Aunque la afirmación parece una exageración, un resfriado es capaz de matarte. Especialmente si eres una persona vulnerable que se encuentra en los grupos de riesgo. Llega el invierno y empiezan los estornudos, la tos, el escurrimiento nasal, la fatiga extrema y una que otra fiebre: todos reconocemos los desagradables síntomas que pueden justificar una falta al trabajo o la escuela. Sin embargo, la mayoría ignora que el “buen” y viejo resfriado puede evolucionar a un cuadro muy peligroso. En los casos más graves, las personas infectadas pueden terminar muriendo.
Peter Barlow, profesor de inmunología e infecciones en la Universidad Napier de Edimburgo, Escocia, abordó ampliamente el tema en una publicación en The Conversation. Barlow señala que la mayoría está consciente de que una gripe puede matar. El ejemplo más trágico del alcance de esta enfermedad se observó en 1918, cuando la gripe española puso fin a la vida de 50 millones de personas, un número de víctimas que superó a los decesos de la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, la población desconoce las habilidades letales del resfriado común.
La gripe y el resfriado.
Aunque el cuadro de síntomas es muy parecido, gripe y resfriado son infecciones distintas. Casi la mitad de los resfriados son causados por rinovirus, un género que incluye más de un centenar de serotipos distintos (para fines comparativos, debes saber que el virus del dengue posee sólo cuatro). Pero, como los síntomas son un tanto genéricos, existen otros virus que también pueden causar algunos de ellos, como la influenza, el adenovirus, el virus respiratorio sincitial y la parainfluenza.
Afortunadamente, la inmensa mayoría de casos con resfriado no terminan agravándose y se curan por sí solos, sin tratamiento, tras varios días de convalecencia. Pero, por diversas razones algunas personas tienen un sistema inmunológico débil, y precisamente ellos tienen mayor probabilidad de desarrollar complicaciones. Por ejemplo, algunos estudios muestran que aquellos pacientes que han pasado por un trasplante de médula ósea son más susceptibles a desarrollar infecciones respiratorias graves.
Patógenos como el adenovirus pueden comprometer otras partes del organismo, incluido el tracto urinario, tracto gastrointestinal y el propio hígado. Sin embargo, lo más peligroso es que una infección viral abra paso a una bacteriana, y los virus de la influenza son especialistas en estos escenarios.
Los profesionales de la salud aún investigan el mecanismo, pero se sabe que los pulmones son más susceptibles al desarrollo de enfermedades como la neumonía tras el contagio de un virus.
Grupos de riesgo y prevención.
Los grupos de riesgo están conformados por personas de la tercera edad y niños. En estos también se incluye a los fumadores e individuos que ya padecen alguna enfermedad pulmonar, como asma o enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).
Contra las infecciones bacterianas la medicina dispone de antibióticos, y para contener el virus de la gripe existen vacunas eficaces. Pero muchas especies de rinovirus todavía no disponen de un tratamiento antiviral adecuado.
En términos generales, es imposible prever la forma en que un resfriado causado por virus terminará evolucionando a un problema más serio, produciendo una infección bacteriana. Lo recomendable es mantenerse atento a condiciones y factores que puedan arrojar indicios de alerta. Pero, sobre todo, siempre lavarnos las manos pues es la mejor opción que tenemos para evitar la diseminación de enfermedades infecciosas. Por supuesto, hay que tener la cartilla de vacunación siempre al día.