Mientras algunos procrean como conejos, otros cargan una maldición que los imposibilita a tener descendencia. A medida que la medicina avanzó en el campo de la fertilidad, una industria gigantesca se levantó en torno a los tratamientos que demandan aquellos que anhelan ser padres. Sin embargo, desde épocas inmemorables los humanos han ideado rituales y figuras para, según las viejas creencias, superar este problema.
Un ejemplo de estos métodos mágicos de fertilidad socorridos en el pasado todavía puede apreciarse entre las rarezas exhibidas por los museos de “Ripley’s Believe it or Not!”. Según la leyenda, aquellas mujeres que desean concebir sólo deben tocar una estatua.
Las estatuas de la fertilidad de África.
Las estatuas de la fertilidad forman parte de una exhibición especial de Ripley titulada “Odditoriums”, que incluye objetos extraños cuyos orígenes no han sido resueltos. Se cree que las extrañas estatuas talladas en madera de ébano provienen de la tribu Baulé, residentes de Costa de Marfil, en África, y habrían sido construidas en la década de 1930. Las estatuas representan a un hombre y una mujer de rasgos primitivos, cada una pesa alrededor de 30 kg y miden 1.5 metros de alto. Se confeccionaron empleando herramientas rusticas.
Existe la creencia de que estas artesanías están dotadas de un poder místico que proporciona fertilidad a las mujeres.
De Costa de Marfil a Estados Unidos.
El arribo de las estatuas a Norteamérica fue culpa de Edward Muier, colaborador de los museos de Ripley. Durante una de sus excursiones para adquirir objetos inusuales, raros y extraños llegó hasta una pequeña tienda de curiosidades oculta al interior de un bazar en Costa de Marfil. En ese lugar se encontraban las estatuas, y el vendedor le informó que habían sido bendecidas por un chamán para otorgarles el poder de la fertilidad. Si una mujer llegaba a tocarlas, dentro de poco quedaría embarazada.
Muier no se tomó la leyenda en serio, pero adquirió las piezas pues consideró que se trataba de unos bellos elementos decorativos. Cuando regresó a Orlando, Florida, instaló las peculiares estatuas en la puerta de entrada a las oficinas corporativas de la compañía. Sin embargo, a los pocos meses descubrió que la historia contada por el dueño de la tienda no era un invento.
Los embarazos.
La primera “víctima” fue la recepcionista de la oficina, cuyo trabajo implicaba pasar frecuentemente entre las estatuas y sentarse a unos cuantos metros de las mismas. Varias semanas después que las instalaron, se supo la noticia de que estaba esperando un bebé. El hecho resultó cómico al equipo de trabajo, y la recepcionista llegó a burlarse de la extraña coincidencia.
Varias semanas después, corrió la noticia de que una empleada del área de contabilidad llamada Kimberly Martin también estaba embarazada, pese a que la mujer no había planeado tener hijos. Aunque había procurado mantenerse alejada de las estatuas, un día tocó una por accidente y al poco tiempo recibió la noticia del embarazo. Martin llegó a relatar su propia experiencia:
Recientemente había contraído matrimonio, por lo que mi esposo y yo decidimos esperar unos tres o cuatro años antes de tener hijos. Cuando me contaron la leyenda de las estatuas, procuré mantenerme la distancia. Un día caminaba por aquel pasillo y tropecé justo al lado de la estatua de mujer y cuando me di cuenta, una de mis manos estaba sobre ella. En ese momento pensé que no podía hacer nada al respecto, así que continué con mis labores. Seis semanas después descubrí que estaba esperando un bebé. Definitivamente no debí embarazarme pues me cuidaba con anticonceptivos. Aunque resultó sorpresivo, terminó siendo algo maravilloso.
Exhibición en el museo de Ripley.
En el transcurso de los 13 meses posteriores a la instalación de las estatuas de la fertilidad, 13 mujeres se embarazaron. El rumor se esparció rápidamente y la oficina empezó a recibir solicitudes por escrito de personas que buscaban concebir para que les permitieran tocar las estatuas. Se tomó la decisión de trasladarlas al museo, y allí emprendieron una gira que se extendió durante tres años. Todo el tiempo fueron accesibles para los visitantes, y un cartel advertía:
En la cultura africana Baga, la reina Nimba es una representación ideal de la mujer fértil. Por eso, en épocas de cosecha y ceremonias nupciales la reina Nimba es convocada para inspirar tanto la fertilidad de los cultivos como la de los recién casados. Reza la leyenda que toda aquella mujer que toque la estatua de la reina Nimba, aumenta dramáticamente sus posibilidades de concebir. Tócala bajo tu propio riesgo.
Tras la exhibición de las piezas, miles de personas llegaron a tocarlas y también miles fueron las cartas que recibió Ripley con testimonios sobre la efectividad de las estatuas de la fertilidad. Incluso mujeres a las que se había dicho que jamás podrían tener hijos, aseguraban estar felizmente embarazadas. Los objetos figuraban entre las principales atracciones del museo, y el personal logró conseguir otro par en Costa de Marfil para satisfacer la demanda.
Las opiniones sobre la eficacia de las estatuas de la fertilidad.
Para muchos, los testimonios son producto de un efecto placebo combinado con un sesgo informativo y una pizca de coincidencia. Es decir, sólo toman en cuenta a las mujeres que tocaron las estatuas y se embarazaron, pero las otras que lo hicieron y no lograron concebir son ignoradas, lo que propicia un sesgo en la percepción. Por otro lado, muchos consideran que las enigmáticas estatuas de la fertilidad realmente funcionan. Para los científicos no es otra cosa que puro folclore y superstición.
Independientemente de su eficacia, las estatuas de la fertilidad de Ripley siguen siendo uno de los mayores atractivos de la compañía. Generalmente es posible encontrarlas en exhibición permanente en el museo de Ripley, en Orlando, aunque ocasionalmente forman parte de las giras debido a su popularidad.