El proceso de recolección de la miel alucinógena producida por las abejas gigantes del Himalaya está lejos de ser un trabajo fácil. Miembros selectos de la población de Kulung, al este de Nepal, escalan peñascos de hasta 91 metros por débiles escaleras construidas de cuerdas y bambú para conseguir el preciado producto. Evitan los ataques disipando los enjambres de abejas con el humo de pasto quemado, todo mientras intentan recoger el valioso líquido.
“The Last Honey Hunter”, una película que recientemente ingresó a concursar en los festivales y será lanzada en 2018, narra la historia de las personas que realizan esta arriesgada jornada. Es un testimonio deslumbrante, como podrás apreciar en este fragmento del detrás de escenas publicado por The North Face en YouTube.
¿Miel alucinógena?
El equipo de filmación incluyó a escaladores como el cineasta y fotógrafo Renan Ozturk. Aunque la producción estaba atada a arneses de seguridad, tuvieron que subir lo suficientemente alto para firmar el trabajo de estos recolectores, que no contaban con ningún tipo de seguridad más que las altas y finas escaleras rudimentarias.
Según la época, estas abejas fabrican diversos tipos de miel, de acuerdo con Mark Synnott, que formaba parte del equipo de filmación y escribió sobre los cazadores de miel para la National Geographic. Durante la primavera, las toxinas presentes en las flores que los insectos comen crean una miel psicotrópica.
“Comí dos cucharaditas, la cantidad recomendada por los cazadores de miel y, tras aproximadamente 15 minutos, empecé a sentir una sensación similar a la de la marihuana. Sentí como si el cuerpo se me estuviera enfriando, empezando por la parte de atrás de mi cabeza y atravesando mi tronco. Una sensación profunda y helada en mi estómago que duró varias horas”, escribió David Caprara para Vice en 2016, tras viajar a Nepal para atestiguar otra recolecta de miel.
También menciona que una dosis mayor puede resultar mucho más intensa.
Los efectos de la sustancia en el cuerpo humano.
El comerciante de miel de la aldea ofreció una descripción para el reportero sobre la experiencia de ingerir una cantidad mayor de miel: “en primer lugar, el cuerpo siente la necesidad de purgarse (vomitar o defecar). Tras la purga alternas entre la oscuridad y la luz. Puedes ver y al siguiente instante no puedes hacerlo”, le habría dicho a Synnott. “Esta sensación puede durar un día, como el sonido pulsante de una colmena a la distancia”.
Los nepalíes de la localidad usan pequeñas dosis de miel como antiséptico, un remedio para la tos o para calmar el dolor. Se vende en el mercado negro por entre 130 y US$ 175 por kilogramo, de acuerdo con lo publicado por Synnott. Esto justifica el desafío a la muerte durante su recolección.
Una tradición que está desapareciendo.
Sin embargo, estas jornadas para recolectar miel, que se llevan a cabo de forma ambientalmente sustentable, pueden desaparecer dentro de poco. La aldea que fue documentada en esta película no tiene a nadie más para sustituir el trabajo del recolector Mauli, toda vez que los jóvenes están menos interesados y más propensos a ir a las grandes ciudades.
Y ese no es el único problema. En el 2013, el fotógrafo Andrew Newey viajó a Nepal para documentar la recolección y reportó una disminución en las poblaciones de abejas debido al turismo y a las políticas gubernamentales que conceden privilegios de recolección a los emprendedores que no eligen el camino sustentable.