En la cultura popular el término Neandertal adquirió un carácter peyorativo. De hecho, cuando escuchamos la palabra solemos imaginar a un ser humanoide, de rasgos primitivos y robustos cuya carencia de inteligencia y destreza física los llevó a desaparecer en la competida carrera evolutiva. Durante décadas hemos creído que el torpe neandertal sucumbió ante el Homo sapiens por la supremacía del reino animal.
Sin embargo, en los últimos años la imagen del hombre de Neandertal ha venido reivindicándose. Ahora, sabemos que la tradicional representación de la especie está totalmente equivocada. El Neandertal figuró como especie inteligente, creativa y perfectamente adaptada al entorno, al punto que se desplazaba totalmente recto, como el Homo sapiens. A continuación, recapitulamos los desafortunados episodios que provocaron la errónea concepción de los neandertales y la forma en que ha cambiado su imagen.
El descubrimiento del primer Neandertal.
En 1856, una cuadrilla de mineros que trabajaba en el valle de Neander, en Alemania, descubrió un conjunto de huesos fosilizados. Inicialmente supusieron que pertenecían a un animal de gran porte que habitaba las cavernas, pero decidieron averiguar con un investigador e historiador local para salir de dudas. Tras un análisis, el investigador concluyó que se trataba de una osamenta humana. Y agregó que, probablemente, esta persona padecía un severo raquitismo que deformó sus huesos.
El 24 de noviembre de 1859, Charles Darwin publicó “El origen de las especies” causando un auténtico revuelo en el mundo con conceptos innovadores para la evolución como la supervivencia del más apto y la selección natural. Evidentemente, los fósiles encontrados en el valle de Neander fueron analizados por otros expertos.
Entre estos especialistas se encontraba un hombre llamado William King, quien determinó que los huesos pertenecieron a un ancestro ya extinto de los humanos modernos. Lo denominó Homo neanderthalensis o hombre de Neandertal, en honor al sitio donde se descubrieron los fósiles.
La mala interpretación del Neandertal.
Por aquella época, disciplinas científicas como la antropología y paleontología estaban en pañales. Pese a las buenas intenciones, aquellos primeros paleontólogos del siglo XIX carecían de experiencia y conocimiento. Esta situación condujo a múltiples errores que dieron pie a los mitos que han difamado a los neandertales desde hace décadas.
En 1909, un paleontólogo pionero llamado Marcelino Boule tuvo la oportunidad de volver a armar la primera osamenta descubierta de un Neandertal. Concluyó que se trataba de un espécimen con postura permanentemente encorvada. De forma errónea, Boule consideró al Neandertal como el eslabón perdido entre los primates que se desplazaban sobre cuatro patas y los humanos modernos que caminan erguidos.
A partir entonces, ilustraciones y representaciones mostraron a los Neandertales encorvados. Boule jamás imaginó que el único espécimen de la especie que tuvo oportunidad de examinar padecía, por pura casualidad, una artritis tan severa que terminó encorvándolo.
La extinción de los Neandertales.
Desde aquellos primeros huesos encontrados en el valle del Neander, paleontólogos y arqueólogos han profundizado en las características de este primo extinto de los humanos gracias al hallazgo de numerosos restos fosilizados. En primer lugar, descubrieron que el Neandertal jamás fue un eslabón perdido entre los primates y el Homo sapiens. Simplemente pertenecían a una rama distinta del árbol genealógico que contiene al hombre.
De hecho, el Neandertal llegó a diseminar su especie por buena parte de Asia y Europa, pero su población cayó hasta que sólo quedaron unos pocos en Gibraltar. Al final, los Neandertales se extinguieron hace unos 25 mil años. Bueno, eso es lo que se cree.
ADN del pasado.
Tras el descubrimiento y los avances en el ADN, los científicos mostraron interés por desentrañar los secretos más profundos almacenados en nuestros genes y empezaron a mapear el genoma humano. Sin embargo, otros decidieron tomar un camino distinto al intentar mapear el genoma de los neandertales al partir del ADN extraído de sus fósiles. Lo que reveló este fuerzo fue sorprendente: tal vez el hombre de Neandertal no pereció hace miles de años.
