El 21 de febrero de 1977, Teresita Basa era encontrada muerta en su apartamento. Tras una extensa investigación, los esfuerzos de la justicia para encontrar al culpable parecían no surtir efecto. Los investigadores se encontraban en un callejón sin salida. Fue en ese momento que algo inesperado sucedió: el detective responsable por el caso fue contactado por un sujeto que tenía un testimonio bastante extraño. Afirmaba que, de alguna forma, su esposa se había puesto en contacto con el espíritu de la mujer muerta que pretendía orientar a la policía para resolver su propia muerte.
El espíritu de Teresita Basa dio santo y seña sobre su homicidio, lugar, momento y principalmente los motivos. A medida que el incrédulo investigador seguía las pistas ofrecidas por la médium, toda la evidencia se confirmaba, sobre todo los detalles del hurto de algunas de sus joyas, un dato que sólo podría conocer el asesino o la propia víctima.
Resolviendo su propio asesinato.
Los que la conocieron definían a Teresita Basa como una mujer “meticulosa y obstinada”. Nació en las Filipinas en 1929 y, como muchos otros compatriotas, emigró a los Estados Unidos buscando mejores condiciones de vida. Fungía como terapeuta especializada en enfermedades respiratorias en el Hospital Edgewater, en la ciudad de Chicago, Illinois. Como muchos inmigrantes, era una mujer seria y reservada.
El 21 de febrero de 1977, el departamento de bomberos de Chicago recibió una alarma de incendio que provenía de un edificio de apartamentos en el número 2740 de la avenida Pine Grove. Cuando llegaron al lugar, notaron que el fuego provenía del apartamento 15B, donde vivía Teresita.
Cuando los bomberos extinguieron las llamas quedó al descubierto una escena aterradora. Tirado en el suelo del apartamento encontraron el cuerpo incinerado de una mujer. No llevaba ninguna prenda encima y tenía un cuchillo incrustado en el pecho y, sobre ella, un colchón. Evidentemente aquello era la escena de un crimen. La policía intervino de inmediato. Concluyeron que los restos pertenecían a Teresita Basa, de 48 años.
La primera teoría que surgió entre los investigadores es que quizá se trataba de un crimen pasional. Sin embargo, debido a la profunda perturbación en la escena y a la destrucción parcial del cuerpo, los detectives tenían muy pocos caminos para armar una línea de investigación clara. Sin demasiadas pistas, el caso se iba enfriando lentamente, hasta que llegaron a un callejón sin salida. Las investigaciones para descubrir al asesino de Teresita dejaron de avanzar.
El matrimonio Chua.
Los meses pasaban y el caso parecía haber quedado relegado al olvido hasta que, una noche, una mujer llamada Remedios “Remy” Chua, cónyuge del médico José Chua y compañera de trabajo de Teresita en el hospital (ambos de origen filipino), empezó a ofrecer las primeras pistas concretas para la solución del crimen. La Sra. Remy empezó a experimentar visiones y sueños donde Teresita se le aparecía. Cierto día se encontraba en el baño de su casa en Skokie, en los alrededores de Chicago, cuando ingresó a una especie de trance. Al encontrarla en aquel estado, su esposo le preguntó qué le pasaba. La voz que emanó de Remy le respondió con un fuerte acento filipino que la que estaba allí no era su esposa.
Posesión de Remy Chua.
En aquello que muchos describirían como un evidente estado de posesión, la mujer empezó a asegurar que era Teresita Basa, que la habían asesinado y quería que se conociera la identidad del perpetrador. Al principio, el Dr. Chua no dio crédito a lo que estaba atestiguando, pues le parecía imposible que el cuerpo de su esposa estuviera poseído por un espíritu, sobre todo por el de una compañera con la que tenía bastante cercanía.
Sin embargo, estas posesiones siguieron sucediendo y en cada ocasión el espíritu de Teresita Basa ofrecía información relevante sobre la identidad de su homicida. Así fue que el Dr. Chua decidió ponerse en contacto con la policía, sin sospechar que su decisión terminaría por revelar el misterio de aquella muerte.
Cierto día Joseph Stachula y Lee Epplen, investigadores veteranos, atendieron la llamada de un médico que aseguraba su esposa se encontraba en un estado de trance en el que canalizaba al espíritu de Teresita Basa. Los detectives no le dieron mucho crédito a la historia, pero accedieron a escuchar las grabaciones que el médico hizo de los mensajes enviados por Teresita durante las posesiones de Remy.
Allan Showery, el asesino.
En aquellas grabaciones Teresita acusó a Allan Showery, un joven que había ingresado a su apartamento para instalar un equipo de televisión y que también había laborado como asistente en el hospital donde trabajaba. Lo acusó de robarle joyas valiosas. Aquel espíritu ofrecía pistas que nadie conocía, como el hecho de que las joyas habían sido traídas de Francia por el padre de Teresita como un regalo para su esposa, y que al ser descubierto, el ladrón la asesinó. Teresita también afirmaba que Showery le había entregado un collar de perlas a su amante, un collar que había sido de su madre.
Los policías se mantuvieron incrédulos ante este tipo de evidencia, pues no resulta común que un muerto ayude a resolver su propio caso. Dado que el cadáver había sido encontrado sin ropa, los detectives decidieron hacer una prueba de confiabilidad, sugiriendo que el ladrón había abusado de la mujer.
Entonces le preguntaron a Remy si Teresita había sido víctima de un abuso sexual. La información obtenida del espíritu fue consistente con el resultado del análisis forense: la mujer no fue atacada sexualmente. A partir de ese momento abrieron una nueva línea de investigación, sin tomarse muy en serio el hecho de que un espíritu se había metido en el caso.
Teresita toma venganza.
Cuando allanaron el departamento de Allan Showery, en West Schubert 630, inmediatamente la policía dio con las joyas, y rápidamente lo procesaron como un posible culpable. Por si fuera poco, la policía logró recuperar el collar de joyas que Teresita había descrito durante la posesión, y realmente Showery se lo había entregado a su amante de nombre Yanka Kamluk. En febrero de 1979, Allan Showery fue condenado a apenas 14 años de prisión por el brutal asesinato de Teresita Basa.
Tristemente, Allan se benefició del extraño fenómeno que condujo a su aprehensión: lo liberaron en 1983 tras cumplir apenas 5 años de la condena, toda vez que la defensa argumentó que los relatos de “posesiones” no deberían ser válidos en ningún juicio en el plano de los vivos.
Un auténtico misterio.
Hasta nuestros días la policía es incapaz de explicar por qué la pareja Chua tenía tanta información sobre el caso. El punto de vista escéptico argumenta que, como la pareja de médicos trabajaba con Teresita y la conocían muy bien, pudieron saber los detalles de las joyas, asimismo conocieron a Allan en el corto periodo de tiempo que laboró en el hospital.
De alguna forma, el par orquestó esta hipótesis que se mostró correcta para el asesinato y empleó la simulación de una posesión porque no tenían forma de acusar deliberadamente y sin pruebas a quienes ellos creían era responsable del homicidio. La versión escéptica no tiene forma de justificar cómo fue que el “espíritu” supo que Allan entregó una de las joyas (y cual) a su amante.