Los siguientes acontecimientos tuvieron lugar en Madrid, España, en el año de 1990. El padre de la señora Concepción Gutiérrez agonizaba en un hospital de la ciudad, por lo que reunió a sus hijos para dar el último adiós al abuelo. Parecería una escena digna de una familia llena de amor, pero, en realidad figuraba más como un acto protocolario. De hecho, el moribundo detestaba a su prole.
Varios meses después, el prometido de una amiga de Estefanía perdió la vida en un trágico accidente de motocicleta. En medio del pesar, el grupo de amigos intentó contactar al joven fallecido: llevaron un tablero Ouija a la escuela y organizaron una pequeña sesión. Durante el juego, una prefecta de la institución descubrió al grupo y terminó rompiendo el tablero y un vaso que utilizaban como guía.
Dicen que, en ese preciso instante, Estefanía inhaló una especie de humo negro sobrenatural que terminó apoderándose de su voluntad.
La muerte de Estefanía Gutiérrez.
Inmediatamente después del incidente con la Ouija, la salud mental y física de Estefanía Gutiérrez entró en declive. La familia asegura que empezó a sufrir terribles convulsiones en las que su cuerpo se ponía rígido y los ojos se le ponían en blanco. Además, sacaba espuma por la boca y el sufrimiento físico vino acompañado de visiones terribles.
Concepción mencionó que su hija estaba convencida de que unos seres sombríos en forma de silueta la perseguían todo el tiempo. Cierta vez, las cosas se salieron de control y Estefanía terminó agrediendo a la familia en un arranque de profunda ira. Al final, se desmayó y cuando recuperó el conocimiento había perdido el recuerdo de sus actos.
¿Epilepsia o posesión?
La señora Concepción recurrió a diversos especialistas e instituciones médicas en busca de ayuda, pero no logró encontrar una explicación biológica que justificara el comportamiento de Estefanía. Aunque diversos síntomas manifestados por la joven sugerían una epilepsia, ningún médico proporcionó un diagnostico definitivo y mucho menos un tratamiento viable.
Por aquel entonces, la epilepsia era un padecimiento de difícil diagnóstico y complicado tratamiento, por lo que tal vez hubo alguna equivocación. Pero, aunque hubieran confirmado una epilepsia en Estefanía atribuyendo parte de su comportamiento a la lista de síntomas de esta enfermedad, no había explicación al hecho de que los manifestara en un momento tan oportuno de su vida. Al final, los médicos concluyeron que Estefanía atravesaba por un colapso psicótico.
Sin embargo, otros argumentaban que era víctima de una posesión demoniaca y que el espíritu malvado, de alguna forma, tenía que ver con su finado abuelo. Desgraciadamente, ni la ciencia ni la religión pudieron rescatar a Estefanía. En agosto de 1991, la joven mencionó que las sombrías figuras que veía en sus alucinaciones le hacían señas para que las siguiera. Varios días después, con apenas 19 años de edad, Estefanía murió en circunstancias misteriosas.
La maldición de los Gutiérrez en Vallecas.
Tras la muerte de Estefanía, los mismos espectros empezaron a atormentar a la familia Gutiérrez. Su residencia ubicada en la calle Luis Estrada Marín, Vallecas, Madrid, se volvió epicentro de una inexplicable actividad paranormal. A días de haber sepultado a Estefanía, en la que fuera su habitación se escuchaban fuertes sonidos de golpes.
Cuando Concepción fue a ver qué pasaba, encontró las pertenencias de la joven regadas por el suelo. Un día después, la familia entera se despertó con las carcajadas de un anciano que hacían eco por el pasillo de la casa.
Posteriormente se agregaron otros sucesos paranormales como voces sin sentido provenientes del baño y cambios drásticos de temperatura. Cierta ocasión, cuando el patriarca de la familia, Máximo Gutiérrez, jugaba con el pequeño Maximiliano, una fuerza invisible levantó al menor y lo lanzó a través de la habitación.
La esencia del terror.
