Por extraño que parezca, los ladrones de tumbas solían quitar la nariz a las estatuas por el temor que les producía una antigua leyenda. En una entrevista para el sitio Artsy, el curador del Museo de Brooklyn Edward Bleiberg reveló el motivo por el que diversas estatuas del Antiguo Egipto carecen completamente de nariz o la tienen parcialmente destruida.
El especialista menciona que los ladrones de tumbas solían romper la nariz de estas piezas con la finalidad de exterminar a los espíritus vengativos al “cortarles” la respiración por la nariz. La Fundación Pulitzer para las Artes organizó la exposición Striking Power: Iconoclasm in Ancient Egypt, en la ciudad de St. Louis, Misuri, donde se pueden encontrar algunas piezas dañadas.
Precisamente, el objetivo de la exhibición es comprobar que, a pesar de que la nariz puede romperse de forma natural con el paso del tiempo, el patrón regular de corte presente en estas muestras comprueba que no se trata de un daño aleatorio. Las piezas de la exhibición provienen de los reinados de Hatshepsut (1490-1468 a. C.) y Akenatón (1353-1336 a. C.).
Bleiberg asegura que el comportamiento de los ladrones que mutilaban las estatuas era “motivado por cuestiones políticas y religiosas”. Los antiguos egipcios consideraban que las estatuas hacían las veces de contenedores para el alma de la persona representada. Por eso, al mutilar una parte tan importante como la nariz, los ladrones de tumbas probablemente creían que neutralizaban la fuerza de estas representaciones.
“La parte dañada del cuerpo ya no puede hacer su trabajo”, señala Bleiberg. Entonces, una vez que la nariz se rompía la estatua dejaba de respirar y resultaba imposible que regresara al mundo terrenal en busca de venganza.