Arne Cheyenne Johnson es el protagonista de “El diablo me obligó a hacerlo”, uno de los casos más enigmáticos que investigaron los demonólogos Ed y Lorraine Warren. Estos cazafantasmas son los investigadores paranormales que aparecen en la franquicia cinematográfica de El Conjuro, interpretados por Patrick Wilson y Vera Farmiga. Aunque los múltiples spin-offs del concepto original han venido explorando historias abiertamente ficticias, los títulos originales se han mantenido fieles al lema de “basado en hechos reales”. Por ejemplo, en El Conjuro (2013) exploramos la espeluznante historia de la familia Perron, y en El Conjuro 2 (2016) el horror de Amityville y el poltergeist de Enfield.
Arne Cheyenne Johnson: el diablo me obligó a hacerlo.
La tercera entrega (cuyo estreno está previsto para septiembre de 2020) no es la excepción. Para esta nueva película, titulada El Conjuro 3: El Diablo me Obligó a Hacerlo, el director Michael Chaves profundiza en el caso de Arne Cheyenne Johnson, el primer estadounidense en emplear la posesión demoníaca como justificación para sus actos mientras lo juzgaban por asesinato.
El 16 de febrero de 1981, Johnson (19 años) apuñaló a su casero en múltiples ocasiones con una navaja de bolsillo de 12 cm. En los 193 años de historia que poseía la comunidad de Brookfield, Connecticut, jamás se vio un asesinato tan atroz. Sin embargo, Johnson aseguraba que, aunque la mano que sostuvo el cuchillo le pertenecía, el homicidio fue perpetrado por una fuerza demoníaca que lo dominó. Lo más extraño es que, meses antes de la muerte de la víctima, sucedieron cosas extrañas en el lugar de los hechos.
Johnson y los Warren se conocieron un par de meses antes de la tragedia, cuando un niño de 11 años llamado David Glatzel protagonizó un extraño encuentro con fuerzas malignas del más allá. Resultó que la hermana mayor de Glatzel, Debbie, era novia de Johnson. De hecho, Debbie Glatzel, David Glatzel y Johnson se encontraban limpiando la propiedad recién alquilada cuando el niño les comentó que un anciano lo había empujado y amenazado.
La posesión de David Glatzel.
Al principio, la pareja consideró que la historia del pequeño David era producto de su imaginación. Sin embargo, el chico se mantuvo firme. Y estos extraños avistamientos no sólo continuaron, se fueron haciendo cada vez más violentos. Era común que David se despertara llorando a media noche, describiendo la visita de un hombre con “grandes ojos negros, cara delgada con rasgos de animal, dientes afilados, orejas puntiagudas, cuernos y pezuñas”.
Los Glatzel solicitaron al sacerdote de la iglesia católica local que bendijera la casa, pero los fenómenos paranormales siguieron aterrando al pobre David. En el transcurso de unos pocos meses llegó a perder más de 20 kilogramos, y para lograr conciliar el sueño requería que algún miembro de la familia se quedara con él toda la noche.
En múltiples ocasiones el niño se despertaba silbando, gruñendo, hablando con voces extrañas y recitando pasajes de la Biblia. El ente que lo visitaba por las noches empezó a aparecerse de día, momento en que adquiría una apariencia más disimulada como un anciano de barba blanca, vestido con una camisa de franela y pantalones vaqueros.
La intervención de Ed y Lorraine Warren.
En la desesperación por librarse de este demonio, la familia Glatzel recurrió a los investigadores paranormales y demonólogos Ed y Lorraine Warren. En aquella primera entrevista con la familia, Lorraine mencionó la presencia de “una forma negra y brumosa [junto a David], lo que me sugirió estábamos tratando con algo de naturaleza malévola”.
Durante la época en que el pequeño David estuvo poseído, los Warren temían que la situación se saliera de control. En octubre de 1980, los investigadores contactaron a la policía de Brookfield para advertir que la situación se hacía cada vez más peligrosa. “David está haciendo múltiples referencias a apuñalamientos y asesinatos”, aseguró Lorraine en ese momento.
David también aseguraba que unas manos invisibles lo asfixiaban y golpeaban, y varios testigos dieron fe de que extrañas marcas rojas aparecían espontáneamente sobre su cuerpo. Mientras la situación empeoraba, los Warren atestiguaron “tres exorcismos menores” en sus intentos por librar al niño del espíritu oscuro que lo controlaba. Supuestamente, cuatro sacerdotes de la iglesia local asistieron a estos actos.
Los exorcismos.
Durante esos “exorcismos menores”, se dice que el pequeño David levitó, dejó de respirar y reveló los nombres de 43 demonios que habitaban en su cuerpo. En un momento de desesperación, Arne Cheyenne Johnson, quien estuvo presente durante esos exorcismos, propuso a las fuerzas malignas que dejaran al pequeño en paz y que lo poseyera a él.
