domingo, 11 de noviembre de 2018

Muerte psicogénica

Tal vez la fuerza de voluntad no es suficiente para superar una situación complicada, pero no cabe duda de que hace una gran diferencia. ¿Crees posible que una persona pueda morir simplemente por “renunciar a la vida”? Según una nueva investigación, cuando un individuo ingresa a un estado donde cree que la derrota es ineludible, la muerte puede convertirse en una consecuencia real.
close up rostro llorando
El estudio, liderado por el investigador John Leach de la Universidad de Portsmouth, es pionero en describir los marcadores clínicos del “desistimiento a la vida”, una condición psicológica cuyo término científico es muerte psicogénica.

La muerte psicogénica.

Esta condición generalmente aparece después de un trauma sobre el que la persona cree no hay escapatoria, provocando que la muerte figure en su mente como el único resultado lógico. De forma general se presenta tres semanas después a la aparición de la primera fase.
No se trata de suicidio y no está relacionada con la depresión. El acto de renunciar a vivir es una condición muy real, muchas veces vinculada a traumas graves”, específica Leach.

apatia
El investigador llevó a cabo una descripción de las cinco fases que conducen al declive psicológico progresivo y sugiere que el desistimiento a la vida puede originarse en una alteración de un circuito frontal subcortical del cerebro, una parte encargada de administrar nuestro comportamiento orientado a los objetivos. El probable candidato recibe el nombre de cortex del cíngulo anterior, encargado de motivarnos.
“Un trauma puede terminar generando un mal funcionamiento del giro cingulado en algunas personas. La motivación resulta esencial para hacer frente a la vida y, si llega a fallar, la apatía se vuelve prácticamente inevitable”, explica.

Reversión de la muerte psicogénica.

La muerte psicogénica no es un padecimiento incurable, y puede revertirse de distintas formas en cada fase. Entre las intervenciones más comunes tenemos la actividad física y/o lograr que la persona sea capaz de comprender que la situación que lo aflige, al menos parcialmente, está bajo su control. Estos dos factores tienen la peculiaridad de desencadenar la liberación en el organismo de la sustancia química dopamina.
“Revertir el declive de la muerte psicogénica tiende a lograrse cuando un sobreviviente encuentra o recupera su sentido de elección, de que tiene algún tipo de control, y suele venir acompañado por una cura de las heridas psicológicas y la renovación del interés por la vida”, afirma Leach.
mano en el agua tormenta

Las cinco etapas de la muerte psicogénica.

1 – Aislamiento social.

La primera etapa, cuando el individuo busca evitar el contacto social, generalmente es antecedida por un trauma psicológico. Los individuos que atraviesan esta fase se mantienen absortos en su propio mundo, muestran indiferencia y falta de emoción.
Aquellos individuos que han sido prisioneros de guerra muchas veces caen en esta fase inicial. Simplemente se “retiran” de la vida social, convirtiéndose en entes pasivos de la comunidad.
Según la opinión de Leach, este retraimiento social puede ser una forma de enfrentar una situación complicada. Es decir, la persona se aleja de cualquier influencia emocional externa para permitir que su estabilidad emocional interna se enderece. Sin embargo, cuando se sale de control termina convirtiéndose en apatía.
mujer solitaria y triste

2 – Apatía.

La apatía puede ser definida como una “muerte emocional” simbólica, un comportamiento que se manifiesta profundamente en prisioneros de guerra y sobrevivientes de accidentes aéreos o naufragios. Es diferente a la ira, tristeza o frustración y se caracteriza por una melancolía que desmoraliza.
También se le ha descrito como la ausencia del esfuerzo para mantenerse. Las personas que caen en esta fase muchas veces se vuelven descuidadas con su imagen personal, y terminan perdiendo el instinto de la higiene.
Se siente como un grave desánimo, donde hasta la tarea más sencilla parece implicar un esfuerzo máximo.
plato cara triste

3 – Abulia.

En esta fase, la marcada falta de motivación se ve todavía más agravada por una respuesta emocional débil, la incapacidad para tomar decisiones y la completa ausencia de iniciativa. Resulta muy poco probable que una persona que ha caído en esta fase entable una conversación. También es común que se nieguen a bañarse o comer.
De forma general, el individuo va perdiendo su motivación intrínseca (ese instinto o deseo de actuar para salir adelante), pero todavía puede recibir motivación a través de otras personas mediante el raciocinio, la educación persuasiva, el antagonismo e incluso la agresión física.
“Algo muy interesante sobre la abulia es que parece existir una mente vacía o una conciencia desprovista de contenido. Los individuos que llegan a recuperarse de esta fase la describen como tener una mente de atole, o no tener ningún pensamiento”, apunta Leach.
atrapado

4 – Acinesia psíquica.

Es una fase donde el individuo está consciente, pero sumido en un profundo estado de apatía e insensible al dolor extremo. Muchas veces se vuelven incontinentes, al punto que llegan a descansar en sus propios excrementos.
La falta de respuesta al dolor se describió en un estudio de caso donde una joven, posteriormente diagnosticada con acinesia psíquica, resultó con quemaduras de segundo grado al ir a la playa pues pasó mucho tiempo bajo el sol.
abulia

5 – La muerte psicogénica.

La etapa final implica la desintegración del individuo. “Se manifiesta cuando alguien renuncia. La persona puede estar acostada en sus propios excrementos y nada, ninguna súplica, advertencia o cachetada, puede lograr que viva”, señala Leach.
En los campos de concentración, los individuos que alcanzaban esta fase generalmente eran reconocidos pues empezaban a fumar.
En aquellos lugares, los cigarrillos eran objetos valiosos que podían intercambiarse por cosas importantes para sobrevivir, como la comida. “Cuando un prisionero tomaba un cigarro y lo encendía, sus compañeros sabían que esta persona había renunciado, que había perdido la fe en su capacidad para continuar y dentro de poco estaría muerta”, dice el investigador.
Pasar de la acinesia psíquica a la muerte psicogénica generalmente toma entre 3 y 4 días. Poco antes de la muerte, es común que se experimente un “falso despertar”, un destello de vida, como los prisioneros que, de repente, empezaban a disfrutar de fumar un cigarrillo.
“Aparentemente, la fase de ‘mente vacía’ pasó y fue sustituida por lo que podría describirse como un comportamiento dirigido a un objetivo. Sin embargo, resulta paradójico que cuando se manifiesta un diminuto comportamiento dirigido a un objetivo, el objetivo en sí parece ser la muerte”, termina el investigador.