Promocionar una ciudad es una tarea complicada. Al mismo tiempo que se resalta todo lo que ofrece el lugar a los turistas, se debe mostrar a todo aquel que busca reubicarse que también puede generar fortuna y criar una familia. Así, en 1986 la ciudad de Cleveland, en Ohio, Estados Unidos, ejecutó un llamativo truco publicitario.
Para ser más precisos, la idea provino de una organización de caridad local que integró el esfuerzo de la comunidad para romper un récord mundial y llamar la atención del mundo sobre esta ciudad emergente. Desafortunadamente, una combinación de malas decisiones convirtió al evento en un espectáculo desastroso.
El récord mundial de globos.
Aquel año, la United Way Charity of Cleveland se encargó de recaudar fondos y publicitar el evento. Era un plan extremadamente simple: reunir la mayor cantidad posible de globos de colores. ¿Qué podría salir mal?
La idea de United Way era romper el récord mundial Guinness a la mayor cantidad de globos lanzados al mismo tiempo. Desde 1985, Disneyland en Anaheim ostentaba la marca con 1,200,000 globos. ¿Se podía romper el récord? Los organizadores del evento, incluido un artista de globos llamado Treb Heining, estaban plenamente convencidos de la viabilidad de su plan. De hecho, su idea era mucho más ambiciosa al buscar un merecido reconocimiento de la ciudad de Cleveland.
“Pienso que este [evento]”, declaró Heining a los medios locales, “es un buen ejemplo de lo que United Way está tratando de hacer para decir ‘Cleveland, tu momento ha llegado. Es hora de decir que sí. Es tiempo de decir que esta ciudad está lista’”. Por dónde se le vea, las intenciones eran loables.
Entonces, en marzo de 1986 la United Way, Treb Heining y representantes de la ciudad empezaron a tramitar el papeleo, recolectar permisos y planear la logística del gran evento. Finalmente, el 27 de septiembre se postuló como la fecha en que una ciudad rompería el récord mundial Guinness al lanzar más de 1.2 millones de globos.
La receta para el desastre.
Los organizadores suspendieron una gigantesca red por encima del Public Square en el centro de Cleveland, allí se almacenarían los globos inflados con helio para soltarlos de una sola vez. Más de 2,000 voluntarios de toda la ciudad se dieron cita para ser partícipes del gran evento.
Los voluntarios pasaron horas inflando un globo tras otro. Esperaban alcanzar los 2 millones para romper el récord establecido por Disneyland un año antes. Sin embargo, al poco tiempo de que arrancaran los esfuerzos del evento, los desastres empezaron a apilarse. Las personas pasaron tanto tiempo llenando y atando globos que sus manos se llenaron de ampollas, algunas tan dolorosas que requirieron vendajes. Otros enfrentaron situaciones peores.
Por ejemplo, una mujer ató un conjunto de globos a su reloj de pulsera, sólo para ver como el helio se llevaba su preciada joya. Lo peor de todo fue que un cielo perfecto y despejado se fue llenando con nubes grises. United Way anticipó la liberación de los globos para evitar la lluvia. Cuando el reloj marcaba la 1:50 p.m., los voluntarios habían inflado 1,500,000 globos: faltaban 500 mil para llegar a la marca propuesta, pero resultaban suficientes para romper el récord. Entonces, los voluntarios abrieron la red.
Al principio, la multitud se deslumbró ante la danza casi hipnótica de los millones de globos en el cielo. Globos verdes, amarillos, rojos, azules y blancos se arremolinaban en una gloriosa exhibición. “Fue hermoso”, comentó más tarde un espectador. “Parecía confeti subiendo”. Pero la alegría fue muy breve.
Un infierno de globos en Cleveland.
El plan original de United Way consideraba que todos los globos flotarían, se dispersarían y eventualmente terminarían biodegradándose. Hasta el momento en que los globos envolvieron la Terminal Tower todo parecía ir según el plan. Pero entonces llegó la tormenta. El frente frío que se aproximaba terminó empujando los globos de regreso al suelo, donde muchos terminaron obstruyendo las calles del centro de Cleveland. Otros cubrieron la pista del Burke Lakefront Airport, frenando totalmente el tráfico aéreo. Pero eso no fue lo peor.
Aquel día, la Guardia Costera había patrullado el lago Eerie durante toda la mañana en una operación de búsqueda y rescate de dos pescadores. Se supo que estaban desaparecidos después que su pequeña embarcación fuera encontrada a la deriva. A mitad de la búsqueda, una lluvia de globos arrastrados por la tormenta se precipitó al lago.
Flotando como boyas brillantes sobre el agua, miles de globos cubrían la superficie. Esto provocó que la búsqueda de Skip Sullivan y Raymond Broderick fuera una tarea prácticamente imposible para los guardacostas. Imagina lo complicado que es localizar una cabeza flotando sobre el agua con un chaleco salvavidas entre miles de esferas de colores brillantes. En el transcurso de dos días, la Guardia Costera no encontró signos de los pescadores desaparecidos.
Dos días después, los cadáveres terminaron flotando en la orilla del lago. Las viudas demandaron a United Way, argumentando que sus esposos pudieron ser rescatados de no ser por el evento. Fue una de muchas demandas que provocaron los globos de Cleveland.