Existe la creencia ampliamente divulgada de que las mujeres son multitarea. Es decir, que son capaces de realizar múltiples actividades simultáneamente. El mejor ejemplo lo tenemos con aquellas que trabajan y tienen hijos: su rutina implica hacer auténticos malabares con su empleo y la administración del hogar (preparando la comida para los pequeños, haciendo tareas domésticas y organizando toda clase de compromisos o eventos sociales). Sin embargo, un nuevo artículo publicado en PLOS Onesugiere que no existe ningún tipo de diferencia entre hombres y mujeres cuando se trata del “multitasking”.
El estudio procuró determinar si las féminas eran más eficientes alternando entre múltiples tareas y/o haciendo “malabares” con varias actividades al mismo tiempo. En conclusión: el cerebro de las mujeres no resulta más eficiente en esta clase de actividades comparado con el de los hombres. La correcta utilización de datos sólidos resulta esencial para derribar esta clase de mitos, sobre todo si propicia que a las mujeres se les asignen múltiples exigencias con el trabajo, la familia y las tareas domésticas.
Multitarea: hombres vs mujeres.
Cuando realizamos una sola tarea, podemos enfocar toda nuestra atención en ello. Por otro lado, el multitasking implica la realización de varias actividades independientes en un corto periodo de tiempo. Esto requiere que el individuo disponga de una atención rápida y capacidad para ir de una actividad a otra, incrementando la demanda cognitiva.
El estudio en cuestión se basó en otra investigación con más de una década de antigüedad donde se demostró que el cerebro humano es incapaz de administrar múltiples actividades al mismo tiempo. Este hábito se vuelve particularmente difícil de aprender cuando dos tareas son semejantes, pues el cerebro emplea las mismas áreas para intentar resolverlas y termina saturado.
Sin embargo, nuestros cerebros si tienen talento para intercalar actividades rápidamente, y esto es lo que ha llevado a muchos a creer que son capaces de realizar múltiples tareas simultáneamente. Pero, estrictamente hablando, nuestro cerebro sólo se enfoca en una cosa a la vez.
En el estudio encabezado por la Dr. Patricia Hirsch, de la Universidad Técnica de Aquisgrán, en Alemania, se comparó la habilidad de 48 hombres y 48 mujeres en la identificación de caracteres alfanuméricos. En ciertas fases del experimento, los participantes debían prestar atención a dos tareas al mismo tiempo (multitareas simultaneas), mientras en otras etapas debían alternar la atención entre actividades (multitareas secuenciales). Por otro lado, un grupo de control llevaba a cabo una sola tarea.
Al medir el tiempo de reacción y la precisión de estos experimentos, los científicos alemanes encontraron que el multitasking, tanto en hombres como en mujeres, afecta significativamente la precisión y velocidad en la resolución de tareas. No se observó ninguna diferencia entre los grupos.
El mito de las mujeres multitarea y sus consecuencias.
Estas conclusiones llevan a una pregunta obvia: ¿si los cerebros de las mujeres se ven igual de estresados, por qué se perpetua el mito solicitándoles el desarrollo de trabajos de esta naturaleza? ¿Tiene algún tipo de consecuencia sobre su salud?
La respuesta es SÍ. De hecho, otros estudios concluyeron que la salud mental de las madres puede verse afectada a causa de una agenda ocupada. Peor aún, ante la llegada del primogénito se disparan los informes de padres que mencionan sentirse “presionados” o “limitados por el tiempo”, siendo este efecto doblemente intenso para las mujeres. Cuando llega un segundo hijo, la presión del tiempo suele recaer sobre la madre y su salud mental se ve deteriorada.
Otro dato importante es que cuando nace el primer hijo o la demanda en el ambiente doméstico se dispara, las mujeres tienen una mayor propensión a renunciar a un trabajo remunerado. El hecho de tener que organizar las necesidades del hogar agrega peso extra a la carga mental de las mujeres. Muchas veces, pasar por el niño a la escuela, tener la ropa limpia o verificar que la despensa esté surtida implica sacrificar actividades relacionadas al trabajo que pueden llegar a costarle desde un simple planeamiento hasta un ascenso laboral.
Aunque los roles de género se están adaptando y los hombres asumen su parte en las actividades domésticas y el cuidado de los hijos, esas viejas lagunas de género aún sobreviven en diversos ámbitos laborales y familiares. Es decir, el mito de que las mujeres son multitarea se traduce en que las madres deben “hacer todo”. Una obligación que podría afectar la salud mental de las mujeres, así como su capacidad de superarse profesionalmente.
Un desafío para la igualdad de género.
El estudio demuestra, de forma contundente, que las mujeres carecen de una ventaja biológica que les permite ser súper eficientes. Esto significa que la carga adicional de trabajo que realizan es sólo eso, trabajo extra. Y debe verse como tal. En el núcleo familiar, estas actividades deben ser catalogadas, debatidas y divididas. Es una época propicia, pues nunca antes los hombres se mostraron tan abiertos a la igualdad de género, la igualdad de participación y la paternidad compartida.
En el trabajo también se debe desechar el mito. Esa suposición de que la mujer es más versátil influiría en la elección de ciertas tareas administrativas. Y el reto también implica modificar las políticas gubernamentales pues los hijos agregan una carga extra de trabajo que no es fácilmente administrable. Los padres necesitan guarderías accesibles, ampliamente disponibles y de calidad.
Los hombres también requieren acceso a empleos flexibles, licencias de paternidad y cuidados infantiles para compartir las actividades con sus cónyuges. Además, se requieren de mecanismos de protección que garanticen no serán penalizados por compartir dichas actividades. Derribar los mitos que catalogan a la mujer como una super heroína es bueno; sin embargo, debemos ir más allá y propiciar ambientes políticos donde la igualdad de género prospere.