Tomando en cuenta que decenas de miles de aviones despegan todos los días alrededor del mundo, algunas estimaciones afirman que se hacen más de 100 mil vuelos diarios, desde un punto de vista lógico no resulta extraño que algunas pocas veces los pilotos se encuentren con objetos voladores no identificados.
La verdad es que existen muchos relatos de avistamientos por demás intrigantes, y a continuación te presentamos las historias de cuatro pilotos que tuvieron la oportunidad de atestiguar fenómenos extraños en los cielos.
El OVNI de Bariloche.
El siguiente caso sucede a mediados de la década del 90 en Bariloche, Argentina. El vuelo 674 de Aerolíneas Argentinas transportaba a 102 pasajeros y 3 miembros de la tripulación aquella fría noche de invierno. La ciudad se encontraba sumida en una total oscuridad debido a un apagón eléctrico, y la nave se situaba a 3,000 metros de altura cuando, sin previo aviso…
Una nave con formato de disco, cuyo desplazamiento desafiaba las leyes de la física, se acercó y comenzó a escoltar el vuelo. Los controladores de tráfico aéreo informaron que los instrumentos se salieron de control, y aquel disco volador llegó a ser atestiguado no sólo por las personas que iban en el avión, sino también por personal en tierra y por la policía cuando la nave se encontraba a escasos 600 metros del suelo.
De acuerdo con lo relatado por el piloto, poco después de recibir la autorización de aterrizaje de la torre, notó la presencia de un punto luminoso blanco que se movía velozmente en su dirección, deteniéndose de forma brusca a unos 100 metros frente al avión. Cuando retomó las maniobras de la aeronave, el objeto ejecutó una extraña curva y empezó a seguir el descenso, posicionándose en el lateral.
Aquel OVNI – del tamaño de un avión – también cambió de color: el piloto observó un par de luces verdes traseras y un brillo intermitente y anaranjado en el centro.
Además, relató que cuando intentó el aterrizaje, las luces en la pista se apagaron, lo que lo obligó a abortar, y el objeto realizó la misma maniobra pero a una velocidad increíble, situándose a unos 3,000 metros de altura esperando la aproximación del avión. Finalmente, cuando el avión recibió nuevamente la confirmación de aterrizaje, el OVNI simplemente se alejó a gran velocidad.
Avistamientos en Washington.
En este caso participan varios testigos. En 1952 controladores de tráfico aéreo del Aeropuerto Nacional Ronald Reagan de Washington identifican una serie de señales extrañas en el radar y establecen comunicación con aviones comerciales en el área para preguntar a los pilotos si habían visto algo fuera de lo común.
Un piloto respondió asegurando haber visto múltiples luces desplazándose velozmente en diversas direcciones. Otro piloto aseguró que una luz le había dado seguimiento mientras intentaba aproximarse a destino, por lo que no pasó mucho tiempo antes que varios cazas fueran desplegados para investigar lo que pasaba.
Los aviones caza no encontraron ningún tipo de anomalía pero, apenas una semana después, las señales volvían a aparecer en los radares. Esta vez, en lugar de entablar conversación con los aviones comerciales en vuelo, enviaron aviones militares para descubrir lo que estaba pasando, y los pilotos relataron que seguían luces extrañas que se movían a una velocidad alucinante.
Incluso existen rumores de que Harry Truman, el entonces presidente del país, llegó a autorizar a los pilotos para que derribaran tales objetos. Sin embargo, la orden habría sido retirada después que diversos científicos (entre ellos Albert Einstein) advirtieron que aquel acto podría ser tomado como una violación a las leyes universales de hospitalidad, lo que hubiera provocado que estos supuestos seres extraterrestres nos devolvieran “el regalo”.
Rumores aparte, la explicación oficial de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos fue que aquellas interferencias luminosas habían sido causadas por inversiones térmicas.
De acuerdo con esa hipótesis, burbujas de aire frío formadas bajo el aire caliente durante el verano provocarían que las señales emitidas por los dispositivos golpearan contra los objetos – como automóviles y torres de transmisión – situados en la superficie, apareciendo en la pantalla de los radares como si se encontraran a varios metros de altitud.
Explosión multicolor.
A finales de la década del 80, durante un vuelo que iba de Kansas City a la ciudad de Waterloo, en el estado de Iowa, y después que la aeronave alcanzara los 4,500 metros de altitud, el copiloto Andrew Danzinger notó la presencia de un disco blanco a través de las nubes en el cielo. El piloto también divisó el punto luminoso, por lo que siguieron con sus actividades programadas sin despegar la vista del extraño punto.
Aproximadamente 20 minutos después, Danzinger se dio cuenta que el disco blanco se había transformado en una gigantesca bola roja que flotaba entre la línea de nubes y se mantenía paralela a la trayectoria del avión. El avión descendió unos 500 metros, y el círculo que lo seguía desapareció entre las nubes, momento en que ambos tripulantes en cabina atestiguaron una explosión de luces multicolor.
De acuerdo con la versión de Danzinger, tras aquel misterioso evento las nubes, las luces y el disco rojo desaparecieron de la vista. Cuando la tripulación hizo contacto con los controladores de tráfico aéreo para informar la situación, los operadores en tierra informaron que no habían detectado ningún tipo de anomalía en los radares.
Además, los controladores le sugirieron que reportaran el caso a la National UFO Reporting Center, una organización estadounidense que se encarga de investigar los avistamientos OVNI, como si fuera la cosa más común del mundo. Después que describieron lo ocurrido, los responsables en la organización les explicaron que frecuentemente recibían testimonios semejantes de otros pilotos.
El incidente de Labrador.
En 1954, James R. Howard – expiloto de la Fuerza Aérea Real Británica – pilotaba un viaje de Nueva York a Londres en un Boeing 377 Stratocruiser de la compañía British Overseas Airways Corporation cuando fue rodeado por diversos objetos voladores no identificados mientras la aeronave surcaba los cielos de la ciudad de Labrador, en Canadá.
De acuerdo con el testimonio de Howard, no se trataba de una sola nave sino de un objeto masivo acompañado por varios más pequeños que volaron junto al Boeing durante 130 kilómetros – el equivalente a 18 minutos. Además, de acuerdo con la versión de Howard, las naves cambiaron su formación en múltiples oportunidades.
Además que el incidente fue seguido por la tripulación – e incluso por algunos pasajeros del Boeing -, el episodio también habría sido registrado por la Fuerza Aérea de los Estados Unidos situada en Labrador. Aunque Howard estaba convencido de que había tenido un encuentro real con OVNIs, propusieron algunas teorías para explicar el evento.
Por ejemplo, Wim Van Utrecht, un investigador belga, cree que pudo tratarse de una gran bandada de pájaros – posiblemente estorninos – volando en formación. Sin embargo, el problema de esta explicación sería la altitud, pues estos animales no suelen alcanzar tanta altura, sin mencionar la velocidad, especialmente porque los objetos siguieron sin dificultad al avión durante una gran distancia.