En este momento de la historia, todos los Gutiérrez habían sido víctimas de algún suceso extraño en la propiedad. Uno de los episodios más aterradores llegó a los periódicos de la región: aquella noche, la familia completa estaba reunida en la sala de estar cuando, repentinamente, la puerta principal se abrió de golpe mientras de las paredes emanaban unos fuertes sonidos de impacto.
En medio del terror, los señores Gutiérrez corrieron a cerrar la puerta y armaron una barricada con un mueble que tenía una pesada losa de mármol encima. Su plan resultó en vano pues un fuerte ventarrón abrió la puerta de par en par una vez más. El mueble y la familia terminaron en el otro extremo de la sala. Sin embargo, el viento arrojó un inusual objeto dentro de la sala de estar: un cuadro con la fotografía de Estefanía Gutiérrez.
Concepción corrió a recoger el cuadro y empezó a gritar al darse cuenta que la foto se estaba quemando.
Entre Poltergeist y fantasmas.
Aquella propiedad en Vallecas siguió manifestando una intensa actividad paranormal muchos meses después de la muerte de Estefanía. Puertas y ventanas se abrían o cerraban de forma violenta, los aparatos electrónicos se encendían por voluntad propia, etc. Mientras dormían, los Gutiérrez eran acechados por espectros que rondaban sus camas. La hermana de Estefanía tuvo oportunidad de ver a una de estas figuras, arrastrándose por el suelo directo hacía ella.
“Sentí una enorme presión sobre mí, pero no había nadie cerca. Le dije [A Máximo Gutiérrez] ‘aquí hay alguien’. Después, un par de manos me tomaron por los pies y llegaron hasta una de mis brazos, que estaba fuera del cobertor”, contó Concepción Gutiérrez hija.
Los especialistas llegan a Vallecas.
La familia estaba completamente desesperada así que recurrió a diversos especialistas en el tema: psíquicos, sacerdotes e investigadores paranormales acudieron a la casa de los Gutiérrez para intentar liberarlos del mal que los aquejaba. En 1992, una vidente llamada Lola habría sido poseída por el espíritu vengativo del abuelo. El peculiar acontecimiento quedó registrado en un reportaje emitido en la época.
Pero todo esto resultó infructuoso, los Gutiérrez en Vallecas seguían siendo atormentados por entes del más allá.
La investigación policial en el caso Vallecas.
La situación alcanzó su punto más álgido en noviembre de 1992, a más de un año de la muerte de Estefanía. Una madrugada a inicios del mes, el señor Máximo Gutiérrez solicitaba ayuda a la policía argumentando que su propiedad estaba embrujada y su familia corría peligro. Lógicamente, al principio los oficiales creyeron que se trataba de una broma.
Desesperado por que le creyeran, pasó el teléfono a los demás miembros de la familia. Sumidos en un profundo terror y desesperación, describieron a la policía la forma en que los crucifijos de la casa eran puestos al revés para, después, volver a subir violentamente. Mencionaron la presencia de un ente oscuro y tenebroso al final del pasillo. Al darse cuenta que se trataba de una emergencia real, José Negri y otros dos oficiales acudieron a la calle Luis Estrada Marín.
Al llegar, encontraron a la familia entera sentada en la banqueta en medio de un intenso frío. Estaban totalmente perturbados. Ingresaron a la propiedad y la mostraron a los oficiales. En el comedor, los Gutiérrez proporcionaron detalles sobre la situación que estaban viviendo. Este es un fragmento del informe que presentó la policía sobre ese evento.
Conclusión del caso.
Los oficiales fueron incapaces de prestar ayuda alguna a los Gutiérrez, que jamás encontraron paz en este lugar y terminaron vendiendo la propiedad. Cuarto Milenio, un popular programa de televisión español sobre temas paranormales, llevó a cabo una investigación sobre el tema en 2006. Durante la edición del material filmado, habrían descubierto una extraña voz mientras entrevistaban a Máximo Gutiérrez en su nueva propiedad. La misteriosa voz decía: “No hemos comenzado”.
Sin embargo, tras mudarse de la casa la familia Gutiérrez no volvió a sufrir ningún episodio paranormal. En 2017 se estrenó la película “La posesión de Verónica”, inspirada en el misterioso caso Vallecas.