Estamos en un poblado vikingo, hace mucho frío.
Entremos en la casa principal, te advierto que posiblemente el olor nos resulte un tanto fuerte; y es que no hay demasiada ventilación: sólo la que proporciona la puerta, y un agujero en el techo por dónde escapa el humo, también están las lámparas, normalmente de sebo de ballena, que largan un olor similar al pescado. Sin embargo, no hay olor a digamos... " Humanidad".
Para los vikingos, el sábado era el VATDAGR (día de lavado), fecha en la que se asean todos y lavan sus ropas; prácticas que por cierto, en la Europa cristiana sólo hacía dos veces al año, por lo cual no se lo veía con buenos ojos.
Algún tiempo más tarde, la Iglesia recriminaría a los cruzados haber adoptado perniciosas costumbres musulmanas, entre ellas bañarse a menudo.
Era bien sabido en años posteriores por los cristianos, que (y ahora cito) "los bárbaros se bañan todos los sábados, se peinan todos los días y se cambian de ropa a menudo". Vale aclarar, que dicha aseveración fue hecha con una connotación negativa.
Cortesía del Tortero Inbañable Pulitzer
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