El Concorde es uno de los aviones más bellos y sofisticados en la historia de las aeronaves comerciales. Las alas alargadas ubicadas en la parte posterior, la cabina estrecha y la nariz fina (inclinable durante el aterrizaje para mejorar la visibilidad del piloto) evocan a un avión del futuro. Sin embargo, el Concorde fue diseñado en la década de 1960 por un consorcio de empresas francesas e inglesas, que posteriormente se integrarían como Airbus.
Más rápido que el sonido.
El Concorde fue una de las dos aeronaves supersónicas que operaron comercialmente, la otra fue un avión de diseño soviético llamado Tupolev Tu-144. Poseía cuatro motores que consumían hasta 25 mil litros de combustible por hora (casi el doble de lo que gasta el Boeing 747) que le permitían volar a 60 mil pies de altura, 20 mil pies más que otras aeronaves.
La tecnología que implementó este avión fue revolucionaria, empezando por un sistema que desaceleraba el paso del aire al interior de las turbinas evitando que explotaran antes de llegar a máxima altura. Todo con el firme objetivo de alcanzar los gloriosos 2,179 km/h, duplicando la velocidad del sonido.
Viajaba al doble de la velocidad que los aviones comunes, permitiendo a los pasajeros atravesar el planeta con una rapidez que sigue impresionando hasta nuestros días. Por ejemplo, se podía ir de Londres a Nueva York en apenas tres horas.
Lujo en el aire.
El Concorde entró en operaciones en 1976. Las personas quedaron maravilladas con este avión, pero muy pocos se podían dar el lujo de viajar en él. El precio de un boleto para viajar en el Concorde superaba al de los vuelos en primera clase, y fácilmente podía alcanzar los US$ 10 mil en valores actuales.
Sin embargo, mantener una flota de aviones de esta clase resultaba todavía más costoso. De hecho, las empresas que operaban el Concorde, British Airways y Air France, presentaban perdidas con el servicio del Concorde. El problema era que, para obtener ganancias, cada Concorde debía despegar con al menos el 90% de los asientos ocupados, porcentaje que difícilmente se cumplía en cada vuelo.
Vuelo 4590 de Air France.
Pese a esto, la aeronave siguió operando comercialmente en vuelos que conectaban a Europa con Estados Unidos hasta el 25 de julio del año 2000. Aquella fecha, el Concorde F-BTSC de Air France despegó del aeropuerto Charles de Gaulle, en París, con destino a Nueva York. Transportaba 100 pasajeros y 9 tripulantes. Más tarde, se supo que el avión iba sobrecargado con 810 kilogramos por encima del peso máximo permitido.
Durante aquel despegue, el mundo atestiguó una de las escenas más impactantes en la historia de la aviación. En plena aceleración inicial, con el Concorde aún sobre la pista, uno de los tanques de combustible estalló. Los pilotos se dieron cuenta, pero apenas disponían de 2 kilómetros de pista para intentar frenar el avión y abortar el despegue con seguridad. Desde su perspectiva, la única opción viable era intentar despegar con el avión en llamas.
El resultado fue aterrador. Los motores 1 y 2 fallaron, por lo que la aeronave se fue inclinando violentamente hacia un costado. En un intento por compensar el desequilibrio y forzar el despegue del Concorde, los pilotos desaceleraron los motores 3 y 4 del otro lado. El avión se desplomó poco después en las inmediaciones del aeropuerto. La totalidad de los ocupantes pereció, además de otras cuatro víctimas fatales que fueron alcanzadas por trozos del avión.
El accidente dio la vuelta al mundo arruinando la reputación del Concorde, una aeronave que jamás protagonizó un accidente tan grave y hasta entonces se consideraba uno de los aviones más seguros en la historia.
El ocaso del avión supersónico.
El Concorde F-BTSC de Air France, mismo que protagonizara el accidente en París, despegando del Aeropuerto Internacional de Niza-Costa Azul dos meses antes de la tragedia:
Toda la flota pasó por una inspección rigurosa y volvió a operar comercialmente. Sin embargo, el 11 de septiembre de 2001 los ataques terroristas en Estados Unidos hicieron que las personas sintieran miedo de volar. El Concorde nada tuvo que ver con la tragedia, pero se vio seriamente afectado con la caída en las ventas de boletos de avión. Finalmente, el maravilloso avión supersónico se hacía económicamente inviable.
Los Concorde fueron sacados de servicio, y en 2003 la British Airways organizó una serie de vuelos de despedida para los fanáticos del avión.