierto del convento. Rearmados los restantes San Patricio pelearon con fiereza sobre los parapetos disparando sobre la cara del enemigo tan cerca como tres metros. Los mexicanos sin parque fueron forzados a pelear a bayoneta y culatazos. Poco después de las 3 de la tarde parecía que la defensa no podía sostenerse.

Agotadas las municiones y perdida las esperanzas de victoria uno de los hombres de la Guardia Nacional levantó una bandera blanca . El capitán Patrick Dalton, el San Patricio a cargo del parapeto la bajó y el general Anaya viendo esto,  ordena que sigan peleando hasta con las manos pelonas. Al retirarse Anaya dentro del convento, una segunda bandera se levantaba y hasta una tercera. Cada vez que sucedía un San Patricio la bajaba.

Finalmente al verse los defensores sin esperanza y abatidos, el capitán James Madison Smith del tercero de infantería estadunidense saco su propio pañuelo blanco y ordenó a sus hombres cese al fuego.

Las pérdidas mexicanas fueron cuantiosas,, 139 muertos, 104 oficiales capturados incluidos 3 generales y 1,155 soldados prisioneros. Entre esos capturados estaban 85 San Patricios Los subsecuentes castigos infligidos a ellos por los norteamericanos resultaron en un extraño injusto espectáculo que se mantiene sin paralelo en los anales de la justiciar militar.

El costo para los norteamericanos en ese viernes sangriento fue considerable : 137 muertos, 879 heridos, 40 desaparecidos. Casi el 10% de su fuerza de ataque.

“Muchas de las pérdidas fueron atribuídas por los norteamericanos a la habilidad y desesperación con que los cañones mexicanos fueron operados por el Batallón de San Patricio.

En esta obra llamada "Los soldados Irlandeses en México" imprescindible, documentada con fuentes tanto mexicanas como norteamericanas, por uno de los principales conocedores de ese capítulo de la historia, Michael Hogan...El Dr. Hogan nos presenta un análisis equilibrado, objetivo y auténtico de esta invasión injusta y los héroes irlandeses ( Con fragmentos del libro)



Nota CORTESÍA de la ABUELITA bloguera... DOÑA Natu. 





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