De hecho, al analizar el ADN de caucásicos europeos y asiáticos saltaron algunos genes neandertales. Anteriormente, se teorizaba que los primeros humanos y neandertales llegaron a coexistir en Europa hace más de 35 mil años; sin embargo, la secuencia de ADN reveló que estas especies hicieron mucho más que vivir en el mismo lugar: se cruzaron.
La reivindicación del Neandertal.
La secuenciación del ADN terminó respaldando los resultados de los estudios en las últimas décadas, y sólo entonces los neandertales empezaron a ser vistos de otra forma. Lejos de ser una especie “tonta” y encorvada que arrastraba los nudillos al desplazarse, los verdaderos neandertales se desplazaron erguidos y con gracia. Aquel neandertal artrítico que sesgó la imagen de la especie quedó rebasado por fósiles de otros especímenes saludables que proporcionaron una visión mucho más precisa de nuestros antiguos primos.
Los neandertales eran mucho más parecidos a los humanos que a los simios. Algunas estimaciones sugieren que el hombre y los primates se separaron hace unos 5 millones de años, mientras que la rama humana y neandertal se dividió hace aproximadamente 400 mil años. La especie solía habitar en comunidades de tamaño considerable y manifestaba sentimientos como la compasión y empatía.
Un ancestro compasivo y talentoso.
La evidencia sugiere que protegían a sus ancianos, e incluso llegaron a utilizar diversas medicinas herbales y técnicas de curación naturales. También se sabe que destinaban sitios especiales para los entierros, lo que sugiere poseían rituales de muerte y lamentaban el deceso de sus conocidos. Se alimentaban de forma equilibrada y llegaron a cocinar verduras y carne. También destacaban en la cacería y tenían talento en la fabricación de armas.
Llegaron a diseñar lanzas particularmente fuertes combinando flechas confeccionadas de piedra cortada enastadas con largas varas de madera endurecida. Lograban mantener las puntas de lanza en su sitio gracias a un pegamento que desarrollaron a partir de resinas vegetales. En la cacería, los neandertales eran hábiles derribando bisontes de gran tamaño y poderosos rinocerontes lanudos.
Los neandertales y la creatividad.
La especie también desarrolló un lado artístico. Se cree que algunas piezas de arte rupestre encontradas a través de Europa fueron hechas por los neandertales, quienes solían adornar las cavernas con ilustraciones de flora y fauna. Aquellos artistas primitivos mesclaban plantas y minerales para fabricar una pintura que se ha mostrado resistente al paso del tiempo.
En 2018, se encontraron una serie de pinturas y dibujos de más de 40,000 años de antigüedad en un sitio conocido como la Cueva de la Pasiega, en España. En otras cuevas se encontraron vasijas con pigmentos de diversos colores, lo que hace creer a los arqueólogos que los neandertales también practicaban el arte corporal.
Resucitando a los Neandertales.
Mapear el genoma del hombre de Neandertal podría ser el inicio de algo mucho más grande. Hace algunos años, el genetista George Church, de la Universidad de Harvard, sugirió la posibilidad de emplear el ADN para crear un clon de Neandertal que se desarrollaría en el vientre de una madre sustituta humana.
Por si fuera poco, declaró que los Neandertales no se extinguieron del todo pues algunos humanos modernos cargan con su ADN en la composición genética. Church asegura que “resucitar” a los Neandertales podría resultar benéfico para la especie humana. Por ejemplo, se sabe que algunos genes de esta especie aumentaron la efectividad de los sistemas inmunes humanos.
Otro dato interesante es que, según Church, el cerebro de los Neandertales podría tener una configuración distinta al de los humanos, de forma que estarían más capacitados para resolver problemas que han aquejado a la humanidad desde hace miles de años.