Después de los fallidos intentos por exorcizar al demonio principal, Johnson se vio involucrado en un accidente automovilístico durante el cual aseguró que un demonio había tomado el control de su automóvil para obligarlo a salir de la carretera y estrellarse contra un árbol. El incidente no pasó a mayores, pero decidió actuar para poner fin a la actividad demoníaca.
En un episodio del programa Historias de ultratumba, transmitido por Discovery Channel en agosto 2006, se reveló que existía un pozo en la casa donde empezaron los problemas. De hecho, los Warren advirtieron a Johnson que evitara este sitio a toda costa, pero tras el percance automovilístico, el hombre hizo precisamente esto.
En un relato, Johnson aseguró que hizo contacto visual con el demonio en las profundidades de aquel pozo. Según el hombre, a partir de ese instante perdió el control sobre su cuerpo y no lo recobró hasta después del asesinato.
El asesinato de Alan Bono.
Al poco tiempo, Debbie y Arne se mudaron de la propiedad pues la convivencia se volvió insoportable. Alan Bono, propietario de una peluquería para mascotas llamada Brookfield Pet Motel, contrató a Debbie Glatzel y la pareja decidió alquilar un apartamento cerca del lugar de trabajo. Sin embargo, al poco tiempo Debbie empezó a sospechar que el demonio que poseyó a David aún estaba con ellos.
Johnson, que de joven participó en el coro de la iglesia, se transformó en un hombre gruñón que no paraba de decir que vio a la bestia. “Pero más tarde no lo recordaba. Era igual que David”, dijo Debbie sobre el comportamiento de su prometido.
El 16 de febrero de 1981, Johnson llamó al trabajo para reportarse enfermo y alcanzó a Debbie en Brookfield Pet Motel. Bono tuvo la cortesía de llevar a la pareja a almorzar a un bar local, donde supuestamente bebió de más. Más tarde ese mismo día se produjo un altercado, incidente en que Johnson apuñaló a Bono en repetidas ocasiones mientras “gruñía como animal”.
El juicio paranormal.
Durante el juicio el abogado de Johnson, Martin Minnella, intentó declarar a su cliente “inocente por estar bajo la influencia demoníaca”. Aunque era el primer caso registrado en territorio estadounidense, Minnella empleó como ejemplo dos casos en Inglaterra donde se utilizaron argumentos similares, aunque ninguno de los imputados fue a juicio.
Lorraine Warren respaldó la afirmación de que Johnson estaba poseído durante el asesinato. De hecho, Minnella planeaba traer a expertos europeos en el tema y citar a los sacerdotes que acudieron a los exorcismos de David Glatzel, aunque nada de esto sucedió. El juez que conducía el juicio, Robert Callahan, desestimó las declaraciones argumentando que una defensa de esta naturaleza sería improbable, y que los testimonios sobre el tema eran irrelevantes y pocos científicos.
El equipo legal de Johnson cambió la táctica buscando una declaración de defensa propia. Sin embargo, el jurado no se tragó la historia. El 24 de noviembre de 1981, Johnson fue sentenciado a 20 años de prisión por homicidio en primer grado, aunque sólo llegó a cumplir cinco. Una vez que recuperó su libertad, se casó con Debbie Glatzel.
La polémica en torno al caso.
Los detalles sobre el espeluznante asesinato de Alan Bono fueron relatados por Gerald Brittle en un libro llamado The Devil in Connecticut, que contó con la colaboración de Lorraine Warren. Además, en marzo de 1983 la cadena NBC estrenó una película llamada The Demon Murder Case, basada en esta historia.
En 2006, Gerald Brittle lanzó una reedición de The Devil in Connecticut. Este acontecimiento provocó que Carl Glatzel, el hermano mayor de David, demandara a la escritora, Lorraine Warren y la agencia William Morris, propietaria de los derechos del libro. Carl Glatzel aseguró que su hermano David padecía una enfermedad mental, y que fue explotado por los Warren. En el libro, Carl aparece como un Villano, “simplemente porque fue sensato y sabía desde el principio que la historia era una farsa”.
Sin embargo, Carl no fue el único en acusar a los Warren por aprovecharse de la tragedia de la familia Glatzel. El padre Nicholas Grieco, de la diócesis de Bridgeport, llegó a admitir que la iglesia investigó el caso de David, pero negó que hayan practicado exorcismo alguno. Los sacerdotes que supuestamente estuvieron presentes en estos eventos, jamás ofrecieron declaraciones y se les transfirió a otras parroquias al poco tiempo.
Probablemente nunca sepamos si Arne Cheyenne Johnson realmente creía estar poseído por demonios, o simplemente utilizó la historia como justificación para sus deplorables acciones. Sin embargo, las preguntas que rodean al escalofriante caso de la familia Glatzel volverán a surgir en septiembre con el estreno de El Conjuro 3: El Diablo me Obligó a Hacerlo