¿Sabías qué Canadá y Estados Unidos comparten la frontera no militarizada más extensa del planeta? Hoy, esa franja de 8,891 kilómetros es compartida por dos países que mantienen una convivencia cordial y amistosa. Sin embargo, la atmósfera del vecindario fue distinta en el pasado. Al punto que ambas naciones llegaron a desarrollar minuciosos planes de invasión para atacarse una a la otra… por si las dudas.
El origen del Plan Rojo.
El título original del plan elaborado por los estadounidenses era “Joint Army and Navy Basic War Plan – Red” (“Plan básico de guerra conjunto del ejército y la marina – Rojo”) y, en esencia, detallaba acciones militares alrededor del mundo entre las que figuraba una invasión a Canadá. Originalmente, el “plan rojo de guerra” se desarrolló como respuesta ante una hipotética guerra contra Inglaterra y su Mancomunidad de Naciones.
En esencia, el plan suponía un conflicto entre Inglaterra (con nombre clave “rojo”) y los Estados Unidos (azul) motivado por intereses comerciales y la disputa del comercio internacional. Y el ejército estadounidense se habría encargado directamente de desarrollar el plan en 1934.
Objetivo: frenar el avance británico en Canadá.
En la guerra imaginaría, Estados Unidos suponía que Inglaterra utilizaría el territorio de Canadá (Carmesí), por pertenecer a la Mancomunidad de Naciones, para establecer bases militares y facilitar los ataques en su territorio. El ejército estadounidense llegó a elaborar una lista con todas las playas donde los británicos tenían oportunidad de realizar los desembarques.
Ante el temor de que se produjera una amplia colaboración entre canadienses e ingleses, el ejército de los Estados Unidos detalló una estrategia para tomar el país vecino como medida preventiva. En un documento de casi un centenar de páginas se detallaron acciones para frenar el avance británico: la Marina se encargaría de bloquear los puertos de Canadá tanto en el Atlántico como en el Pacífico, neutralizarían las hidroeléctricas en las cataras del Niagara y se enfocarían especialmente en controlar Halifax.
Los Grandes Lagos también figuraba como zona de interés en los planes estadounidenses. Incluso tuvieron la precaución de advertir sobre la Real Policía Montada de Canadá, una fuerza del orden que no podía tomarse a la ligera durante las acciones militares.
Un plan de conquista e invasión.
Una vez controlado el territorio, las fuerzas armadas de los Estados Unidos se enfocarían en tres objetivos: un avance desde Dakota del Norte hasta Winnipeg, después una movilización a Vermont para tomar Quebec y Montreal y, finalmente, avanzarían rumbo al noroeste para apoderarse de las minas de níquel de Ontario. Además, el plan contemplaba desplegar fuerzas militares por toda la Ruta 99 hasta Vancouver y tomar las colonias británicas en el Caribe.
Estados Unidos no sólo planeaba neutralizar una amenaza proveniente de Canadá, la verdadera intención del plan era reclamar el territorio como trofeo:
“Las intenciones de azul son apoderarse a perpetuidad de todo el territorio ganado a rojo y carmesí. Tras una declaración de paz, la política sobre provincias y territorios de rojo y carmesí será prepararlas para que se conviertan en estados y territorios de la unión azul”.
Los otros planes de guerra.
El “plan rojo de guerra” fue descubierto en 1974 en el acervo de los Archivos Nacionales y Administración de Documentos tras la desclasificación de múltiples materiales. De hecho, el documento formaba parte de un conjunto de “planes de colores” desarrollado por el Departamento de Guerra entre las décadas de 1920 y 1930, cuando las amenazas no eran más que suposiciones.
Estos planes surgieron tras la creación del Colegio de Guerra del Ejército y la División de Planes de Guerra, que dotaron al Pentágono de capacidad para planificar múltiples escenarios de guerra.
Canadá y su plan para defenderse de una invasión estadounidense.
En la otra cara de la moneda, los canadienses sabían perfectamente que no poseían poderío militar para hacer frente a los Estados Unidos, por lo que su plan se limitaba a tratar de ganar tiempo hasta que los aliados británicos llegaran a defenderlos. El plan se titulaba “Esquema de defensa número uno” y consistía en hacer marchar las tropas hacia Seattle, Albany, Minneapolis y Great Falls.
La oficina canadiense responsable por desarrollar el plan de guerra apenas y tenía presupuesto para funcionar. De hecho, para recopilar información destinada al Esquema de defensa número uno, personal canadiense ingresó clandestinamente a las ciudades antes mencionadas para tomar fotografías y obtener los mapas que se proporcionaban gratuitamente en las estaciones de servicio.
Las “invasiones” de EE.UU. a Canadá.
Aunque ambos planes consideraban escenarios muy hipotéticos y no pasaban de grandes especulaciones, en el pasado los estadounidenses invadieron en diversas oportunidades territorio canadiense. Durante la Guerra de Independencia de los Estados Unidos, el general Benedict Arnold orquestó un ataque fallido contra Canadá.
En la Guerra anglo-estadounidense de 1812, tropas estadounidenses atacaron a las canadienses en varios episodios, pero al final fueron expulsados. Algunas décadas después, en 1839, Canadá y Estados Unidos protagonizaban una disputa fronteriza que terminó con la muerte de un cerdo canadiense y una vaca estadounidense.
¿Países amigos?
Pese a esta desconfianza, pocos años después que se desarrollara el Plan rojo de guerra, Estados Unidos y Canadá se integraron al bando de los Aliados en la Segunda Guerra Mundial. Después, ambos países colaboraron en desarrollar una estrategia de defensa para Norteamérica y expresaron sus buenas intenciones como vecinos firmando la Carta de la OTAN.
Actualmente, la frontera entre Estados Unidos y Canadá ostenta el mayor número de cruces legales en todo el mundo. Aunque no hay ningún indicio sobre la existencia de algo similar al Plan rojo de guerra, el Pentágono jamás ha negado expresamente poseer algún plan de contingencia que involucre una invasión a Canadá.